Con el lanzamiento mundial de ACE, filial de VÍVARO, Don Gustavo sigue atrayendo miradas e inversiones

Conozco a Don Gustavo M. de la Garza desde mediados de la década de los 90, cuando impulsamos, desde nuestras respectivas trincheras, la apertura a la competencia en el sector de las telecomunicaciones.

El era ya un pionero del segmento de Radio Beep (hoy obsoleta pero, en su tiempo, una gran vía para estar en contacto con familiares, clientes y amigos).

Siempre mostró Don Gustavo, como le decimos propios y extraños, un carácter recio y determinado.

Convencido de que, el que quiere puede, enfrentó al formidable aparato político y económico de Telmex-America Movil que presidía, desde entonces, Carlos Slim.

A través de Marcatel, abrió brecha y fue bronco en sus participaciones mediáticas y en las decisiones públicas que se tomaban desde el gobierno federal o desde el Congreso de la Unión.

Obviamente, no estamos hablando de un concierto del Festival Cervantino.

Era la lucha por ganar terreno en el campo del consumidor con mejores y nuevos productos, más tecnología, menores precios y atractivas aplicaciones.

Ahí estuvo y ha estado siempre Don Gustavo M. de la Garza: en la batalla y con la verdad en la mano.

Hemos visto cómo, quiénes se han servido de su generosidad y bonhomía, muerden la mano que algún día les dio de comer.

El está muy por encima de ello.

Con este nuevo lanzamiento mundial de ACE, filial de VÍVARO, Don Gustavo sigue atrayendo miradas e inversiones y, por qué no decirlo, algo o mucho de envidia.

Me precio de ser su amigo desde 1995, tiempos en que diseñamos la Ley Federal de Telecomunicaciones y la Comisión Federal de Telecomunicaciones, de la que fui su segundo presidente.

También como Oficial Mayor y Subsecretario de Comunicaciones, y más adelante de Gobernación, mantuve un trato estrecho pero respetuoso con él.

Sabía hasta dónde estirar la liga conmigo y yo con él. Cada quién en lo suyo.

Ya como Senador de la República, representante del Estado de Puebla, fui Presidente de la Comisión de Comunicaciones y Transportes, y me tocó conducir los trabajos de la actual Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión.

En ese contexto y con un mundo que viven en la sociedad de la información y el conocimiento,

Don Gustavo sigue vigente y adelante.

• Qué orgullo.
• Siempre un orgullo.

Larga vida, querido Don Gustavo de la Garza.

Due the global launch of ACE, a subsidiary of VÍVARO, Don Gustavo continues to attract attention and investments

Javier Lozano writes: And -why not say it- something or a lot of envy, -Javier Lozano.

I have known Mr. Gustavo M. de la Garza since the mid-90s, when we promoted, from our respective trenches, the opening to competition in the telecommunications sector.

He was already a pioneer of the Radio Beep segment (now obsolete but, in his time, a great way to stay in touch with family, customers and friends).

Don Gustavo always showed, as we call him own and strangers, a strong and determined character.

Convinced that, whoever wants to, he faced the formidable political and economic apparatus of Telmex-America Movil presided, since then, by Carlos Slim.

Through Marcatel, he opened a gap and was angry in his media participations and in the public decisions that were taken from the federal government or from the Congress of the Union.

Obviously, we are not talking about a concert of the Cervantino Festival.

It was the struggle to gain ground in the consumer field with better and new products, more technology, lower prices and attractive applications.

Don Gustavo M. de la Garza was and has always been there:

in battle and with the truth in hand.

We have seen how, those who have used their generosity and bonhomie, bite the hand that one day fed them.

He is far above it.

With this new global launch of ACE, a subsidiary of VÍVARO, Don Gustavo continues to attract looks and investments and, why not say it, something or a lot of envy.

I pride myself on being his friend since 1995, when we designed the Federal Telecommunications Law and the Federal Telecommunications Commission, of which I was its second president.

Also as a Senior Officer and Undersecretary of Communications, and later of the Interior, I maintained a close but respectful relationship with him.

He knew how far to stretch the league with me and I with him. Everyone in their own way.

Already as Senator of the Republic, representative of the State of Puebla, I was President of the Communications and Transportation Commission, and I had to lead the work of the current Federal Telecommunications and Broadcasting Law.

In this context and with a world living in the information and knowledge society,

Don Gustavo is still in force and forward.

1. What pride.
2. Always a pride.

Long live, dear Don Gustavo de la Garza.