Irma Garrido y la venta de mujeres a AMLO

Elena Chávez DETONA el caso de quien huyó de la CDMX hace 15 años porque su tío, el ex gobernador de Morelos, Graco Ramírez, la quiso vender cuando López Obrador fue jefe de Gobierno de esa Ciudad.
Irma Garrido  vive aterrada porque, desde entonces, ha sido víctima de múltiples ataques, en uno, trataron de asesinarla

Me pareció detestable la historia que me contó, pero no sorprendente por tratarse de la persona que me mencionaba.

¿Qué más se puede esperar de un hombre que llegó a la presidencia de México, sobornando, chantajeando, manipulando a toda una sociedad cansada del PRI y PAN, que habían cavado su tumba con la corrupción de sus gobiernos?

López Obrador no fue diferente ni distinto, sino mucho peor

En su sexenio, envenenó la mente y alma de millones de mexicanos.

Durante 24 años lo escuchamos decir que todos sus males eran culpa de las clases medias y de los ricos, de la mafia del poder que desapareció cuando asumió la presidencia, no porque los haya sancionado por corruptelas entre el poder económico y el político, sino porque se asoció con ellos y pasaron de ser sus enemigos, a convertirse en sus asesores financieros.

¡Lo que faltaba!, pensé mientras leía el mensaje de Irma Garrido:

Prostitución de mujeres para acceder al poder, ya sea con alguna diputación local, federal, senaduría, presidencia municipal, delegación o por lo menos algún cargo público dentro del gobierno del tabasqueño que estuvo marcado por los moches a empleados, militantes, servidores públicos, gobernadores, empresarios y hasta a carteles de la droga como recientemente la escritora, Anabel Hernández, nos dio a conocer a través de su libro La Historia Secreta, AMLO y el cartel de Sinaloa.

El tema que me develó Irma Garrido es interesante, sobre todo, porque me pidió contar con su nombre y apellido lo que había sufrido al querer ser vendida como prostituta para que otros, en este caso, su propio tío, Graco Ramírez, quedara bien con el hombre que gobernó esta gran urbe de 2000 al 2005.

Busqué información de Irma Garrido; podía ser una trampa, me dije en repetidas ocasiones.

Muy poca información aparecía de ella en las redes sociales, que se han convertido en el archivo más rápido para detectar vida y obra de una persona.

Encontré una fotografía, con su larga melena, su rostro expresivo y recordé haberla visto en alguna ocasión cuando fui servidora pública en el gobierno de López Obrador. Hasta ahí.

Irma seguía enviándome mensajes, a veces audios, desde Tijuana, a donde se refugió cuando la presión aumentó por no haber aceptado tener sexo con el tabasqueño.

Al enterarse del asedio que sufría, fue cobijada por Enrique Semo, exsecretario de Cultura y por el finado José Agustín Ortiz Pinchetti.

Lamentablemente la protección de ambos funcionarios se desvaneció ante la presión que ejercieron colaboradores cercanos al tabasqueño para que asistiera al hotel Crown Plaza, de Paseo de la Reforma, donde López Obrador recibía a las mujeres que le llevaban políticos o las que por voluntad propia acudían con la esperanza de obtener un cargo en la política.

Irma aguantó varios meses el hostigamiento

Sin embargo, cuando éste se volvió exponencial decidió irse a Tijuana para alejarse del acoso del expresidente y de Beatriz Gutiérrez Müller, quien sabía de la obsesión que su hoy esposo sentía por la sobrina del exgobernador morelense.

Irma tuvo contacto con López Obrador porque durante su administración como Jefe de Gobierno, fue servidora pública, un poco antes con Cuauhtémoc Cárdenas.

Aun cuando López Obrador ya no gobierna, decidí dar a conocer la experiencia de Irma Garrido porque es importante que los mexicanos conozcan la otra cara de este hombre.

No la del político, no la del líder, no la del gobernante, sino la del hombre que también sus cercanos quisieron esconder para dejarlo como el marido fiel y leal que nunca fue con Rocío Beltrán, su primera esposa y, al parecer, tampoco con Beatriz Gutiérrez Müller.

Usó el poder para satisfacer sus bajos instintos

Alguna vez, uno de tantos jefes que tuve en mi carrera como reportera me dijo que la infidelidad es algo muy normal en un hombre porque se reafirma su virilidad, lo cual me pareció una excusa burda y baja.

En el ambiente político, como en todos donde se ejerce poder, es innegable que se susciten acuerdos o convenios íntimos a cambio de algo, principalmente los que empoderan.

Si el juego es abierto cada uno sabe si lo quiere jugar, pero si es forzado entonces se convierte en delito

Eso fue lo que le sucedió a Irma, no accedió al acoso del tabasqueño y su vida laboral y personal se convirtió en un infierno donde, el principal demonio, era su tío, que buscaba quedar bien políticamente con el señor que gobernaba, el que no veía a los ojos, pero disimuladamente revisaba a las mujeres que le mostraban para intimar con ellas y luego, recompensarlas con cargos públicos o legislativos.

