La caída del Rey Malolín

Elena Chávez DETONA este cuento.

El rencor y la amargura con la que inició su reinado estaba a punto de devorarlo.

El Rey Malolín sabía que su tiempo se terminaba y no había podido cimentar sus deseos de convertir a Mexicolandia en una nación donde, aún después de muerto, se le adorara como el más grande monarca de todos los pueblos de mundo.

La rebelión, casi clandestina, había comenzado unos meses después de haber sido coronado al dar a conocer sus verdaderas intenciones de esclavizar a sus gobernados para perpetuarse en el poder y así vengarse de quienes en el pasado lo habían ofendido y humillado cuando era, se lo habían dicho los oráculos, el elegido del Altísimo.

La furia dominaba su espíritu

No iba a salir del Palacio que despedía, de día y noche, destellos brillantes del oro con que habían tallado muebles, marcos y enormes lámparas que ante sus ojos eran gigantescas arañas que lo protegían de los enemigos, fracasado.

El Rey Malolín quería dar el último golpe a los rebeldes que con sus constantes mentiras y chantajes ya no pudo manipular.

De pie frente al retrato de su antecesor que admiraba, Benito Juárez, el Rey Malolín le pedía sabiduría para enfrentar al pueblo que estaba a punto de derribar las pesadas puertas del Palacio para sacarlo y juzgarlo a media plaza por su alta traición.

Con las manos atrás de la espalda y los dedos entrecruzados repetía, sin importar lo escucharan sus lacayos, que los rebeldes neoliberales no se saldrían tan fácilmente con la suya, los iba a castigar con la rudeza y perversidad con que reinó Mexicolandia.

El odio en sus ojos parecía fulminar el retrato de su héroe

Las carcajadas esquizofrénicas del Rey Malolín sacudían a su servidumbre que huía despavorida ante la posibilidad de ser “presas” de su venganza.

Necesitaba con urgencia quien le cubriera las espaldas para no ser decapitado en plena plaza y ante la mirada de sus víctimas.

Recordó que entre sus mayordomos y chambelanes estaba una hechicera que le había servido con tal lealtad que se había hecho a su semejanza.

¡Sí! Claudián como se llamaba la mujer, era la más adecuada para salvarlo del destierro vergonzoso o de ser llevado a la prisión de Palacio para terminar confinado en la más completa soledad.

Otra grotesca carcajada salió de su garganta.

Se alejó del retrato que por largos minutos había observado en espera de una respuesta de quién podría vengarlo y de inmediato reunió a todos los que esperaban sucederlo en el trono:

“Es Claudián, les dijo y no aceptó reproches, el reino es mío y siempre lo será si la hechicera es mi títere”.

El silencio fue sepulcral, rebelarse, sabían, les significaba la muerte política en Mexicolandía y quizá hasta ocupar alguna de las celdas que rodean a la principal, la de los reyes traidores.

Claudián aceptó la propuesta de su Rey Malolín y comenzó a visitar, en compañía, de los delincuentes del reino, los pueblos de Mexicolandía para dar a conocer a los pobladores lo que el perverso monarca había decidido.

“Dentro de poco, advertía a quienes le llevaban a sus mítines, yo seré su reina y pobre de aquel que ose
desafiarme, desobedecerme o traicionarme porque el Rey Malolín soltará al gran tigre de fanáticos que están hambrientos de venganza.

Ni el Rey Malolín ni Claudián esperaban que la rebelión en Mexicolandia llegará a tal grado que comenzaron a salir los abusos de corrupción del monarca y de su familia.

Ladrones consumados que ante el poder del jerarca decían “dormir tranquilos”, porque el temible Rey había perfeccionado su “modus operandi” para perfeccionar sus mañas y saquear a la nación utilizando el método del “cash”, así nadie de los enemigos neoliberales les encontrarían pruebas de sus raterías.

El reinado de Malolín fue de total crueldad

Negoció con los criminales de Mexicolandia y los muertos crecieron exponencialmente sin importarle masacraran a niños y jóvenes, los oráculos le habían dicho que todo le sería perdonado y ordenó a los guardias de la nación que los dejaran libres, que nadie se interpusiera en su camino porque serían, al final de su mandato, los que le darían protección.

Dentro y fuera de Mexicolandía las denuncias de corrupción en contra del Rey Malolín lograron que otros reinos del mundo voltearan a ver lo que sucedía en esta noble nación, en la que el monarca había hecho una jugada perfecta: dividir al pueblo.

Enardeció a los resentidos contra los que por esfuerzo propio querían superarse y el odio de los fanáticos de el gran tigre rugían persiguiendo a los que clamaban justicia.

El Rey Malolín sabía que había fallado en su intento de empobrecer y esclavizar al pueblo de Mexiolandia, su legado en la historía sería de corrupción y muerte y decidió pedirle opinión a la hechicera mayor de su reino, con quien se había casado poco antes de ser coronado: Bealtriz.

  • ¿Qué hago Bealtriz para vengarme de mis enemigos?, le preguntó.

La gran hechicera que constantemente le aseguraba al Rey Malolín y al pueblo de Mexicolandía que el sol se mueve, rota y se traslada, le respondió que su caída era inminente, no obstante, podría vengarse enviando al Congreso de legisladores una veintena de iniciativas para eliminar de una vez por todas la democracia que defendían los neoliberales con protestas masivas que evitaron se perpetuara en el poder

  • “Destruye todo Malolín, hazlos sufrir, aún tienes el poder y la oscuridad con la que gobernaste te protege”.
  • Así lo hizo. El Rey Malolín envió una veintena de propuestas amenazantes y prohibitivas para ayudar a Claudián a ganar el reinado y quedar impune ante sus atrocidades.

Sin embargo, a Bealtriz se le olvidó decirle al Rey Malolín que no le alcanzaba su poder para reformar la Constitución de Mexicolandia.

La caída del Rey Malolín está cerca. Su final está por escribirse.
Elena Chávez

Periodista egresada de la Escuela Carlos Septién Garcia. Reportera en los periódicos Excelsior, UnomasUno, Ovaciones, en la revista Época. Columnista en el periódico ContraRéplica y en MujeresMas. Reporteta interna en el Senado de la República y Secretaria de Gobdrnacion. Funcionaria Pública en el Gobierno del Distrito Federal. Diputada Constituyente de la CDMX. Ha escrito los libros Ángeles Abandonados,.Los 7 Dones de Lucas. Elisa, el diagnóstico final, El Rey del Cash y El Gran Corruptor. Es activista por los derechos de los animales.