Cómo sobrevivir al caos con estilo: lecciones (resilientes) de Carlos Alanís
Se cae el sistema, el jefe te pregunta por un reporte que no existe (y nunca existió), te bloquea la persona que pensabas invitar a cenar y, para colmo, la báscula dice que tu dieta es puro cuento.
En ese preciso instante, aparece el algoritmo de YouTube con un mensaje salvador:
- Cómo construir una mentalidad resiliente, por Carlos Alanís.
Y claro, uno le da clic.
Porque si alguien puede enseñarnos a no perder la fe después de que el Oxxo se quedó sin café, es este tipo que, con su tono de “hermano mayor que sí la pensó”, logra que la resiliencia suene menos a cliché y más a habilidad de supervivencia millennial.
¿De qué habla el video?
Carlos Alanís arranca con una idea sencilla: todos tenemos problemas, pero lo que define el resultado es la narrativa que construimos alrededor de ellos.
Básicamente, no es lo que te pasa, es el cuento que te cuentas.
Lo cual me parece muy atinado, porque a mí me encanta contarme historias.
Con ejemplos cotidianos y cero extraños, Alanís explica cómo la resiliencia no es algo mágico ni heredado por tus ancestros espartanos, sino algo que se cultiva.
Y aquí viene el primer golpe de realidad: aceptar la incomodidad.
Eso, amigos, significa aprender a estar mal sin perder el estilo.
Sufrir, pero con propósito.
Tres ideas que me volaron la cabeza (o casi)
Acepta que no tienes el control (y eso está bien... o al menos eso dicen)
Carlos nos dice que hay que dejar de intentar controlar todo.
Y sí, entiendo el concepto, pero te juro que hay días donde si no controlo el volumen del Spotify, acabo escuchando reguetón filosófico que no pedí.
Ahora bien, ¿qué significa realmente aceptar que no tienes el control?
Significa que te vas a esforzar, te vas a preparar, vas a mandar ese correo bien redactado, y aun así puede que la respuesta tarde tres semanas... o nunca llegue (hola, Recursos Humanos).
La clave, según Alanís, es hacer las paces con la incertidumbre.
Entender que la vida tiene su propio algoritmo, y que por mucho que quieras ser el programador, a veces solo eres el usuario esperando que cargue el video sin que se congele.
Y sí, la falta de control genera ansiedad.
Porque nos vendieron la idea de que si te esfuerzas y eres bueno, todo sale bien. Spoiler: no siempre.
Pero si logras soltar el volante emocional, algo pasa.
Te relajas.
Disfrutas el camino (o te duermes mientras otro maneja, que también se vale).
Define tu sistema, no tus metas (porque el Excel de tu vida necesita menos objetivos y más hábitos)
Este punto fue una mega impresión.
Carlos dice que no te obsesiones con el destino, sino con el camino.
Suena a frase de Paulo Coelho, pero lo explica de manera mucho más aterrizada.
La meta es el qué (quiero ahorrar 100 mil pesos, quiero bajar 10 kilos, quiero leer 50 libros este año).
El sistema es el cómo (me comprometo a ahorrar el 10% de mi sueldo cada quincena, a entrenar 4 veces por semana, a leer 10 páginas al día).
Y la magia está en el sistema porque eso es lo que te lleva, casi sin darte cuenta, a la meta.
Es como cuando dices: “Voy a ser más resiliente”.
¿Y eso cómo se traduce?
En pararte temprano aunque hayas dormido cinco horas, en ir al trabajo aunque quieras renunciar a todo y vivir en una cabaña criando gallinas.
El sistema es levantarte, hacer lo que toca y confiar en que cada pequeño paso cuenta.
Ahora, si eres como yo, seguro estarás pensando: ¿y no hay margen para el desmadre?.Claro que sí.
Los sistemas buenos contemplan la realidad, no la utopía.
Hay espacio para los cheat days, los días flojos y los de crisis existencial.
Pero el sistema sigue siendo tu columna vertebral.
La constancia que sostiene incluso cuando tú estás a nada de mandar todo al caño y aplicar la de “empiezo el lunes” (otra vez).
Cuenta tu historia desde el poder, no desde la víctima (nadie quiere ser el personaje secundario de su propia vida)
Aquí Alanís la rompe.
Nos dice algo incómodamente cierto: todos nos contamos historias todo el tiempo.
Y esas historias construyen la identidad que después cargamos como tatuaje emocional.
Hay dos opciones: o te cuentas la historia de que el mundo te debe algo y la vida es injusta porque tú eres el mártir incomprendido, o decides que lo que te pasó solo podía haberle pasado a alguien capaz de superarlo y convertirlo en su insignia de honor.
Piénsalo.
La narrativa de “pobre de mí” nos da likes instantáneos, empatía rápida y abrazos gratis (a veces).
Pero la narrativa de “esto me pasó y ahora soy más fuerte que nunca” te da algo mejor: respeto propio.
Orgullo.
Esa mirada en el espejo de "soy una pistola y nadie me detiene (ni yo mismo)".
Contarte la historia desde el poder es asumir que tu vida es Rocky, pero tú escribes el guióny también decides cuándo suena la música épica.
Porque sí, te caíste.
Y lloraste.
Pero te levantaste y ahora corres por las escaleras con los brazos arriba.
Eso es resiliencia, y eso es lo que Carlos te quiere decir.
Que todos somos el protagonista si decidimos tomar el papel… aunque a veces el guion se escriba a las 3 a.m., con ojeras y café soluble.
En fin…
Carlos Alanís hace lo que pocos: aterriza la resiliencia a un plano donde sí te dan ganas de practicarla y no de poner los ojos en blanco.
Su video no es un discurso motivacional de esos que terminan con “¡tú puedes lograrlo!” mientras el coach se sube a su BMW.
Es honesto, práctico y hasta te da chance de quejártelo tantito… pero solo tantito.
Conclusión: Resiliencia 101 para sobrevivir
Así que, si te preguntas cómo seguir de pie después de la junta que no debiste aceptar, la ruptura inesperada o el spoiler del final de tu serie favorita, Carlos Alanís tiene la respuesta: cambia el cuento, enfócate en lo que sí puedes hacer y abraza el caos con humor.
Y si no funciona, aquí estamos los amigos para recordarte que la vida es difícil… pero no estamos solos.