Irma Garrido trabajaba como asesora de Ortiz Pinchetti cuando la conoció López Obrador.

Tenía 30 años, alta, delgada, de melena negra y larga que le daba un toque sensual.

Sí, era una mujer apetecible para el tabasqueño, así que cuando se enteró de su parentesco con el exgobernador Graco Ramírez, pensó que le sería más fácil tenerla.

Sus predicciones le fallaron, no sólo no aceptó las propuestas íntimas del entonces jefe de Gobierno, sino por aras del destino conoció a su primere esposa Rocío Beltrán en el hospital de Nutrición, donde asistía con regularidad por el lupus que padecía.

Una de tantas mañanas en las que Rocío fue al hospital compartió asiento con Irma, quien, hasta la fecha, padece de una enfermedad poco conocida, llamada "Porfiria".

Las dos, con sus respectivos males hicieron amistad

Rocío se enteró de que Irma trabajaba indirectamente para su marido.

Irma supo que además del lupus, la primera esposa de López Obrador tenía que cargar con el desprecio e indiferencia de quien empezaba a acuñar la frase de “por el bien de todos, primero los pobres”.

La enfermedad las unió y surgieron las confesiones.

Rocío no tenía a quién contarle sus desventuras ni la manera en que era tratada por López Obrador, que fastidiado de lidiar con una mujer enferma, decidió abandonar el hogar familiar para mudarse al hotel Real del Sur, donde una atribulada Amalia García, expresidente del PRD, fue a verlo para pedirle que regresara a casa, con su familia, porque ponía en riesgo su triunfo si los capitalinos se enteraban del abandono en que tenía a su esposa enferma.

Irma guardó su secreto. No podía contarle a Roció Beltrán que su esposo la acosaba, a tal grado que sus subordinados más cercanos le hablaban para citarla en el Crown Plaza donde estaría esperándola López Obrador.

El deterioro en la salud de Rocío aumentaba y con él las huidas del hogar familiar del ya triunfante jefe de Gobierno, quien tenía a otras mujeres para entretenerse, mientras a su esposa se le escapaba la vida entre la soledad y el cuidado de una enfermera en su departamento de Copilco.

Las presiones de Graco y los subordinados de López Obrador aumentaron para Irma y, por si fuera poco, empezó a sentir los celos de Beatriz Gutiérrez Müller, quien le enviaba mensajes amenazándola para que desapareciera de la faz de la tierra.

Su rechazo se había convertido para el tabasqueño en una obsesión enfermiza, puesto que ninguna de las mujeres que le acercaron se negaron a estar con él, incluso algunas fueron diputadas y se mantienen activas en Morena.

Ortiz Pinchetti y Enrique Semo, secretario de Gobierno y de Cultura, respectivamente, la protegieron no enviándola a las reuniones encabezadas por López Obrador

Pero cuando ya no pudieron fue la propia Irma quien decidió dejar la Ciudad de México para emigrar a Tijuana, donde vive actualmente.

La negativa a intimar con el expresidente le cerró oportunidades laborales, las cuales se incrementaron cuando Mario Delgado, en su calidad de dirigente nacional de Morena, mandó a Marina del Pilar Ávila Olmeda, en ese entonces diputada federal, como candidata al gobierno de Baja California.

Irma fue víctima de intento de homicidio el 17 de abril de 2021 porque denunció las extravagancias de la gobernadora, las desapariciones de más de mil menores en dos años y medio de su gestión, el crecimiento de los carteles de la droga, el negocio que significan los migrantes y la complicidad de la mandataria con la comunidad lésbico-gay en Baja California y en EEUU, que, me dijo, están relacionados en una investigación de lavado de dinero a través de las tarjetas de bienestar.

En la siguiente liga está su historia:

 https://m.facebook.com/story.php?story_fbid=pfbid0YuHbD1jNiryborC4mdSbWLNYZRfUt4rfybKZ5dGyLyhzVLUVxg3Acs8wty9MdAvsl&id=1749298046&mibextid=Nif5oz

Elena Chávez

Periodista egresada de la Escuela Carlos Septién Garcia. Reportera en los periódicos Excelsior, UnomasUno, Ovaciones, en la revista Época. Columnista en el periódico ContraRéplica y en MujeresMas. Reportera interna en el Senado de la República y Secretaria de Gobdrnacion. Funcionaria Pública en el Gobierno del Distrito Federal. Diputada Constituyente de la CDMX. Ha escrito los libros Ángeles Abandonados,.Los 7 Dones de Lucas. Elisa, el diagnóstico final, El Rey del Cash y El Gran Corruptor. Es activista por los derechos de los animales.