Hegemonías, estandarización cultural, y el futuro

Carlos Chavarría DETONA: No uso en estas líneas a la hegemonía en el sentido liberal del término que la asimila con autoritarismo, sino en el sentido de articulación de alianzas que hacen posible la dirección intelectual y moral de la sociedad, y la construcción de un sentido común.

La clase de futuro que se puede construir si todos los países adoptaran la misma narrativa cortoplacista que llevo a Trump de nuevo al poder en los EEUU, no solo sería una regresión, sino una completa negación de la estandarización cultural  bajo la óptica occidental del modernismo en la postguerra en el Siglo XX, bajo la cual el Grupo de los 8 de aquel tiempo (los vencedores) determinaron como mejor dirección estratégica para evitar más conflagraciones como las que ocurrieron en el siglo pasado.

Los populistas de izquierda y derecha necesitan culpables para señalar en sus narrativas que lo que buscan en realidad es dividir la sociedades en amigos y enemigos, y en adversarios o aliados.

 

“La polarización política es un problema y la vida cívica resulta cada vez más compleja. La tecnología está propiciando una enorme gama de oportunidades, pero también generando riesgos que correrán nuestros nietos al enfrentarse al internet de las cosas, la inteligencia artificial, los macrodatos, el aprendizaje automático, los deep fakes y los botsgenerativos, por citar solo algunos. Y se aproximan desafíos aún mayores desde el ámbito de la biotecnología, por no hablar de los asociados al cambio climático”

Trump pretende ahora redefinir todos los aparatos conceptuales para la  gobernanza global y las instituciones en cuyo seno pudiera operar  la política, esta última  trabajando y resolviendo las diferencias mediante la apertura, la libertad y la ética agregativa como ejes.

La política se ve confrontada con el hecho de que la mayoría de los países del G20 que si aplicaron las recetas acordadas, poco a poco van superando a los EEUU en competitividad y avances culturales.

Trump profiere que le corresponde a los EEUU y su gobierno volver a la anacrónica  “teoría del destino manifiesto hegemónico”, narrativa  que tanto daño ha causado a la humanidad, como respuesta para “recuperar” para EEUU lo que ya no tiene posibilidad alguna, la obligación  de una cultura estandarizada alrededor del utilitarismo desarrollada solo por y para ellos.

Resulta va a resultar que el grito lanzado en el Siglo XVIII de la Revolución Francesa de  Libertad, Igualdad, y Fraternidad, fue solo una proclama incendiaria y  atrayente pero vacía. 

Todo lo convenido globalmente en materia económica, política, científica, para la convivencia y superación de los problemas y diferencias ya no se acomoda a la circunstancia de los nuevos girondinos republicanos y se debe volver a las formas del garrote y la zanahoria para salvar la crisis soterrada que acecha desde 2008 y de la que aún no se ve claro como terminar.

En esta edad antropocéntrica en la que el planeta nos demuestra que no tiene dueños, se plantea como novedad que se debe volver a la división del mundo humano en propietarios, súbditos y marginales, en absoluta contradicción con las evidencias.

En este momento en que las verdades alternativas, sustentadas en falsas creencias y sesgos insalvables, nos mantiene hundidos por la arrogancia de los  lideres que diseñaron el orden actual de las cosas, todavía hay quienes crean  que tenemos e futuro en nuestras manos bajo la hegemonía que dicta todo. 

Es tan débil la consciencia universal, que hoy se corren  apuestas por si Trump será el nuevo Nerón que se atreverá inmolarse y junto con él al mundo que le rodea, en aras de continuar con un modelo de política que no puede responder a las nuevas exigencias de la fragmentación del poder, mientras que su narrativa de un nuevo primer mundo ni siquiera pueden reponer la mano de obra y talento de sus envejecidas poblaciones sin la ayuda de aquellos a los que tanto desprecian.

En lugar de reconocer que ya las políticas hegemónicas son el mayor lastre que nos detiene para alcanzar un nuevo concordato mundial de voluntades, con el propósito de impedir  la degradación ética y moral que padecemos.

Todavía ni siquiera se ha podido firmar una agenda de compromisos vinculantes para detener o al menos mitigar la emisión de gases de efecto invernadero y Trump advierte que retirara a los EEUU de los órganos diseñados para tales efectos.

Lo más sencillo para los seres humanos y  la humanidad en general siempre ha sido entrar en pleitos y guerras, lo difícil es salir de ellas.

Trump siempre se ha reconocido; según sus propios dichos; como  un experto en intimidación, en tanto que la mejor cualidad de todo líder siempre ha sido la prudencia, la que al parecer representa su mas notorio déficit. 

Lo entiendan o no los lideres el mundo, cualquier futuro eutópico pasa por imaginar, compartir, concordar y trabajar. Persistir en el absurdo de vencer y someter a los demás no significa más que una pérdida de tiempo valioso para encontrar una salida viable hacia el futuro.

Parafraseando a Fabiola Aguilar de la UNAM:

“Necesitamos hegemonías si, pero que nos empoderen hacia una nueva forma de darle sentido a la realidad desde otros parámetros: urge articular imaginerías críticas no-antropocéntricas pero situadas, es decir, sensibles al contexto, para reconfigurar los marcos de lo vivible y revisar los parámetros de la administración de la precariedad”.

En otras palabras, necesitamos crear una revolución en el pensamiento y la cultura global para la construcción de un futuro mejorado posible y viable, en una lectura profunda de las tensiones por venir en el campo social y cultural.

Para ello, debe revisarse los procesos y mecanismos puestos en operación, a través de los aparatos hegemónicos contemporáneos que buscan su establecimiento y arraigo en esta nueva era”. 

En el nuevo mundo, no es el pez grande el que se come al pez pequeño, sino es el pez rápido el que se come al pez lento”.

Los que no se adapten rápidamente a los nuevos cambios tecnológicos tenderán a perder relevancia y a desaparecer. 

Frase de Klaus Schwab, Fundador y Presidente Ejecutivo del Foro Económico Mundial.

Carlos Chavarría

Ingeniero químico e ingeniero industrial, co-autor del libro "Transporte Metropolitano de Monterrey, Análisis y Solución de un Viejo Problema", con maestría en Ingeniería Industrial y diplomado en Administración de Medios de Transporte.