Una meridiana salida
Les platico: vamos a ver cómo le va a Marcelo Ebrard ahora que se animó a “sugerir” que México no enviara representación diplomática a la enésima toma de protesta como “presidente” de Nicaragua del tirano Daniel Ortega.

Nicaragua es un negocio familiar. La esposa de Daniel es la vice presidenta; su hijo mayor es representante plenipotenciario de Nicaragua ante las naciones del bloque socialista e incluso fue invitado de honor de Vladimir Putin cuando éste volvió a renovar su mandato en Rusia.
El gobierno de Ortega fue desconocido por la OEA, por la Unión Europea y es motivo de agrias censuras por parte de Estados Unidos y Canadá, los principales socios comerciales de México.
Ni Biden ni Trudeau se prestaron al jueguito y por supuesto que no enviaron representación diplomática a la reasunción al poder de Ortega.
EL OFRECIDO, UNOS CUATES
Pero ahí anda de ofrecido Andrés Manuel, llevándole la contra a quien se supone es nuestro representante para eso de las relaciones exteriores, y por sus pistolas dispuso que un mensajero o mandadero que despacha en la embajada mexicana en Managua, fuera nuestro “representante” en la ceremonia donde Ortega se sentó de nuevo el pasado 7 de noviembre en la silla presidencial para desgracia de los sufridos hermanos nicas.
Las censuras de los países democráticos se justifican con creces: el régimen de Ortega tiene en la cárcel a sus principales opositores políticos, incluyendo a quienes se atrevieron a desafiarlo, presentándose como candidatos a las pasadas elecciones.

Francisco Aguirre Sacasa, ex embajador de Nicaragua en Washington cuando Ortega arrancó su primer periodo como presidente, está enfermo y a sus 76 años, ve pasar sus últimos días en la cárcel, en lo que ha sido considerado como uno de los actos más despiadados de presidente alguno.
Aguirre Sacasa fue acusado de “crímenes de Estado” y purga una condena que según sus familiares, le va a costar la vida porque no le tienen permitido recibir visitas desde el pasado 31 de julio en que fue apresado.
Todo lo anterior sirva para entender la “recomendación” de Ebrard de que México no se prestara a semejante afrenta.
Pese a ello, el pasado lunes, el mandadero de AMLO estuvo en la ceremonia de Managua y ahora vamos a ver si Ebrard se faja o se baja los pantalones ante su jefe y rescata o termina de dilapidar lo que le queda de dignidad.
