Una marcha para disfrazar el fracaso

La fórmula para entender la marcha del próximo domingo es muy simple y está a la vista de todos los ojos.
Hay que revisar la mañanera y analizar todas aquellas acciones que ha tomado como ejemplo el presidente López Obrador para señalar que sus opositores están muy enojados porque las cosas le están saliendo bien.
Hay que escuchar lo que presume de sus megaobras y lo que todos los miércoles trata de desmentir.
Una vez que usted enumere, invierta su valor:
Lo que diga el Presidente que va muy bien, es que en realidad va muy mal.
MARCHAS DEL 13 DE NOV. LO EXASPERARON

La marcha ciudadana del 13 de noviembre, que sintetizó esas deficiencias y fracasos, lo exasperó, porque sin proponérselo lo arrinconó y obligó a reaccionar.
El Presidente tuvo una encerrona con su jefe de propaganda, Jesús Ramírez Cuevas, y el coordinador de asesores, Lázaro Cárdenas, donde manifestaba, dijeron funcionarios que conocen del encuentro, su desesperación al no encontrar salidas a los problemas que lo están desgastando aceleradamente, y que se están volviendo más difíciles de resolver.

La Presidencia lo rebasó; los problemas, también. La marcha ciudadana lo desesperó, y en las reuniones que sostuvo se quejó de que lo dejen solo para defender sus proyectos y decisiones.
López Obrador no ha dado señales de saber cómo resolver la problemática que tiene enfrente, pero sí ha mostrado una brújula perdida.
En esa reunión, como catarsis, se remontó al pasado quejándose de que nadie salió a respaldarlo cuando canceló el aeropuerto de Texcoco, que no ha dejado de ser una decisión cuestionada y bajo litigio político interminable.
