Panistas pianistas
Les platico:
Mi abuela la alcaldesa se crió entre puros machos, "por pura necesidad", decía.
Unica mujer entre siete hermanos, llegó a tener diez hijos varones en su matrimonio con don Plácido Garza Heimann.
Le sobrevivieron a la pubertad solo cuatro y dos más se murieron antes de cumplir 40 años.
"Avatares de la vida", decía cuando se acordaba de eso; se enjugaba una lágrima furtiva, se arremangaba su blusa y después de esas reflexiones ocasionales que conmigo tenía, a seguir chingándole a la chamba, porque no había de otra para una viuda setentera.
"Francés norteño"
Era mal hablada diamadre pero a ese lenguaje le llamaba su "francés norteño".
A mí me "prestó" por seis meses al dueño de los famosos Almacenes Blanco, que estaban en Laredo, Texas, donde era cliente habitual de telas y retazos que traía a Monterrey en el noble ejercicio de la "chiveada", como se le llamaba antes al negocio de las importaciones, jejeje.
Su "préstamo" a Mr. Blanco fue porque yo le jodía y jodía la existencia, pidiéndole que me metiera a estudiar inglés... siendo que apenas tenía 7 años.
Unas vacaciones largas de julio, sin decirme más que "échale más ropa a la mochilita", nos fuimos en "La Marrana", el tren que salía todos los días de Monterrey a Nuevo Laredo.
Cruzamos al lado americano por el único puente que entonces había y después de dejar los "liachos" en un hotelito del Centro laredense, llegamos a la tienda de Mr. Blanco.
Este buen hombre había casado con una hermosa mujer que hablaba un inglés que yo no alcanzaba a descifrar de dónde era, si de Laredo, de McAllen o Falfurrias.
Finalmente supe que era inglesa; había nacido en el acaudalado barrio londinense de Kensington y por algo que nunca supe con claridad, llegó a América.
Se fue a vivir con sus padres a Falfurrias, en la que entonces era la fiebre del petróleo (luego les platico esa historia) y de ahí se fueron a Laredo, donde conoció a un "pocho" que como segundo apellido tenía uno de origen libanés.
Se llamaba Antonio Blanco Kawas y cuando conoció a Trudy Townshend, no tardó ni dos meses en pedir su mano... y se casaron.
Trudy era tía de un músico que sigue vivo, Peter, fundador de la legendaria banda de rock, The Who, y esa, queridos lectores, es una deliciosa historia que luego les platicaré, si se portan bien, como me advierte a cada rato mi querido amigo, El Percherón.
Tony y Trudy (así se les conocía) tuvieron cinco hijos varones y se quejaban con mi abuela que les habían salido bien huevones.
El más chico tenía 7 años -igual que yo- y el más grande, 17.
"Estos cabrones salieron pianistas", le decía Tony a mi abuela y ésta le respondía: "Qué dicha, don Tony, tener músicos en la familia".
"No, doña Lupe, no son músicos, son pianistas porque tocan el piano al revés", y hacía una seña que yo me sabía bien, porque mi abuela me la hacía cuando me "motivaba" en su francés norteño a que no anduviera de huevón.
Ese día de la prestada del nieto, mi abuela les preguntó a Tony y Trudy:
"¿Puedo dejarles unos días aquí a este cabroncito? Es que se la pasa chingándome día y noche con que quiere aprender inglés y pues en Monterrey no hay ni una escuela para eso.
Los ricos mandan a sus hijos a Indiana o a Kansas, pero en Monterrey no hay (y luego hacía la seña internacional del dinero) para mandarlo tan lejos; esos lugares deben ser bien caros".
Trudy asintió con la cabeza -era la que mandaba en el reino de los machos Blanco-, luego me miró con una dulzura que sigo atesorando, pero mi abuela rompió el encanto diciendo:
"Gracias, Trudy, por favor, no le paguen ni un centavo (y yo reflexioné para mis adentros: ¡Ah, chingá!).
Solo háganle un lugar donde dormir y dénle de comer, les va a ayudar un chingo en su tienda porque es bien jalador y le sabe a lo de las telas". (Recuerden, su negocio en Monterrey era la importación de esos productos).
"Nomás les voy a pedir que no le hablen ni madres en español, puro inglés"
Luego, volteó a verme y sin palabras me dijo con la mente (ella y yo nos comunicábamos con la mente; también, luego les platico esa otra historia): "Andale, cabrón, ¿quieres aprender inglés?, pues aquí te van a dar inglés hasta que te hartes".
"Ahí se los dejo, luego vengo por él", respondió agradecida mi abuela. Y se fue.
La muy jija de su madre regresó por mí hasta seis meses después.
Perdí el año en la escuela donde estaba inscrito para 3o de Primaria (yo había entrado a los 5 a 1o); me dio un beso y un abrazo, luego la bendición y me dejó ahí, con mi mochilita cargada de ropa, como entenado de Tony y Trudy Blanco.
Cierto día, como a los cinco meses de estar aprendiendo inglés en la "Academia Blanco", Tony me dijo que, a lo mejor debido a que me veían bien chambeador (siempre lo he sido; tengo testigos), sus hijos ya no eran tan "pianistas".
En chinga entendí a qué se refería, porque veía a los chavos Blanco bien acomedidos con las tareas del negocio.
Al medio año, en una de sus visitas mensuales a la tienda, mi abuela me pidió que hiciera mis bultos, porque me regresaba con ella a Monterrey.
Fue la última vez que vi a Trudy, pues murió al año siguiente de una pinche enfermedad que sigue matando a más gente que cualquier guerra.
Me despedí de todos, y sentimental como siempre he sido, se me salieron las lágrimas cuando abracé y fui abrazado por mis queridos Blanco-Townshend.
De un tirón, mi abuela me llevó a la calle. Tomamos el camión en el que cruzábamos la frontera a Laredo, México; llegamos a la estación del tren y nos trepamos a "La Marrana".
Cuando el tren se paró en Bustamante, subieron unos gringos que se sentaron frente a nosotros.
En un momento de silencio, mi abuela muy sonriente les dijo en español:
"Este es mi nieto... y él también habla inglés..."
Me sudan los ojos cada vez que me acuerdo de esto...chin, ya ven... ¿pa´que les contaba?
Cajón de Sastre:
- Con esto en mente, viendo a los equipos políticos de líderes panistas formales (Jorge Romero) e informales (Mauricio Fernández), no puedo dejar de acordarme de los hijos de Tony y Trudy, que tocaban el piano al revés con una maestría tan envidiable que atraviesa el tiempo.
- Claro, también los hay en otros partidos, pero de ellos me ocuparé en próximos artículos; por lo pronto, hoy les tocó a los del PAN.
- Mañana, cambio completo de programa, sin faltar los incomparables Saaantiago González y Daaaaniel Hinojosa, del chat de Santiago, pueblo mágico en el cual -por cierto- ninguno de ellos vive.
El autor en otros medios nacionales y extranjeros:
https://www.sdpnoticias.com/autor/placido-garza/
https://muckrack.com/placido-garza
https://qoshe.com/yazar/pl-cido-garza/2695060
https://vanguardia.com.mx/autor/-/meta/placido-garza-irreverente