Aquí todos son Ernest Hemingway

Cayo Hueso fue el lugar que eligió para descansar, pescar y escribir sin atender visitas uno de los talentos más grandes que ha dado Estados Unidos.
Por Pablo Hiriart
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Cubanos que viven en Estados Unidos, rumbo al punto desde donde en Cayo Hueso, Florida, se alcanzan a ver las luces de La Habana, al anochecer. Todas las fotos por Plácido Garza, para DETONA.

CAYO HUESO, Florida.-

Dicen que desde aquí, en las noches, se pueden ver las luces de La Habana.

Tal vez. Pero el vínculo entre las dos orillas no está en ese resplandor remoto, sino al lado, en el pequeño pueblo donde vivía un pescador que le contó a Ernest Hemingway su lucha en solitario contra un gran pez, que el escritor plasmó en el libro que le valió el Premio Nobel de Literatura: El viejo y el mar.

Es el extremo del último pedazo de tierra de Estados Unidos, donde las olas del mar Caribe trepan sigilosas por el pequeño muelle, abrazan una boya de colores, se repliegan despacio y vuelven a tocar sin furia el promontorio negro y amarillo que indica la distancia de 90 millas que lo separan de Cuba.

Cayo Hueso fue el lugar que eligió para descansar, pescar y escribir sin atender visitas uno de los talentos más grandes que ha dado este país.

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Su presencia se siente en cada cuadra, y no sólo por las camisetas con su rostro estampado, tiendas con su nombre, la enorme destilería de ron que lleva su apellido, fotos suyas con un tarro de cerveza, apuntando con un rifle, en bermudas, junto a un pez vela recién vencido, en el timón de una lancha o de paseo con una mujer bellísima.

A Hemingway se le puede ver en las calles, vivo y caminando, porque parecerse a él es una regla no escrita entre los adultos de Cayo Hueso.

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Hay algo de mágico y de esnob en esta pequeña isla que se puede conocer caminando.

En el café junto a la marina, el reportero observa en las mesas a decenas de exhippies sesentones o de 70 y más que desayunan cervezas y bloody marys, descalzos, pies sucios, con aretes, que a gritos hacen conversaciones breves de mesa a mesa con quienes no conocen y acaban siempre en estruendosas carcajadas.

Pablo Hiriart
Nacido en Chile, emigró a México a fines de los 70. En 1980 inicia su etapa como reportero del semanario Proceso y del diario La Jornada antes de formar parte del equipo de comunicación del gobierno federal. Desde el año 2016, participa en México Confidencial en Azteca 13, en Proyecto 40 y es Director General de información política y social del diario El Financiero, donde escribe la columna "Uso de Razón".