¿No habrá nunca paz para los hijos de Abraham?

Ernesto Cerda DETONA algunas razones por las cuales no hay que descartar la hipótesis de que Oriente Medio sea el origen de una nueva guerra mundial.
La paz debe reinar en la tierra, excluyendo la agresión y la opresión

La historia del judaísmo, del cristianismo y delislam se va trenzando con los factores económicos, religiosos, políticos, de posesión y disfrute de la tierra, en un lacerante y bestial conflicto étnico-religioso, como ha quedado inscrito hasta nuestros días en la historia.

Aunque no sería objetivo sólo reducir el análisis los conflictos del Medio Oriente a las guerras por las religiones, sí podemos dar conocimiento a la importancia religiosa, sin olvidar y considerar para otro escrito no solo en conflictos armados, sino también en fracturas sociales causados por las intervenciones de otras grandes potencias en esta región.

Iniciamos detallando un primer elemento: la pertenencia de la tierra, como lo dice Génesis: “Aquel día, el Señor hizo una alianza con Abraham diciendo: "Yo he dado esta tierra a tu descendencia desde el río de Egipto hasta el Gran Río, el río Éufrates: la tierra de los quenitas, los quenizitas, los cadmonitas, los hititas, los perizitas, los refaím, los amorreos, los cananeos, los guirgasitas y los jebuseos".

Según el Antiguo Testamento (Génesis 25:19-28), los judíos figuradamente son descendientes de Isaac y los árabes de Ismael, medio hermanos e hijos de Abraham. De acuerdo con las escrituras de ambos pueblos (Escrituras Hebreas y Corán), Isaac era hijo legítimo y su madre era Sara, no así Ismael, quien es vástago de una esclava egipcia de nombre Agar (Génesis 16:1-6), y desde siempre existieron rencillas entre ellos.

Sin embargo, el conflicto principal fue por saber quién era el verdadero hijo de la promesa de Abraham: mientras las Escrituras Hebreas manifiestan que era Isaac, el Corán afirma que era Ismael (Corán 2:124-128).

Según consta en las tradiciones y libros como el Antiguo Testamento y el Corán, se da el segundo elemento del conflicto étnico- religioso, entre hermanos con parentesco: los hijos de Abraham ‒Isaac contra Ismael‒, sus nietos ‒Jacob contra Esaú‒, sus bisnietos –los hijos de Jacob venden a su hermano José como esclavo en Egipto‒, y demás episodios del conflicto, que se convierte en una constante hasta nuestros días.

La historia de Oriente Medio (como se da entre el judaísmo, cristianismo y del islam) se va entrecruzando al ser el origen de las guerras étnicas y religiosas que han acompañado a la humanidad de esa región desde siglos atrás.

Ya sea una cuestión de territorio, ideología o simple demostración de poder, la guerra ha probado ser un método efectivo para afianzar la fortuna y poder de un grupo de personas o entidades abstractas como los países en una parte de esa región en especial durante los tiempos antiguos y desde luego en la actualidad. 

La región de Medio Oriente hasta la actualidad es un sitio conflictivo, al que también convergen algunas de las religiones más grandes del mundo y que en épocas también han iniciado conflictos bélicos de todo tipo con participación múltiple de naciones, como lo fueron Las Cruzadas.

Las tres principales religiones monoteístas reconocen un origen común: Abraham, y comparten espacios de coincidencia, sobre todo en sus primeras épocas, aunque hayan derivado posteriormente en ruptura:

  • Por ejemplo, el fundador del cristianismo es un judío que se revela como el mesías anunciado en las escrituras. No en vano, los romanos percibían inicialmente a los cristianos como forma de judaísmo.
  • Por otra de las partes de esta trilogía, a la muerte de Mahoma, el máximo prócer del islam, considerado -el mensajero de Dios- sin haber designado a un heredero propicia la separación de los partidarios del islamismo en chiitas, sunitas, jariyíes y alauitas.

Las dos primeras son las principales corrientes del islam y las últimas dos subdivisiones que representan a minorías.

