¿En mal momento?
Vivimos una era de gran complejidad, de incertidumbre, de escasez de certezas, de muchas preguntas, y respuestas débiles.
Hay una disputa por el liderazgo económico global, como siempre.
En lo político, el populismo y la radicalización convencen a las masas.
LEJOS DE LA CIENCIA Y CERCA DE EMOCIONES E ILUSIONES
Vivimos una era de grandes avances tecnológicos que nos acercan a la solución de grandes problemas, y al mismo tiempo nos manipula y mal-informa.
Las personas se alejan de la ciencia y los datos y reaccionan con las emociones y las ilusiones.
La economía del planeta no acaba de encontrar las fórmula para un sistema más parejo, y las clases medias cada vez se contraen más, con el justo resentimiento y frustración para la gran mayoría, siendo el caldo de cultivo para los oportunistas y merolicos del poder.
El cambio climático es una realidad ineludible; vamos tarde, y encima, todavía, hay países que apuestan a energías no renovables, y el reloj sigue cuenta regresiva.
PURO DEBATE Y PLEITO
Todos estos temas nos tienen en constante debate y pleito, porque pareciera que las soluciones y los culpables sólo se pueden ver y medir desde grupos polarizados, la izquierda o la derecha, desde el liberalismo o el conservadurismo.
Los grupos se vuelven más antagónicos y los liderazgos mundiales no polarizados, se ven débiles.
La capacidad de diálogo es una cualidad en extinción. La descalificación, la mentira y el ataque son la nueva forma de comunicar.
Mientras, el tiempo se agota, el planeta no toma partidos ni responde a nuestros grandes debates y batallas; obedece sus propias leyes, implacablemente.
Y encima de todo esto nos cae (¿así nomás?) una pandemia, en el peor momento (¿en cuál otro?), que acaba por sumar mayor incertidumbre y tribulaciones a nuestra desgastada humanidad.
Pareciera una gran llamada de advertencia del planeta, que en realidad solo responde a las causas que alteran el funcionamiento de sus leyes, pero, pensando en esta línea metafórica, no podría haber una mejor que un virus que nos afecta a todos por igual, que no reconoce ni fronteras, ni razas, ni economías.
Se ha habla de que estamos en la misma tormenta pero navegamos en distinto barco.
NO HAY LIDERAZGO
Sí, y esto ha puesto en mayor evidencia, realidades difíciles de ver y de digerir: los evidentes abismos económicos y de oportunidad que como sociedad hemos creado, y lo peor es que seguimos profundizándolos, y no encontramos liderazgo desde el poder, que nos una y no nos divida aún más.
Pero, el ser humano también responde a su naturaleza; se DETONA el instinto e impulso hacia la supervivencia, que reconoce también que no sobrevivimos solos.
Y que en nuestra evolución cultural y madurez como personas y sociedades logramos entender el valor de la interdependencia, que articula una respuesta colectiva, local y global, que nos recuerda que lo más importante, lo más indispensable y la única respuesta somos los unos para los otros.
Desde esfuerzos que nacen espontáneamente dentro de nuestras comunidades; esfuerzos solidarios, desinteresados, empáticos, llenos de compasión y buena voluntad que nos agrupan y nos unen para cobijarnos unos a otros.
No nos va a sacar de ésta el liderazgo de ningún personaje o salvador que se jacte de tener las respuestas y ser guía único y referente moral por adjudicación propia.
Quien así lo presuma, no está reconociendo el esfuerzo colectivo, ni el valor de cada individuo como ejecutor de su destino y agente de cambio de su vida y su comunidad.
NECESITAMOS LIDERAZGOS CONJUNTOS
Por eso pienso que es una dinámica de liderazgos conjuntos, muchos y diversos, desde el núcleo de cada célula de la sociedad, desde nuestra persona, nuestra casa, nuestra comunidad.
Que nos unan e impulsen a resolver estas situaciones juntos, en interdependencia comunitaria global, como seres humanos luchando por un mismo objetivo; poder seguir habitando este hermoso planeta con paz y con abundancia para todos.
No hay mal momento, es el que es por algo; cambiemos la frase por una afirmativa:
Hoy, que cerramos este año 2020 que difícilmente olvidaremos, es un buen momento para reflexionar sobre lo que podemos aprender del reto que representó un año así.
Y el reto se extenderá al 2021, por lo pronto, en lo personal y colectivo, en lo pandémico y en lo económico.
Esto debe impulsar un cambio desde lo más profundo de nuestro ser para lograr una evolución espiral en la que cada reto nos lleve a un nivel más alto de conciencia.
No queda de otra: debemos ser el ´héroe´ de nuestro viaje personal y también el líder en nuestro entorno, para sumar a la conciencia colectiva y algún día lograr ese objetivo de mayor fraternidad y bienestar.
¿QUÉ DESEO PARA EL 2021?
Que recuperemos la capacidad de dialogar; que dejemos de venerar estampitas, partidos y personajes.
Que tomemos las riendas de nuestro entorno, de nuestro criterio y que seamos el cambio que queremos ver en el mundo.
Como dijo una amiga: “En este año 2020, quien no ubicó sus prioridades y no aprendió que lo más importante es el cuidarnos unos a otros, ya no aprendió nada”.
YO ABRAZO...
...a todos quienes luchan contra el Covid-19; a quienes ha perdido a un ser querido; a quienes luchan a diario por sobrevivir económicamente; a los que trabajan incansablemente sin un solo día de descanso en atender pacientes y enfermos graves.
A quienes no han parado de cocinar para otros; a quienes no dejan de levantar la voz con valentía y sin miedo contra las arbitrariedades de nuestro nuevo sistema gubernamental.
A quienes siempre lo han hecho; a los que trabajan honestamente por procurar comunidades prósperas y justas.
Gracias a todos estos ejemplos es un excelente momento para reconocer, inspirarnos y aprender.