Ni el volteado de piña le quitó la amargura
Les platico:
Nunca he probado ese pastel y creo que nunca lo probaré, por razones que quedé de platicarle luego al dramaturgo Hernán Galindo. Es el favorito suyo y dicen que es delicioso.
Pero no es para mí porque como dijo el director Arturo Mariscal, la obra "La Mala Costumbre" le trae malos recuerdos.
Le pregunté a la experimentada actriz Pilar Diosdado si en su papel de Azalea había improvisado cuando visita a su vecina Idalia -Arol Greta- llevándole un volteado de piña, antes de sentarse a la mesa a platicar ambas de la terrible experiencia vivida por la segunda y su familia, al ser asaltados, agredidos y ella violada en su propia casa por una banda de delincuentes.
Pilar se atacó de la risa al responder que no; lo del volteado de piña está en el guión y conociendo a Hernán desde hace tantos años, quienes dirigen y actúan sus obras, no le mueven ni una coma a sus guiones.
¿Dónde he escuchado antes esa frase? Ah, sí, en las iniciativas de ley enviadas por AMLO a sus vasallos y lacayos en el Congreso de la Unión.
Obras de Hernán tienen un sello propio.
El final se lo deja al público para que en base a la información asimilada durante la obra, cada uno construya el suyo propio.
Esta obra fue concebida en el año 2009, cuando la violencia afloró brutalmente en Nuevo León.
El director Arturo Mariscal -por cierto, estupenda, como estupendo es él como actor- dijo en el diálogo que se armó al final con el público, que tras haberse iniciado en Nuevo León, la violencia se irradió luego a todo el País.
En realidad no fue así.
El descaro, la saña y el cinismo de las bandas de la delincuencia organizada y también de la no tan organizada, se extendió parejo por todo México debido a la estúpida "estrategia" del ex presidente de ofrecer abrazos a quienes prodigaban balazos.
Nuevo León fue uno de esos Estados donde se hizo más evidente, porque no estábamos acostumbrados a ella.
Incluso Arol Greta, actriz chilanga avencidada en Monterrey, lo dijo.
Antes se creía que la violencia era connatural y exclusiva a la Ciudad de México y que Monterrey era una de las pocas islas al margen de ese fenómeno.
Ya no es así. En una parte de sus diálogos con los actores y con el público, dijo que ahora la capital regia está igual o peor que la CDMX al respecto.
Paranoia nos invade.
Después de haber sufrido a manos de los delincuentes, la familia de Martín (Sergio Quiñones), Idalia y su hija Ana (Ana Lucía Blake), viven envueltos en una paranoia.
Martín es reportero de deportes en un medio local y cree -ilusamente- que por el tema de su trabajo no corre el mismo riesgo de quienes tocan temas políticos y de la "nota roja", dando cuenta de la violencia cotidiana.
En realidad, como dijo Hernán en el diálogo al final, todos son un tanto inocentes, comenzando por la advertencia que Idalia les hace a su marido y a su hija de cerrar bien la puerta, con todos los cerrojos, como si esto fuera suficiente para no sufrir otra experiencia como la que ya vivieron.
El estruendoso final de la obra confirma lo que aquí les digo.
El público se voltea a ver unos a los otros como preguntándose: ¿qué jodidos sucedió?
Las luces se apagan; se vuelven a encender. Los actores ya están todos de pie en señal de agradecer la ovación, pero el público está paralizado, no sabe qué hacer. No aplaude.
Les caló hondo lo que acaban de ver en escena.
Hay un perfume francés que se llama Fracas, que en español significa gresca o estruendo.
No me extrañaría que el personaje de Idalia lo usara, porque todo en ella es estruendo, a la hora de rezar, de persignarse, de encomendar a Dios a los suyos para que no les vaya a pasar nada en el camino a sus ocupaciones, de preguntarles si cerraron bien las puertas.
Idalia es el eje de esta obra, una mujer castrante de tanto vivir aterrorizada por lo que le sucedió.
Recuerda con los ojos entrecerrados cómo los delincuentes que los agredieron y robaron, antes de sacar las armas, se santiguaron, como lo hace mucha gente hace la cruz antes de iniciar su trabajo diario.
Seguramente después de su jale, los criminales llegan a sus casas a leerles cuentos a sus hijos antes de dormir.
Como dijo el grafitero que le pintarrajeó el trenecito maya a López Obrador:
Su marido, el reportero, ansía tener momentos de intimidad y se la faja aún estando sentados a la mesa.
Chingado, hasta ese placer se pierde cuando uno de los dos en la pareja, vive aterrorizad(a)(o)(e) y con el Jesús en la boca.
Hasta ese placer no quitan los delincuentes. Cabrones.
Cajón de Sastre:
- La violencia que inunda a México vuelve a muchos, paranoicos.
- En la vida real algunos creen que es mejor tener miedo porque nos volvemos precavidos; el problema es cuando nos paraliza. No en todo, diría el alburero.
- Como dice Azalea, qué duro es que una madre tenga que cuidarse hasta de su propio hijo.
- "La Mala Costumbre" estará en escena en Casa Musa los lunes 20 y 27 de enero, más 3, 10, 17 y 24 de febrero.
- Mañana, cambio completo de programa, sin faltar el Incomparable Iván y toda la Compañía.
El autor en otros medios nacionales y extranjeros:
https://www.sdpnoticias.com/autor/placido-garza/
https://muckrack.com/placido-garza
https://qoshe.com/yazar/pl-cido-garza/2695060
https://vanguardia.com.mx/autor/-/meta/placido-garza-irreverente