Si bien sunitas y chiitas comparten la idea de que Alá es el único dios, Mahoma es su mensajero en la tierra y el Corán es la palabra de Dios, la discordancia proviene de que al morir Mahoma; la facción chiita convino en el sucesor debía ser Alí, que era su primo paterno y yerno.

De aquí que podamos traducir a la chía como ‘los partidarios’, como los que se autoproclaman ‘partidarios de Alí’.  Y la sunna, que se traduce como ‘tradición’, es decir, la corriente ortodoxa del islam, que optó por seguir el sistema consultivo que había establecido el profeta para designar al sucesor y reconoció a Abu Bakr como el primer sucesor.

Esta división de los partidarios del islam ha dado también lugar a múltiples conflictos entre estos. División que inició la lucha ideológica-religiosa existente desde hace más de catorce siglos.

Por el lado de judaísmo, la comunidad judía sufrió un gran cisma a finales del siglo XIX, con el surgimiento del sionismo;  este se desplegó a sí mismo como un movimiento de liberación del pueblo judío, frente al antisemitismo creciente en el mundo; sin embargo, esta visión totalizadora, ya que abarca todas las cosas. Esto significa que es el más amplio, ya que no se centra en segmentos o parcialidades de la realidad, sino en la totalidad, visión que no fue compartida por el conjunto de la comunidad judía.

Ante la impetración de ocupar un mismo territorio, se comenzó a peregrinar por un camino lleno de conflictos, mediados por dos razones fundamentales:

  • Por un lado, hay que añadir que los árabes consideran a los judíos como invasores y como una nación artificial, que desempeña y actúa como satélite de Occidente, primero a favor de Gran Bretaña y luego de los Estados Unidos. 
  • Por otra parte, los judíos consideraban tener un mejor derecho sobre el territorio, ya que tenían la creencia de poseer un derecho original y divino a ocupar la tierra.
Este fue el comienzo de una serie de disputas entre judíos y árabes.

Sería erróneo presuponer que el conflicto es predominantemente de índole religiosa, y a esto agregarle los factores económicos y geopolíticos. Por lo tanto, es preciso abordar la temática como un problema geopolítico con tintes religiosos, económicos y de poder; de lo contrario, se la estaría analizando conuna mirada torcida, que torna incomprensible la magnitud del conflicto y convierte toda visión proyectada en mera falsedad, carente de sustento real y fáctico.

Conclusiones

Las riquezas en disputa:

Existe una riqueza petrolera que se pretende administrar. No obstante, para poder conseguirlo, primero hay que tener la región bajo control económico y militar. Este dominio, también estratégico, ha sido logrado por Israel y sus aliados de manera paulatina pero constante. Es solamente una parada más, pues el verdadero objetivo es derrocar al gobierno de la República Islámica de Irán.

La otra parte:

La misión es compleja, porque Irán tiene como aliados a Rusia y China, lo que estorba y complica aún más la situación que impera en la región. 

Lo que hay que evitar: 

La tensión ha llegado a un grado tal que incluso es posible considerar que se desate una guerra de dimensiones internacionales, lo que hace necesario que no se escatimen esfuerzos para encontrar una salida pacífica a un conflicto en el que una y otra vez emergen condiciones de tensión agravada que llevaron a dos guerras mundiales en el siglo XX. 

Hipótesis no deseada:

Que no hay que descartar la hipótesis de que Oriente Medio sea el origen de una nueva guerra mundial.

Aproximaciones:

El drama de los pueblos divididos, fraccionados por fronteras artificiales de los Estados nación o de las naciones sin territorio y sin Estado, tiene un parangón en el pueblo judío, una diáspora que finalmente encontró un territorio, pero a costa de expulsar a otro pueblo milenario: el palestino.

Opiniones, pero que al mismo tiempo da cuenta del drama, del llanto diario de una región desmembrada y atravesada por conflictos ancestrales y crisis permanentes.

Ernesto Pompeyo Cerda Serna

Contador Público y Auditor. Socio del Despacho D. E. C.  y Miembro del Despacho Internacional PKF North American. Autor de los libros. Adiccionario Político. Kratologia. Literatura y Poder.