Convivencia social y una puerta quemada
En casi todos los casos de toma de decisiones, la autoridad se cree más eficiente si responde con simplicidad. Las relaciones heteropatriarcales recurren a lo simple. El macho manda. La mujer obedece.
Ficciones que se creen "útiles" para la vida en común y que francamente nunca han encajado en la realidad. En el fondo, no entendemos a ciencia cierta cómo debería funcionar la convivencia entre seres humanos.
Esta visión enfermiza persiste.
Las sociedades se vuelven menos homogéneas, pero los prejuicios permanecen, no cambian. Los asesinatos de mujeres van en aumento (Nuevo León se ubica a nivel nacional en los primeros lugares de feminicidios).
Sin embargo, se sigue respondiendo con simplicidad a problemas complejos. ¿Por qué? Quizá lo explica correctamente Alexis de Tocqueville: "una idea falsa, pero clara y precisa, tendrá más poder en el mundo que una idea verdadera y compleja". Grave déficit de comprensión de lo que nos está pasando desde hace siglos.
Las relaciones heteropatriarcales implican la imposición de una idea falsa pero clara y precisa.
¿Incendiaron una puerta del Palacio de Gobierno? Desde la concepción simplista se anuncia: "fueron vándalos (o vándalas, como se quiera). Luego se sentencia: "Que se detenga a las culpables". "Que se atengan a las consecuencias".
El gran riesgo latente no es la avería o el daño infringido a un bien público (reniego hasta de que se le diga palacio a una mera oficina gubernamental); el gran riesgo es que se quiera responder con simplicidad a problemas complejos.
"¡No se la compliquen!", reclama la mentalidad machista, olvidando que no hay nada más peligroso que una respuesta o justificación simplista. Y esa ha sido la política dominante en sociedades como la mexicana.
La frase "mátalos en caliente" tiene su mismo origen en la frase "yo soy el dueño de mi mujer", "en mi casa mando yo", con sus respectivas variantes sutiles o incluso apenas perceptibles.
Uniformidad y simplificación.
Ambas palabras derivan en tendencias autoritarias que son la única forma de gobierno que asume el machismo.
Por supuesto, son palabrasseductoras para gran parte de la población que no entiende (por estrechez mental o por mera necedad convenenciera) el mundo complejo, divergente y plural.
Dicho de otro modo, pongámonos a la altura de lo complejo, evitando las respuestas simplonas; esas que simplifican y, en consecuencia, anulan a la otra parte.
En suma: ¿debió reprimirse a las manifestantes que quemaron la puerta del palacio?
No.
Esa hubiera sido la respuesta simplista, es decir, la respuesta autoritaria.
La democracia compleja tiene su costo: asumámoslo de cara a las millones de mujeres que han sido vejadas, abusadas, violadas, humilladas, dañadas en su integridad física y mental.
Forjar otra forma de pensar que conlleve otra forma de relacionarnos, qué conlleve otra forma de socializar.
Una nueva forma de gobernar sociedades complejas, descartando la vieja práctica política de las soluciones tajantes, elementales y rústicas, que sigue soltando sus coletazos represores.
Tamaña injusticia histórica contra las mujeres no la compensan ni 100 puertas quemadas, por mucho que no nos gusten (y a mí no me gustan)...