El sistema de salud en México: El gran fracaso

Lo que no quería hacer el gobierno de la 4T está sucediendo. Hoy en día, nuestro país ha motivado a que se privaticen los servicios de salud.

Los cambios administrativos que ha emprendido el actual gobierno federal han presentado afectaciones en la prestación de servicios públicos, siendo dos de los afectados, la educación y la salud.

Este último guarda especial interés, ya que como parte de la revisión y modificación de trámites y procedimientos administrativos para atajar la corrupción, la administración federal emprendió acciones para transformar el Seguro Popular, que fue sustituido por el Insabi y ahora por el IMSS-Bienestar, así como el cambio al modelo de adquisiciones de medicamentos.

Sin embargo, dichos cambios no han sido exitosos, por el contrario; aunado a la emergencia sanitaria mundial, el sistema de salud en México crujió y presenta severos daños y déficits no sólo con los derechohabientes, sino con los prestadores del servicio.

Ejemplo de lo anterior es que México es el país con el mayor número de decesos del personal médico a causa del Covid-19 y el tercero con el mayor número de decesos de población en general.

Además, desde el inicio de la actual administración, el personal médico ha sido acusado y señalado de ser mercantilista de la salud y sólo prestar atención a los beneficios económicos que supone el prestar un servicio de atención.

Lo cierto es que, contrario a la promesa de brindar un servicio de salud de primera calidad, mejor que Dinamarca, gratuito y de amplia cobertura, los cambios emprendidos han generado los efectos contrarios: hay un enorme desabasto de medicamentos, un ejemplo de ello es que los enfermos de cáncer están a punto de perder su lucha por la falta de las medicinas adecuadas en el sector público que les permitan continuar su tratamiento.

El sistema nacional de vacunación ha sido desmantelado y no ha sido sustituido por un modelo eficiente.

Por el contrario, la escasez de vacunas para la población de la primera infancia se encuentra en completo rezago y el riesgo de padecer enfermedades consideradas erradicadas se asoma como una amenaza al desarrollo de la infancia mexicana.

Al respecto y tras la disminución, afortunadamente, de contagios por Covid-19, no existe una política pública de cómo atender, a partir de que concluya la vacunación de los menores de edad, al resto de la población.

¿Será atendida como una enfermedad recurrente, de temporada, habrá una campaña anual, sólo para algún sector de la población? Nadie sabe, ni siquiera quienes lideran el sector salud; es un tema de falta de dinero, pero también de falta de visión y planeación.

Lo que no quería hacer el gobierno de la 4T está sucediendo. Hoy en día, nuestro país ha motivado a que se privaticen los servicios de salud.

Conforme a los datos 2021 de INEGI, el costo de los servicios de salud per capita pasó de 2.2% a 2.8%, adicional a que los pacientes han preferido utilizar servicios de primera atención vinculados a las farmacias vecinales, en donde médicos recién egresados de las universidades, o bien, personal médico pensionado, son quienes prestan sus servicios por consultas con un costo entre 25 y 60 pesos.

La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut), presentada por el Instituto Nacional de Salud Pública, indica que en 2021 el 54% de la población mexicana recibió atención médica en servicios privados y al observar específicamente a la población sin seguridad social, el porcentaje se eleva a 66%. Hace apenas una década, esas cifras estaban en 38.9 % y 31.1%, respectivamente.

Es cierto que estos consultorios sólo atienden enfermedades menores; sin embargo, la recurrencia de los pacientes a estos servicios obedece a diversos factores, entre los que destacan la cercanía: muchas de las clínicas de los derechohabientes se encuentran lejos de los domicilios de los pacientes y no pocas veces enfrentan largas esperas, ya que el sistema obliga a realizar citas médicas.

Además, el desabasto de medicamentos es una constante tanto en las clínicas como en los hospitales, por lo cual no sólo enfermedades crónico degenerativas no pueden ser atendidas adecuadamente, sino incluso enfermedades “menores” no cuentan con los insumos necesarios al respecto.

Por todo esto y más, el tema de salud es un asunto capital de la agenda pública y puede afirmarse como un pilar que será usado por la oposición para los próximos comicios electorales.
Alberto Martínez Romero

Licenciado en Periodismo y Comunicación Colectiva por la UNAM. Tiene un MBA por la Universidad Tec Milenio y cuenta con dos especialidades, en Mercadotecnia y en periodismo de investigación por el Tec de Monterrey. Tiene diversas diplomaturas en Habilidades Gerenciales por la Universidad Iberoamericana y se ha especializado en Relaciones Públicas y Atención de Crisis en Comunicación. Ha sido reportero y editor en medios como Reforma y El Universal. Fue corresponsal en Centroamérica para Reforma y Notimex. Colaboró en la realización del libro “La Huelga del Fin del Mundo”, de Hortensia Moreno y Carlos Amador, primer libro que se escribió sobre la huelga estudiantil de 10 meses en la UNAM en 1999.