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Dame, Señor, una buena digestión. Pero también algo para digerir...

Hubiera querido que el fondo de esta nota fuera blanco o de perdido, amarillo, que es mi color, como lo fue el de Neruda, que decía: "¿y qué haríamos sin el color amarillo?" Pero es negro, porque así lo dicta la tecnología. A mí el amarillo me abraza, me acaricia, me hace volar hacia mis amadas montañas. Cuando estoy allá arriba, me cuesta mucho bajar. Allá me quiero quedar, como le pedí un día a mi hijo Santiago: "El día que subas al Everest, quiero que dejes allá arriba mis cenizas. Allá me quiero quedar". Y él me respondió: "Cuando suba al Everest, tú vas a subir conmigo". Bellas palabras, que atesoro con una sonrisa. Pero terminará llevándome en una urna en su mochila y cuando descienda, después de acariciar el techo del mundo, haré que baje con menos peso... el mío. La sonrisa y el sentido del humor son dos de los más bellos regalos. Eso nos dice el Papa Francisco en este cortito pero entrañable video. La sonrisa es la flor del corazón, sobre todo cuando es gratuita. Y el sentido del humor...es el que envuelve mi alma cuando sé que no podré ver con estos ojos, lo que desde el Everest verán los de mi hijo... PD Esta es la oración de Santo Tomás Moro a la que se refiere el Papa Francisco: "Concédeme, Señor, una buena digestión, y también algo que digerir. Concédeme la salud del cuerpo, con el buen humor necesario para mantenerla. Dame, Señor, un alma santa que sepa aprovechar lo que es bueno y puro, para que encuentre el modo de poner las cosas de nuevo en orden. Concédeme un alma que no conozca el aburrimiento, las murmuraciones, los suspiros y los lamentos y no permitas que sufra excesivamente por ese ser tan dominante que se llama YO. Dame, señor, el sentido del humor. Concédeme la gracia de comprender las bromas, para que conozca la alegría y pueda comunicársela a los demás".