Lo más difícil
Luego de un largo y sufrido parto, la joven madre primeriza y exhausta le preguntó a la enfermera que la atendía: - “¿Ya pasó lo más difícil?”; a lo que la enfermera, mujer madura y sabia, respondió con esa calma estoica que solo dan los años y la experiencia: -“No querida, lo más difícil apenas comienza.” Y es cierto. Ser madre no es solo parir, sino todo lo que viene después.
Así, las mujeres hemos luchado, pujado y empujado por décadas para llegar no a nuestra meta, sino a nuestro verdadero punto de partida.
Para las mujeres con aspiraciones políticas o de puestos clave en la administración pública de Nuevo León, este sexenio es más que importante; es trascendental.
Tanto en Salud, Educación, Administración, Desarrollo Social, Participación Ciudadana, la Contraloría, Turismo, la Secretaría de la Mujer, el IEPAM (Instituto Estatal Para Personas Adultas Mayores), el IEM (Instituto Estatal de la Mujer), Oficina “Amar a Nuevo León”, y hasta la presidencia del Congreso del Estado, son puestos cruciales de alto nivel ocupados por mujeres brillantes con trayectorias impecables.
Tanto en el gabinete primario como en el ampliado, las mujeres llevan mano. En este sexenio, las mujeres traen “vara alta”, con voz, voto y poder de decisión como nunca había sucedido.
Todas estas mujeres tienen ahora un gran reto: demostrar que tienen toda la inteligencia y el talento necesario para hacer un gran trabajo, cumplir objetivos, llenar expectativas, negociar, y sacar adelante las tareas propias de la posición que ocupan.
Esto no las exenta de sufrir contratiempos, cometer errores o tener tropiezos y un sinnúmero de problemas como le sucedería a cualquier hombre que ocupara esos mismos cargos; porque va quedando claro que la eficiencia no es cuestión de género, sino de capacidades, conocimientos y carácter.
Aun así, -por ser mujeres- estarán bajo el escrutinio de una severa evaluación de resultados.
Sin embargo, sean cuales fueren sus resultados, ellas llevan sobre sus hombros la responsabilidad de abrir camino para futuras generaciones de mujeres listas para romper ese techo de cristal que hasta hace poco tiempo limitaba, excluía y marginaba a las mujeres de la posibilidad real de las grandes oportunidades para su desarrollo personal y profesional.
Su accionar y su capacidad de servicio serán su mejor discurso en favor de la paridad, para erradicar la violencia de genero en el trabajo, para acabar con el estigma de la subordinación femenina, para garantizar el derecho de las mujeres a la participación política y al liderazgo.
Con ellas, las mujeres en el ámbito de la administración pública y la política pasarán de la invisibilidad al reconocimiento.
Sin embargo, su desempeño lleva implícita la aplicación de medidas afirmativas para garantizar la presencia de las mujeres en puestos clave, de alta responsabilidad, de autoridad y de liderazgo dentro y fuera de la estructura gubernamental.
Hay que hacer valer la agenda de igualdad y paridad más allá del discurso oficial politiquero, más allá de la manifestación violenta, la destrucción, los gritos, los golpes, la sangre o la rivalidad y violencia de género que tanto dolor ha causado.