Acarreados y franciscanos

Oportunismo taimado como el de FRENA, que sólo pudo haber desatado violencia.
Por José Francisco Villarreal
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Calderón DETONA aquí.

En mis seis décadas y pico, nunca he participado en una marcha, ni siquiera en una peregrinación guadalupana.

Lo más cercano a eso era cuando mi agüela me llevaba a las fiestas de San Francisco de Asís, en Real de Catorce.

No sé si valga como marcha, porque yo era niño y además se trataba de una promesa hecha al santo.

Supongo que la visita al santuario era lo menos; lo más era la penitencia de llegar a él a pie, desde la Estación Catorce.

La faena empezaba en la vieja estación de trenes en Monterrey, a donde llegaban los peregrinos acarreados por sus medios para, luego, ser acarreados nuevamente en vagones del tren.

Un viaje incómodo, penitente, pero para el niño que fui, era bastante divertido.

El niño que soy ahora renegaría de la dureza de los asientos del tren y su incómodo sanitario, aunque disfrutaría igual el paisaje y esperaría con la misma emoción infantil el momento de pasar por la zona de guaridas de los “perritos de la pradera”.

Al llegar a Estación Catorce, grupos pequeños de peregrinos se organizaban para conseguir comida y petates en dónde dormir, tanto en Catorce como ya en el Real.

Unos compraban en puestos, otros, más humildes, improvisaban fogones y cocinaban.
Bueno, esto no es un fogón, pero el pastel que aparece aquí fue cocinado. Foto obtenida de Twitter.

No había, me temo, los multimillonarios desvíos de recursos celestiales para regalar plátanos y tortas de jamón a los peregrinos.

Vicente Fox no podría objetar aquel acarreo, tendría que curarse el “monchis” con otro remedio, aunque sus galimatías apuntan a que cura sus resacas con el principio homeopático: “similia similibus curantur”.

Algunos de sus frecuentes excesos verbales (¿?), me hacen pensar que Blake hablaba de otra cosa cuando dijo que el camino del exceso lleva al palacio de la sabiduría.

Evidentemente, ninguno de aquellos peregrinos franciscanos inundaba masivamente un pueblo en ruinas bajo alguna coacción.

Los milagros de oro que ofendían el sayal de un santo que fue mendigo, penosamente entronizado, eran puras esperanzas, lágrimas coaguladas.

De verdad creo que el milagro no era la mercancía de la fe sino la ilusión de ser escuchados.
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En el cristianismo siempre hay argumentos para soportar con paciencia las peores decisiones divinas, así que en el fondo no se espera el milagro, sólo se pide atención y compasión… un diálogo más de emociones que de razones. En la democracia mexicana… más o menos.

No, me temo que en aquellas marchas franciscanas nadie nos regaló tortas de jamón, plátanos, tamales o carnitas.

Los mercaderes de cualquier templo son inmunes a la caridad del santo mendicante.

Hubieran sido útiles esos mendrugos para aquellas jornadas, pero no incentivos y mucho menos, motivos.

Tampoco la marcha de unidad de don Andrés se articuló con bocadillos.
José Francisco Villarreal
Regiomontano pero criado en el medio rural cuando aún no esterilizaban a la tierra a fuerza de cemento, asfalto y contaminación. Estudiante prófugo de Letras Españolas y de FIME en la UANL pero con título de Técnico Mecánico Electricista. Con ese singular aval fue maestro de Humanidades en preparatoria del Tec de Monterrey, colaborador en publicaciones culturales locales y regionales, polizón y luego miembro del staff del suplemento cultural “Aquí Vamos” del diario “El Porvenir”, convidado en segunda generación del Centro de Escritores de Nuevo León, y mecánico de piso en Cervecería Cuauhtémoc y CyDSA. Ha sido también guionista en Televisa Monterrey y luego, en diferentes tiempos, jefe de Información y de Redacción en el área de noticias. Ahí mismo, eminencia gris, o discreto fantasma, en el análisis de información y en la planeación de estrategias de cobertura e investigación. También fue celoso cancerbero de la biblioteca y hemeroteca de esa empresa televisora. Al borde del ocaso, fue colaborador, asesor, redactor, responsable editorial y eventualmente director de Noticias en NRM Comunicaciones. Actualmente cuida de cuatro perros y una paloma inválida.