Acecho naranja
La contienda para la sucesión presidencial está más caliente que carretera de asfalto a las 3 de la tarde, en verano, allá por la bella Sonora.
Marko y Alito, porque Chucho no incide, quieran aparentarle a su patrón X. González que todo está bien; la realidad es que llegarán al 2024 muy dañados, con Xóchitl o sin ella.
La fuerte base priísta nacional ya no figura y el panismo ha dejado entrar en muchos estados a personajes egoístas que jalan agua sólo para sus molinos y no hacia el interés común de la militancia.
Todo esto abona al proyecto de MORENA.
Pero cuidado, ni Mario Delgado ni Citlali Hernández deben confiarse porque hay un zorro experto en robarse las migajas que descuidarán los viejos y escuálidos coyotes de la Alianza.
Cuidado con el vulpino Naranja
Es verdad que MORENA le lleva ventaja a Movimiento Ciudadano en la consolidación de estructuras a lo largo y ancho del país. Pero los discípulos de Dante Delgado suplen sus deficiencias de penetración territorial con un discursito muy buena onda, que para quienes no tienen maduro el sentido del olfato, inhalan y compran con facilidad el tufo de la mercadotecnia política.
La esencia en sí de los ideales del movimiento naranja muta con facilidad previo a las contiendas electorales y se adapta con mayor empatía a la región que seguros están, podrán conquistar.
Los estatutos de partido se quedaron nomás en papel y su caprichosa ideología se contagia a través de Facebook, Instagram y Tik Tok.
El proceso electoral del 2024 será una prueba de fuego para que MORENA logre consolidar su hegemonía, más allá de la influencia que la figura del presidente Andrés Manuel López Obrador imprima al partido.
No tengo duda de que el siguiente sexenio la cuarta transformación continuará de la mano del candidato que más cercano esté a la forma de trabajo que AMLO ejemplifica. Pero lo chocante es futurear y observar que para el 2030, el Naranja pueda rebasar por la izquierda, a la izquierda. Con esa supuesta social democracia, que creen representar.
Me preocupa que Dante Delgado tome conciencia de la mala imagen que salpica a sus simpatizantes como dirigente sectario de partido y se haga a un lado para que otra figura menos polémica tome las riendas del mismo.
¿Será Ebrard, acaso?
Me incomoda que con su Movimiento de la Alegría, convenzan a más jóvenes en estados como Veracruz (donde el dirigente estatal, elección tras elección, pierde la oportunidad de brindarle el territorio a su jefe Dante, sobre todo por ser originario del mismo) y obtengan una gran rebanada del jugoso padrón nominal nacional.
Me inquieta que Luis Donaldo Colosio Riojas llegue al 2029, madure políticamente aunque siga colgado de su apellido, y entienda la realidad del México que su papi simbólicamente le heredó; para posteriormente ganar la presidencia de la República.
Me asusta que el electorado sucumba al encanto internacional del discurso cool de LA AGENDA 2030 y sea feliz.
No basta con ganar otro sexenio para MORENA si se busca perpetuar el legado de López Obrador.
Se deben cerrar filas, ponerse cuchillos entre los dientes y defender lo que tanto costó alcanzar.