No tengo edad, tengo vida
Al comentar con un excelente amigo, el Dr. Herrera, sobre la vejez y la vida, me refirió lo que su padre Don Jesús, que vivió cerca de los 100 años; él decía cada vez que le preguntaban su edad:
“No tengo edad, tengo vida”.
Esta es una gran enseñanza de vida, ya que exponía con su forma de vivir que: “es la actitud lo que cuenta”.
Cómo afrontemos a la vida constituye un factor importante, al momento de potenciar y conseguir un envejecimiento positivo, activo, alegre, saludable y plenamente feliz y saludable.
De las enseñanzas de vida, extrajimos el concepto de afrontar, porque afrontar supone reconocer al otro y darle espacio, y surge la oportunidad de aprender de los demás, de abrirse y salir de un aislamiento insano; aventurarnos a salir fuera de nuestra aislada y falsa seguridad y mirar hacia delante, abiertos a ver sin ficciones y dogmas la realidad tal y cómo es, que es muchas veces discrepante, desafiante y dolorosa
Porque así, viviremos crecidamente, desarrollando la aceptación, la serenidad y la confianza en el proceso de vida, aunque algunos resultados, algunas veces sean diferentes del esperado.
Nos impulsa a desdoblar, desplegar y a procesar, afrontando de frente y positivamente a nuestros fantasmas del pasado, a los recuerdos dolorosos, a los rompimientos de relaciones y pérdidas por muertes; la respuesta emocional a los procesos como son: dolor, pena, ira, tristeza... entre otros más, el duelo. Se espera que, con el tiempo, la persona debería poder usar su energía emocional de otras maneras y fortalecer otras relaciones al luto, que es el proceso de adaptación a la vida y al duelo.
Por lo que entendiendo y comprendiendo, que las pérdidas no van a doler menos o desaparecer por el hecho de negar su existencia, o continuar sin someterse a superar sus etapas de shock, negación, negociación, ira, tristeza y dolor, aceptación y seguir adelante pesar de todo.
Pero se hace necesario evitar y pugnar, porque el duelo no se convierte en uno crónico o patológico. Este tipo de duelo se evidencia cuando una persona prefiere recordar continuamente al ausente, habla de él de ella forma constante y como si todavía continuara la relación o estuviera vivo, porque ese comportamiento no es solo difícil de llevar para quien lo sufre y padece, sino para su entorno familiar y otros seres apreciados y estimados.
Para quienes se solazan en burlarse de los viejos, les recordamos que la juventud no es eterna, y que no somos lo que estos creen y que magistralmente lo dice Benedetti:
Aquí no hay viejos,
solo que llegó la tarde.
Viejo es el mar y se agiganta,
viejo es el Sol y nos calienta,
vieja es la Luna y nos alumbra,
vieja es la Tierra y nos da vida,
viejo es el amor y nos alienta.
Aquí no hay viejos
solo nos llegó la tarde.
Muchas son las enseñanzas que se reciben de estos seres de vida, y como un recuerdo in memoriam de Don Jesús, reproducimos el siguiente poema: