1.
De seguro usted conserva en su teléfono -antes se guardaba en la cartera o la bolsa- la foto de un ser querido. La representación le provoca gratos suspiros: la constancia de un viaje familiar, la sonrisa de la persona amada, el éxito estudiantil de un hijo o nieto, la inauguración del negocio anhelado durante años, etc.
¿Están físicamente en el auricular, hoy diríamos de manera presencial, las personas que aparecen en la estampa? Claro que no.
El problema es que sí las sentimos presentes, aunque de forma simbólica, y pedimos respeto para ellas.
2.
Quienes atentan contra una efigie, como el pasado sábado en el Zócalo capitalino, cuando algunas personas quemaron la figura de papel, tela y cartón, con la apariencia de la ministra presidente de la Corte, Norma Piña, también distinguen lo físico de lo emblemático:
Incendiaron a un muñeco que, sí, representa a la funcionaria, pero que de manera alguna le afecta en su persona.

Intelectuales, también orgánicos, de la 4T justificaron la acción viéndola como un desahogo, una calentura propia del momento.
3.
El mismo presidente de la república, si bien condenó el hecho, trató de minimizar su gravedad, argumentando que él también ha sido objeto de esas prácticas, que no salió el hecho en la prensa y que nadie se quejó de las agresiones a su persona como lo hacen ahora.
"Tenemos que ser respetuosos, este es y seguirá siendo un movimiento pacífico; no odiar. Son nuestros adversarios no nuestros enemigos”, dice AMLO al condenar la quema de la figura de Norma Piña.
— Alejandra Escobar (@AleEsat) March 20, 2023
Pero respeto es lo que él no ha tenido con la ministra, esto dijo el 1 de marzo👇 pic.twitter.com/0n5TduuWZ1
Comentaristas cercanos a AMLO insistieron en defender el punto, considerando que no se ha dado ninguna agresión real contra Piña, que ésta fue sólo alegórica y que, en resumidas cuentas, se lo tiene merecido por votar siempre en contra de las iniciativas presidenciales.
4.
Pero, del otro lado de la cancha, diversos personajes levantaron la voz, alertando sobre el clima de linchamiento que brota desde Palacio Nacional, en Las Mañaneras, y que se extiende por todo el país, pasando por la Plaza de la Constitución.
Estas expresiones violentas, por más que estén dirigidas a un fetiche y no a una persona física, tienen un hilo conductor: