La guerra es fácil. Lo que mata es la espera
Les platico:
Esto es lo que enseña una mantis religiosa:
- Paciencia.
- Velocidad.
- Adaptabilidad.
- Crueldad.
¿Cómo sobrevive una si es encerrada en medio de cuatro paredes?
Matando a todas las demás.
Y al salir de su recinto, lo hace siendo más poderosa que cuando entró, voluntariamente -una- y a fuerza -la otra-.
Las hembras son más grandes que los machos. Durante o tras el apareamiento, la hembra se come al macho.
Y ahora que se han puesto de moda los chistes sobre el oído, la mantis es el único animal que cuenta con un único oído.
Las reglas levantan muros.
La analogía entre las mantis y el ámbito político es cruel.
Pero conforme se acercan las fechas fatales por los dos bandos que compiten por la presidencia de México, me doy cuenta de esto:
- El rumor genera temor.
- El silencio deja de ser escudo.
- La verdad es eterna y la mentira fugaz, pero a veces la mentira conviene que dure un día más.
- Cada día que pasa hay que hacer un mayor esfuerzo para evitarnos una decepción.
- La mejor forma para hacer que un cuerpo se arrodille es pegarle en los pies... y esto sucede casi siempre por debajo de la mesa.
Estamos en tiempos de guerra electoral.
Y cada día, los flecheros acumulan más flechas y los herreros afilan con mayor ímpetu el acero.
Forjan sus ocurrencias con metal, que en sus fraguas vuelven líquido al rojo vivo.
Dentro de esta vorágine de emociones y pasiones, sucumben las razones en nuestras decisiones.
Muchos -hoy- buscan fervorosamente a un amo adoptivo.
Esos mismos dicen que no quieren puesto político alguno, que no les interesa la política, que lo hacen solo por amor a México, que no quieren ningún contrato (aunque ya tienen muchos), pero no se darían por mal servidos si la elegida -porque será una mantis- los ve con buenos ojos del 2024 al 2030.
Los siervos son más esclavos que soldados... de la Nación.
La única claridad que existe en estos tiempos es la de la servidumbre.
Y mientras llega septiembre con sus decisiones por los dos bandos, prevalece la perversidad por encima de la sabiduría.
La línea está clara, pero no garantizada.
Muchos se ocultan detrás de sus palabras.
Los débiles son capaces de entregar un nombre para desviar el escarnio que se cierne sobre de ellos mismos.
En estos tiempos aciagos, fallar por un centímetro es fallar por un kilómetro.
¿Qué harían si no tuvieran un objetivo para sus rabias?
Cajón de sastre:
"Estamos presenciando la batalla de las mantis", remata la irreverente de mi Gaby.
PUBLICACIONES RECIENTES DEL AUTOR EN OTROS MEDIOS NACIONALES Y EXTRANJEROS:
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