¿Futuro sin inteligencia colectiva?
La mayoría de los problemas que padecemos, si no es que todos, no se habrán de resolver sin hacer un cambio radical en los enfoques, visiones y relaciones entre sociedad y gobernanza.
Comprendida esta última como los procesos de todos los agentes sociales y económicos relevantes que toman y ejecutan decisiones con efectos de todo tipo sobre los bienes comunes.
Por ejemplo, tan importante y crítico para la eficiencia de la red de movimientos urbana, es un funcionario público que determina hacer alguna tarea en la red vial, como un gerente de logística de una empresa que administra y programa una flotilla de reparto de 3,000 unidades que todos los días concurrirá con su red, con los movimientos de otros 3 millones de vehículos, sobre la misma infraestructura.
Si nos guiamos por las evidencias, la solución de los problemas comunes a nuestra aglomeración urbana y el modo en que nos desarrollamos, ya no puede atenderse con un modelo pueblerino de gestión pública, caracterizado por un cambio cada ó 6 años a un nuevo grupo de personas que se hace cargo de la autoridad y una sociedad siempre demandante pero quizás no igual de comprometida con cambios que mejoren el futuro.
La degradación está a la vista
Movilidad, servicio de agua, drenaje, violencia e inseguridad, educación, salud, Etc.
Ningún campo escapa considerándose como funcional y eficiente.
Ya vimos la vapuleada que nos puso la pandemia por abandonarnos al suponer que los problemas se resolverían solos, además de la arrogancia de pensar que podemos adaptarnos a cualquier condición, haciendo rediseño por desastre.
Ya no vivimos en un pueblo de la época colonial o parecido al viejo oeste en el que los problemas estaban todos a la vista.
Hoy es bastante más complejo, nuestros problemas forman una red intrincada de intereses, problemas del pasado mal resueltos vendo al futuro, exigencias por el crecimiento, y condiciones inéditas para una comunidad que convirtió a los planes en una formalidad más de la gobernación y que ya está enfrentando los costos consecuenciales de tal superficialidad.
Que lástima que nadie quiso trabajar en la continuidad de aquella visión de sociedad (ciudad) del conocimiento que propuso el entonces Gobernador José N. González Paras y bajo esa narrativa modernizar la gestión pública para adaptarse a una metrópoli que dejaba atrás el industrialismo para convertirse en una dinámica economía de servicios que impulsaría el crecimiento.
En 1973, el sociólogo estadounidense Daniel Bell popularizó el concepto de “sociedad del conocimiento” en su libro The Coming of Post-Industrial Society: A Venture in Social Forecasting.
Anticipó el desarrollo de una sociedad radicalmente diferente, una que se basaría en la “economía de la información” en lugar de la “economía de los bienes”.
Bell se centró en la transformación de la sociedad industrial a la postindustrial, en la que el conocimiento se estaría convirtiendo en el principio axial que conforma el poder central y promotor del crecimiento económico.
Afirmó: “la sociedad postindustrial es una sociedad del conocimiento” e identificó dos indicadores para su “surgimiento”:
- “Las fuentes de innovación derivan cada vez más de la investigación y el desarrollo (...)” y
- El peso de la sociedad, medido por una mayor participación del empleo basado en conocimiento en el PIB regional”.
El aumento del uso de las tecnologías de la información y la ciencia de datos asociada, deberían ser la fuente para el diseño de la gestión y la solución de problemas ajustando las políticas públicas y la comunicación con la sociedad, para también modificar la conducta de los usuarios de los bienes públicos y obtener mayor rentabilidad social y privada de los mismos.
La sociedad del conocimiento difiere de la sociedad de la información en que sirve para transformar los datos en recursos que permiten a las comunidades tomar medidas costo efectivas para la modernización de las ciudades.
Una política pública basada en el conocimiento impulsa a su vez la sociedad de inteligencia colectiva, que debe verse como emergente de la colaboración, el esfuerzo colectivo o incluso la competencia de muchos individuos, y que también aparece en la deliberación y toma de decisiones públicas.
Es decir, la inteligencia colectiva se desarrolla a partir de procesos que agregan o sintetizan el conocimiento de muchos individuos para lograr lo que incluso el individuo más capacitado no podría hacer solo. Por ejemplo, los estudios han demostrado que las decisiones de un grupo suficientemente diverso superan sistemáticamente las decisiones tomadas por unos pocos expertos (Hong y Page,2004).
Recientemente, el campo de la inteligencia colectiva se ha expandido para incluir también a los sistemas de inteligencia artificial generativa. La conexión entre la inteligencia artificial y la colectiva se denomina inteligencia híbrida (Peeters,2021) o supermentes (Malone, 2018), que exploran cómo las personas y las computadoras pueden conectarse "para que, en conjunto, actúen de manera más inteligente que cualquier persona, grupo o computadora lo haya hecho jamás".
La combinación de la inteligencia colectiva y la artificial puede beneficiar a los responsables políticos en su diseño de procesos democráticos donde la efectividad del sistema está impulsada por su interconexión, diversidad, así como las estructuras culturales (Mulgan, 2017).
Los diseñadores de políticas publicas podrían inquirir a un sistema de apoyo a la toma de decisiones cuál sería la decisión correcta en un contexto determinado y para un problema dado.
https://unhabitat.org/digitalcitiestoolkit/story.html?story=collective_intelligence
Un ejemplo es CrowdMed.com, que aprovecha la experiencia combinada de más de 20,000 médicos, enfermeras, estudiantes de medicina y otras credenciales formales de atención médica.
CrowdMed.com combina el crowdsourcing y el aprendizaje no supervisado.
Ofrece a los médicos la oportunidad de encontrar un diagnóstico correcto para agilizar el tiempo que lleva diagnosticar enfermedades raras y potencialmente mortales. Un sistema de apoyo similar puede permitir a los responsables políticos identificar soluciones más efectivas a problemas públicos complejos.
Ahora que están ocurriendo cambios en las administraciones debido al reciente proceso electoral, es oportuno que se comience al uso de la gran conectividad que tiene la sociedad, para instalar y usar la inteligencia colectiva como columna vertebral de la gestión publica.