Reverente

Anécdotas de un médico jubilado, pero no amaestrado, como otros "ados" que pululan por ahí...

El Dr. Morales DETONA su texto dominguero, previo a su jornada de futbol americano, como aficionado, claro, aunque ganas ni energía le faltan para andar en el emparrillado...
Muy buenos días, estimados detonautas.

Arráncome con mi entusiasmo y enjundia característicos que me han acompañado por casi 74 años, a propósito de nuestros 51 de haber terminado la carrera de Medicina.

Entonces, acuden a mi mente múltiples anécdotas.

Algunas divertidas, otras tristes, terroríficas, afortunadamente, las menos.

Sin embargo, como ayer nos reunimos los que aun quedamos más o menos funcionales y animosos, acordaron, a petición de mi Rosita, que es más activista y reclutadora de talentos que todos nosotros juntos, que aquí su REVERENTE servidor podría actuar como el cronista de la generación 67-73 de la Facultad de Medicina de la UANL.

Ahorita temprano y recordando las "feises" características de mis compañeros 51 años atrás, frescos, lozanos, rozagantes, sanos y algo pispiretos, recordé que después de un examen final, creo que fue el de bioquímica en primer año, acordamos ir a celebrar a uno de tantos lugares de solaz, esparcimiento y ambiente familiar que en aquel tiempo abundaban por la colonia Treviño.

Ni nos pusimos de acuerdo quien iba a pagar, solo con el acelere de que terminábamos exitosamente el primer año, ni nos acordamos, ya que uno o dos de los más riquillos eran de los organizadores al vapor de tan relevante ceremonia.

Abordamos cuatro carros y nos arrancamos por el rumbo de Guerrero y Democracia en donde, tengo entendido ya nos esperaban un muy nutrido grupo de damiselas de muy agradable apariencia y estado de ánimo festivo.

Éramos alrededor de 20 inocentes, probablemente 17 años de edad en promedio en el grupo, hijos de familia y señoritos la mayoría (en la Indepe marchamos pronto) y las chicas nos tomaron del brazo

Hubo quien llevaba una en cada brazo y se inició una plática sincera, tranquila, inocente, matizada por preguntas:

  • ¿Como te llamas?
  • ¿Cómo te dicen?
  • A mi "el pelucas".
  • ¿Qué materia te gusta más en la escuela?
  • ¿Tienes muchos amigos?

Jí, jí, jí, jé, jé, jé, jú, jú.

Se empezaban a escuchar risitas celebradoras de un futuro inmediato triunfador, pues, en la generación somos dos grupos el "A" y el "B".

En el "A" están quienes se apellidan Álvarez hasta más o menos la "L" de López y en el "Ɓ" de López o Martínez hasta la Z de Zapata".

Ah! Exclamaban las muchachas ante tanta organización.

Las risitas seguían ante la alegría de los también empleados quienes iban y venían con bandejas de bebidas y bocadillos.

Algunas ya se estaban tomando la libertad de picarnos el abdomen con el dedo índice y súbitamente la confrontación tremenda con la realidad:

¿Quién va a pagar?

Seguramente que nuestras caritas inmaculadas y la mayoría vírgenes mostraron una palidez y un asombro de, ¿como qué quien va a pagar?

¿Pues quien invitó?

Los financieros del grupo ya habían hecho cuentas e iban como $300 de consumo, sin contar la compañía de las muchachas, y entre todos juntábamos apenas poco más de $200.

Yo cooperé con los $18 qué traía y me salí apenado.

Me fui. caminando a la casa, ya no supe cómo se regresaron los demás.

Lo que platicaron luego es que habían dejado relojes y anillos para completar la cuenta.

Otra versión es que había sido una de tantas novatadas que los riquillos, gachos, mala onda y corruptos, nos habían hecho a los progres, buena ondita, pobres y ex monaguillos qué formábamos la mayor parte de la generación.

Hubo quienes se revolcaron de la risa.
Dr. Morales

Médico Internista desde 1979 hasta la actualidad, jubilado, dedicado a la investigación clínica, aficionado pasionalmente a la Salud y sucedáneos, el Rock and roll y el Foot Ball americano.