Errática política exterior
CDMX.-
El primer mandatario será representado por la secretaria de Relaciones Exteriores, Alicia Bárcena, mientras que sí asistirán el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, así como, entre otros, la presidenta de Perú, Dina Boluarte, a quien no quiere ver ni en pintura.
La política exterior errática de López Obrador no ha contribuido a crear una buena relación personal con Joe Biden, debido en parte al prejuicio del presidente mexicano, supongo engendrado cuando fue estudiante en la UNAM, de que los demócratas han sido más intervencionistas que los republicanos.
Primero:
AMLO fue quizá el último en felicitar al demócrata Biden, quien ganó la elección al republicano Trump, pues creyó la mentira de su amigo pero enemigo de México de que la elección había sido fraudulenta, violando así el principio de no intervención en los asuntos internos de EU.
Segundo:
AMLO le espetó a Biden una prolija lección de 20 minutos sobre la historia de Estados Unidos en la sala oval de la Casa Blanca, totalmente fuera de tacto y del protocolo acordado.
Tercero:
AMLO desairó la invitación de Biden a la pasada Cumbre de las Américas en Los Ángeles, donde se trató un plan migratorio regional, asunto prioritario para México, dando mayor peso a la relación con los gobiernos totalitarios de Cuba, Venezuela y Nicaragua que no habían sido invitados.
El primer mandatario parece utilizar como cartas de negociación con Estados Unidos los temas de la migración y del fentanilo, problemas vitales para los votantes estadunidenses en la elección de 2024, a cambio de supuestamente recibir recursos financieros para los programas Sembrando Vida y Jóvenes Construyendo el Futuro, de ahí la paciencia de Biden.
La estrategia de Biden para lidiar con los desplantes de López Obrador es muy clara:
Evitar reacciones negativas en público y dar muestras públicas de cordialidad, pero en privado le aprieta la mano.
La tolerancia de Biden a los desaires de López Obrador ya llegó a su límite, sobre todo en temas en desarrollo comercial, energía, narcotráfico, Vulcan, etcétera.
En un principio, AMLO se rehusó a participar en la próxima cumbre del foro Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) a celebrarse en San Francisco a mediados de noviembre, arguyendo la presencia de la presidenta de Perú, cuyo gobierno no reconoce, violando la doctrina Estrada, pero finalmente nuestro Presidente se plegó tras la visita a México del secretario de Estado, Antony Blinken.
Para Biden hubiera sido inaceptable otro desplante del presidente mexicano.
Estados Unidos no iba a permitir el desafío a su liderazgo en la reunión de Asia-Pacífico, clave para contener a China.
En la próxima cumbre de San Francisco, López Obrador podría experimentar una situación incómoda.
En algún momento se podría topar cara a cara en la sala de reuniones con la presidenta de Perú y si ella le extendiera la mano, no le queda más opción que estrechársela siendo como es un caballero.
Pero el problema de fondo que pondrá a prueba la coherencia, escaso valor de la política exterior de AMLO, será cuando al finalizar la cumbre de San Francisco, la presidenta de Perú reciba la presidencia rotativa de la APEC de manos de Biden.
Así como se rehusó a participar en la Alianza del Pacífico mientras sea coordinada por el gobierno de Boluarte...