Ebrard perdió la ciudadanía mexicana
La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, máxima ley de México, es muy clara:
Marcelo Luis Ebrard Casaubón aceptó y usó la condecoración hondureña antes de solicitar el permiso al Ejecutivo federal.
El permiso se solicita antes, no después, de recibir la condecoración
La solicitud de Ebrard fue extemporánea, pues fue enviada el 29 de enero a la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), dos días después de que denuncié la violación constitucional por parte del ex canciller en un post en mi cuenta de X.
Al día siguiente, el 30 de enero, la Dirección General de Protocolo de la SRE, encargada de tramitar las solicitudes, expidió el permiso a Ebrard cuando ya había aceptado y usado la condecoración de Honduras.
La ley no es retroactiva
Resulta una burda mentira de los voceros de Ebrard afirmar que “el trámite se realizó en forma, pero tarda un tiempo”, cuando tratan de ocultar que el permiso lo recibió rápidamente, en menos de 24 horas, pero solicitado tardíamente (ver el mensaje citado por la talentosa conductora de MILENIO Tv @elisaalanis en X).
Es imperdonable que un ex canciller, no cualquier ciudadano, haya menospreciado la obligación de cumplir con la ley ante la secretaría de la cual fue responsable durante casi cinco años.
Parece soberbia del fallido candidato presidencial presumir en X la prueba de su grave falta, seis fotografías ostentando la orden de Morazán, cegado por el ansia de sobresalir mediáticamente.
Al perder la ciudadanía mexicana, Ebrard no podría ser presidente de la República, ni senador, ni diputado, ni secretario de Estado, según lo ordenan los artículos 82, 58, 55 y 91 de la Constitución.
El Diccionario de la Lengua Española define así al ciudadano: “una persona considerada como miembro activo de un Estado, titular de derechos políticos y sometido a su vez a sus leyes”.
Quien no se somete a las leyes no puede ser ciudadano, esencial en una República, mientras que el súbdito se somete al monarca.
Ebrard solo podría ser rehabilitado por la gracia del Presidente
En la antigua Roma se perdía la ciudadanía por cometer traición y los traidores eran arrojados al vacío desde la Roca Tarpeya.
“A gran salto, gran quebranto”: de ser presidenciable cayó en el incierto futuro de una senaduría.
Hay políticos que actúan como en los viejos tiempos del PRI, cuando se creían dueños del país y ajustaban el cumplimiento de las leyes a sus ambiciones.
La razón de este proceso de solicitar permiso se remonta al siglo XIX, en la lucha entre conservadores y liberales, quienes consideraban traidor a los conservadores por recibir títulos del extranjero.
La Constitución de 1857, artículo 37, definía la pérdida de la ciudadanía “por servir oficialmente al gobierno de otro país o admitir de él condecoraciones, títulos o funciones sin previa licencia del Congreso federal”.