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Plagio evidente, desprestigio seguro

La nueva confesión hecha por Edgar Ulises Báez, en la cual admite haber plagiado la tesis de Yasmín Esquivel, es, a todas luces, una farsa seguramente obtenida por la coacción, la extorsión, las amenazas o el soborno. O todo junto. La evidencia demuestra contundentemente que el plagio fue cometido por la ministra, y la situación ha escalado a un nivel en el que el prestigio de la UNAM y la legitimidad de la SCJN han quedado seriamente lesionados. Pero esa es la norma en un país cuyas leyes son ambiguas, imprecisas, llenas de lagunas y que, por lo mismo, fomentan más la corrupción que la civilidad.