El abandono de la infancia

Hoy no sólo se abandona a los pequeños, sino que se les quiere destinar a un futuro muy lastimoso.

El proceso de transformación emprendido por el actual gobierno mexicano ha enfocado sus esfuerzos en modificar la estructura institucional y ha establecido como sus prioridades la construcción de tres proyectos de infraestructura, así como la implementación de apoyos económicos de forma generalizada que ha hecho que los mayores beneficios se reflejen en los sectores sociales que menos necesitan de dichos apoyos.

El reduccionismo y simplificación de las respuestas institucionales ha hecho que un sector poblacional estratégico se encuentre abandonado. Ese sector es de la infancia. 

Durante la presente administración y derivado de los procesos de entrega/recepción y con el objeto de atajar la ocurrencia de actos de corrupción, se emprendieron trabajos de evaluación que detuvieron procesos de adquisición estratégicos relativos al abastecimiento de medicamentos, la compra de vacunas o incluso el material para la impresión de las cartillas de vacunación.

Datos de la UNICEF indican que en México viven casi 40 millones de niños, niñas y adolescentes, que representan el 35% de la población y de cuyo bienestar hoy, depende el desarrollo presente y futuro del país.

Más de la mitad de ellos se encuentra en pobreza (51.1%).

Parece importante recordar que la infancia en México ha sido desestimada en su importancia: no sólo se trata de su salud o incluso de su formación (educación), sino de su seguridad.

Derivado de la pandemia, se ha registrado un incremento de 43% en las denuncias de violencia contra infantes y adolescentes, eso sin mencionar el número de estudiantes que abandonaron sus estudios durante el confinamiento sanitario. 

Algunas estimaciones calculan casi 600 mil estudiantes de nivel medio que abandonaron sus estudios y no se vislumbran estudios o diagnósticos para poder lograr recuperar la presencia de estos jóvenes en las aulas.

Al respecto, se puede especular sobre las razones o sinrazónes de dicha ausencia de políticas y acciones, hoy en día la infancia se encuentra sobre estimulada; de hecho, hoy cuenta con mayores herramientas de información o se encuentra sobre expuesta a una enorme cantidad de información y aspiraciones a desarrollarse o a tener acceso a determinados estímulos tanto digitales como físicos.

Sin embargo, las acciones emprendidas por el actual gobierno van en sentido contrario, hoy existen menores condiciones para incorporarse a las dinámicas globales; al respecto sobresale que nuestro país ha dejado de lado las estrategias de conectividad y ampliación de la cobertura digital, por lo que ello no implica que la infancia y los adolescentes se priven de modelos, conductas o referentes que van permeando conductas sociales.

La infancia es el futuro de las naciones, por tal motivo invertir y cuidar de ellos resulta un objetivo necesario, ineludible e incontrovertible.

Velar por su seguridad resulta esencial, es urgente poner en la agenda pública la ausencia de políticas y la necesidad de establecer un plan nacional que ponga en el centro de su acción la formación y la salud de la infancia.

Durante años, México contó con esquemas de atención sanitaria ejemplares, campañas de vacunación, priorizó la atención médica y se preocupó legítimamente por el bienestar de este sector de la población; hoy el desmantelamiento institucional ha dejado desprotegida a la infancia y destaca la ausencia de modelos de atención sustitutos, por lo que no sólo se abandona a los pequeños, sino que se les quiere destinar a un futuro muy lastimoso.

Alberto Martínez Romero

Licenciado en Periodismo y Comunicación Colectiva por la UNAM. Tiene un MBA por la Universidad Tec Milenio y cuenta con dos especialidades, en Mercadotecnia y en periodismo de investigación por el Tec de Monterrey. Tiene diversas diplomaturas en Habilidades Gerenciales por la Universidad Iberoamericana y se ha especializado en Relaciones Públicas y Atención de Crisis en Comunicación. Ha sido reportero y editor en medios como Reforma y El Universal. Fue corresponsal en Centroamérica para Reforma y Notimex. Colaboró en la realización del libro “La Huelga del Fin del Mundo”, de Hortensia Moreno y Carlos Amador, primer libro que se escribió sobre la huelga estudiantil de 10 meses en la UNAM en 1999.