Digna: La última revolucionaria cubana

José Luis Galván Hernández DETONA: Digna... En su nombre lleva impresa su esencia, su carácter, su fortaleza.
No conozco otra mujer cubana con tanto orgullo por su pueblo, por su patria, por su Revolución.  
  • La conocí hace más de veinte años, cuando vivía en esa preciosa isla.  
  • Había ido a estudiar y me hospedé en su casa, en el barrio de Nuevo Vedado, en La Habana.  
  • Tenía dos hijos adolescentes, Álex y Mandy.  
  • Acababa de enviudar; su esposo había sido un revolucionario que luchó junto a Fidel y el Che en la Sierra Maestra. 
  • De alguna manera, la adopté como “mi madre cubana”. 

“¿Qué bolá, hermano?” —decían— “En la lucha”.

En la lucha… Así se saludaban entonces los cubanos.  

La lucha contra las carencias, contra el bloqueo, contra los apagones que, en ese tiempo, solo ocurrían una tarde a la semana.  

Pero tambiénera la lucha con orgullo, con la satisfacción de haber vencido a Batista, de haber erradicado el analfabetismo, de contar con educación gratuita hasta la universidad y con un sistema de salud que asombraba al mundo.  

Un pueblo de grandes atletas, de médicos que viajaron a salvar vidas en otros países, de cultura, arte y resistencia. 

Me tocó estar ahí en el 40 aniversario de la Revolución.  

Las calles bullían de vida y de consignas.  

Marchas para exigir el regreso del niño Elián González, de exigir el fin de bloque económica de Estados Unidos.  

Pero la música no paraba en el Malecón, en La Habana Vieja, en Centro Habana.  

En la calle Obispo la gente reía, bailaba, la recorría desde el bar El Floridita (donde, dicen, Hemingway inventó el daiquirí) hasta la Plaza de Armas, para luego dar la vuelta a la Bodeguita del Medio y tomarme un mojito.

Aunque Celia Cruz no era revolucionaria, en las calles sonaba su voz: "La vida es un carnaval".  

Regresé hace unos días por cuestiones de trabajo, pero la Habana que encontré ya no era la misma.  

  • Calles oscuras, silencio en el Malecón, restaurantes vacíos.  
  • Los turistas dejaron de llegar.  
  • Las fábricas dejaron de producir.  
  • Los hospitales se llenaron de enfermos, pero no había medicinas.  
  • La pandemia no solo golpeó los cuerpos, también quebró los sueños. 
  • Siempre hubo edificios que se derrumbaban, pero había esperanza de reconstrucción con inversiones extranjeras.  

Hoy, lo que se desmorona no son solo las paredes, sino la esperanza del cubano.  

Ya no creen en la Revolución.  

En el Malecón, en el aeropuerto, no se respira el olor del mar, sino el de las lágrimas. 

Es ahora un puerto de despedidas, donde madres, padres, hijos y hermanos se abrazan por última vez antes de marcharse en busca de un futuro que su isla ya no les ofrece.  

Caminé por las calles de La Habana con Digna.  

Su sonrisa sigue ahí, su resistencia también, su nostalgia por la revolución intacta.  

Pero ella lo sabe: es la última.

Sus amigas se fueron, sus vecinos también.  

Y lo más doloroso, sus hijos… Uno en Europa, otro en Estados Unidos.  

Me despedí de ella con el corazón apretado, con el eco de una canción de Silvio Rodríguez en la cabeza:  

“Si me dijeran, pide un deseo/ yo preferiría un rabo de nube...Un barredor de tristezas/ Un aguacero en venganza/ Que cuando escampe/ Parezca nuestra esperanza” .

Pero hoy, en Cuba, solo quedan los ojos estoicos y de esperanza de Digna, “mi madre cubana”, la última revolucionaria. 
José Luis Galván Hernández

José Luis Galván Hernández es originario de Monterrey, N L. Licenciado en Derecho y Ciencias Jurídicas y estudios de maestría en Letras Españolas, ambos por la Universidad Autónoma de Nuevo León; Máster en Derecho Público por la Universidad de Valencia, en España. Tiene estudios de artes dramáticas en la Escuela de Teatro de la Facultad de Filosofía y Letras, así como en el Centro de Capacitación Artística de Televisa. Ha escrito varias obras de teatro como: “Una Historia en común”, “Desde un Teatro”, “La alegría del querer”, “El Zoológico del futuro”, entre otras. Escritor de la biografía de “Pepe Maiz, su vida hasta extrainnings”. Actor, editorialista, productor de teatro y televisión. Además ha laborado  como funcionario público por más de treinta años en el ámbito cultural, desarrollo humano, entre otros, a nivel municipal, estatal y federal. Fue Diputado en la Legislación LXXIII del H. Congreso de Nuevo León. Desde el año 2009 es editorialista en diversos periódicos reconocidos, tanto en medios digitales como impresos.