El diablo anda suelto
Lo que nos faltaba. Encima de la contaminación que generan la refinería de Cadereyta, las industrias, las pedreras y el parque vehicular, el diablo llegó con su infierno a la sierras de Arteaga y de Santiago.
La negligencia de unos mamíferos que fueron a disfrutar de una carnita asada al pie de la montaña, fue la culpable. Olvidaron un pequeño detalle: cerciorarse de apagar el fuego que hoy ha achicharrado más de cinco mil hectáreas de Coahuila y Nuevo León.
Una chispa fue suficiente para iniciar la tragedia ambiental.
La contaminación provocada por los sampetrinos fue devastadora. Flora y fauna tardarán décadas en recuperarse.
La incuria de los mamíferos, oriundos de San Pedro Garza García, no sólo deja damnificados en dicha zona y a los ecosistemas pulverizados, también intoxicó a la ya de por sí envenenada calidad del aire del área metropolitana de Monterrey.
El incendio forestal generó monóxido de carbono, óxidos de nitrógeno, dióxido de azufre, entre otros compuestos contaminantes visibles e invisibles. Aunque no sea evidente, la contaminación aquí está, encima de la metrópoli.
Y por decir lo menos, el humo mezclado con gases tóxicos contamina los pulmones e irrita los ojos, de ahí que muchas personas hayan experimentado conjuntivitis durante esta semana.
¿On´tá dios?
Me pregunta un compadre que trabaja en la SEMARNAT, Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales. “Parece que el diablo anda como Juan por su casa”.
El fuego no es misericorde ni con un millón de padres nuestros, asegura mi compa. El viento y esta sequía, tampoco ayudan, tenemos todo en contra. Lo bueno es que no hay víctimas mortales, agrega.
“El daño ya está hecho. Y todo por una chispa. Ojalá que agarren a estos cabrones y les den un castigo ejemplar”.
Y solté la carcajada…
Nota.- Las fotografías fueron tomadas por Andrés Meza a las 11:00 horas, desde un mismo punto ubicado en las faldas de la Sierra Madre.