Qué chavocha la chevecha

En San Nicolás, cerca de casa existe una calle que se llama Tlachicuerías. Casi todos a quienes he preguntado por el nombre suponen que tiene qué ver con los tlacuaches.
A algunos les aclaro la confusión, a otros los dejo seguir soñando en marsupiales.
Creo que el equívoco tiene qué ver con la grafía. No sé quién definió la nomenclatura de esa calle, pero lo hizo mal.
EL PULQUE...

En esa zona había y aún hay tlacuaches, pero hace muchos años también había tlachiques, donde los tlachiqueros solían procesar el aguamiel de maguey y fabricar pulque.
Alguna vez leí que el pulque, así como en otras partes de México, era la bebida alcohólica común en el viejo, muy viejo Nuevo León.
Es lógico si consideramos que también se colonizó estas tierras con indios que sabían hacer pulque, de la República de Tlaxcala, un estado aliado y súbdito directo de la corona española.
Perdón por la referencia tan forzada, pero me encanta restregar el dato mestizo a la novedosa y mamila plebe de “whitexicans” norestenses.
... ENLATADO

A pesar de vivir a unas calles de Tlachicuerías, y donde alguna vez florecieron los tlachiqueros, sólo he probado el pulque una vez en mi vida, ¡enlatado!
Por el contrario, desde niño he bebido cerveza y mezcal.
La cerveza (Indio) la distribuía moderadamente mi agüelo a la hora de la comida.
¡Nada de refrescos! El tiempo y un santoclos risueño me haría luego adicto a las “aguas negras”.
El mezcal lo bebíamos en pequeñas dosis con infusión de canela o café, para aguantar los “friyazos” de enero, capaces de atravesar el edredón. Pero el pulque reinero ya era historia hace más de medio siglo.
