Encuentro con Kissinger en Acapulco
En aquel entonces, a la edad de 21 años, trabajaba como ayudante de la Redacción de Excélsior y al mismo tiempo estudiaba Ciencias y Técnicas de la Información.
El célebre consejero de Seguridad Nacional de Richard Nixon disfrutó sus vacaciones, siempre resguardado por agentes de seguridad mexicanos y estadunidenses.
Durante una semana, Kissinger fue seguido día a día por el reportero Jaime Reyes Estrada, tratando de entrevistarlo, pero los guardias se lo impedían.
La persecución fue motivo de crónicas diarias del tenaz periodista que escribía de los paseos en yate del diplomático y de sus traslados a restaurantes desde la quinta “La Serena”, en Las Brisas, donde se hospedaba.
Reyes Estrada conocía las andanzas del diplomático gracias a la información de un guardaespaldas de la Dirección Federal de Seguridad, quien había sido recomendado por el periodista para trabajar en la extinta DFS.
La persecución de Reyes Estrada era tan persistente que Kissinger, quien se había negado a contestar preguntas, finalmente aceptó conversar con el enviado de Excélsior en el aeropuerto, al terminar sus vacaciones.
El problema era que el reportero no hablaba inglés. Entonces me pidió ser su intérprete
Ahí estábamos en el aeropuerto de Acapulco varios enviados de Excélsior: mi colega y amigo Carlos Reynaldos y el fotógrafo Carlos González, y por parte de la Revista de Revistas, Hero Rodríguez Neuman y Roberto Bolaños. También estaba presente Elías Chávez de El Universal.
A las 9:45 horas, el asesor diplomático de Nixon llegó en su vehículo al pie del avión de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, para de ahí volar a una reunión con el presidente Luis Echeverría en la capital del país.
Al bajar del automóvil, Kissinger se veía fresco, bronceado, impecablemente vestido de traje y corbata.
Me acerqué a Kissinger, cara a cara, para plantearle las preguntas en inglés sobre sus vacaciones en Acapulco y las relaciones diplomáticas entre México y Estados Unidos.
Sonriente, respondió:
Revista de Revistas publicó una fotografía de la escena en la que estoy con mi pelo rizado mirando de frente a un sonriente Kissinger.
A Kissinger tanto le gustó Acapulco que un año después regresó para pasar su luna de miel con Nancy Maginnes, hoy viuda del ex secretario de Estado, fallecido hace una semana.
La breve entrevista de Reyes Estrada se publicó el 26 de marzo de 1973, primero en Últimas Noticias, conocida como la Extra, y al día siguiente en Excélsior.
Desde luego esta charla en nada se compara con la mejor entrevista hecha a Kissinger, la de Oriana Fallaci, pero al menos tuve el privilegio de conocer al controvertido personaje, de mente brillante pero responsable de la muerte de cientos de miles inocentes, ahora sometido al juicio de la historia.
Al despedirse, Kissinger me preguntó si yo regresaba a la Ciudad de México, como si me fuera a invitar a volar con él, o eso entendí.
En ese momento, vacilé por unos segundos entre aceptar o no, entre la audacia y la timidez, y le respondí:
“No, regreso después con mis amigos”
Quizá me equivoqué al perder una posible entrevista con Kissinger a bordo del avión, pero al menos fui fiel a la amistad de Jaime Reyes Estrada, antes que traicionarlo.