Back to Black / Francia, EUA e Inglaterra, 2024
La primera canción y video que vi de Amy Winehouse fue “You Know I'm No Good”, allá por el 2007 y mi reacción fue “wow” y busqué más de esta artista, fascinado por el estilo sardónico de la cantante.
Acto siguiente fue ver y conocer qué más ofrecía esta cantante y qué más había, aparte de su álbum Back to Black.
De hecho, la película sobre la vida de Amy Winehouse se llama igual que su álbum, Back to Black, y son los nueve años y dos álbumes que tuvo de carrera en la industria, terminando tristemente a la edad de 27 años, muriendo por ingesta excesiva de alcohol.
La producción es lo que trae Hollywood al momento: explotar los bio-pics de inmortales figuras de la música, como hace poco la de Bob Marley, la producción de Rapsodia Bohemia (2018), Rocketman sobre Elton John (2019) y Elvis (2022).
Como corolario, morir como Amy a los 27 años la coloca en el “club”, el rango de otros artistas que fallecieron a la misma edad: Jimi Hendrix, Brian Jones, Janis Joplin, Kurt Cobain y Jim Morrison.
La película tiene como magnífico punto a favor la actuación de Marisa Abela (pequeños papeles en Rouge Agent y un mini papel en Barbie como Teen Talk Barbie) que encarna muy bien a Amy y canta realmente como Amy.
El punto en contra es la conducción de la directora Sam Taylor-Johnson, que filmó la primera película de 50 Sombras de Grey y aquí presenta una versión homogenizada, pasteurizada y desodorizada de la vida de la cantante.
La vida de Amy Winehouse fue una tragedia desde joven edad; alcohólica ya para los 18 años, y conocer a Blake Fielder-Civil (Jack O’Connel) fue el arranque de una relación tóxica entre ambos y es él el que la mete en drogas más pesadas.
Toda la película quiere ser un punto diametralmente opuesto a lo que fue el documental Amy del 2015, donde se conoce qué vivió y como fue explotada por Baker, su disquera y hasta su padre.
En el filme todo es amor; Vemos a una Amy que solo interpreta su propia música, no le importa el dinero y quiere ser auténtica, no quiere ser una Spice Girl.
Lo que sucede con Back to Black es que la película no nos regresa a lo oscuro, nos regresa a la visión fresa de Amy tras bambalinas que era lo que era: una joven talentosa que le arruinaron la vida entre la relación con Baker, la presión mediática y la verdad, Island Records que explotó su éxito, explotó al máximo el álbum Back to Black y nunca le dieron la libertad para grabar más canciones (que las había y salieron en un álbum póstumo).
Innegable que Marisa Abela nació para interpretar a Amy Winehouse.
Los montajes de la directora Taylor-Johnson son impecable, recreando esos momentos cuando la vida de Amy era sencilla cantando en pubs del barrio Camden de Londres, sus canciones compuestas por sus vivencias cotidianas y llevadas al público que la adoraba.
La producción ofrece la tremenda música de Amy, la presencia muy bien retratada de ella, pero toda la realización parece ser “lo puso el documental… vamos a poner lo opuesto”.
Más bien parece “vamos a quedar bien con Amy”.
La película es todo lo opuesto a lo que uno busca en una bio-pic donde se debe ofrecer “algo” y conocer a la artista.
Pero de hecho, y la realidad es que se conoce más lo que era Amy Winehouse por otros medios a lo que ofrece de su vida y obra Back to Black.