Por ahí supe que Sir Paul McCartney vino a presentarse a unos terrenos ejidales y bicicleteros
De 70 años para acá mi papá ya tenía su bicicleta para ir de la Colonia Paraíso, pegada a la Buenos Aires, a trabajar a la Maestranza (Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey) en turnos alternos, matutino, vespertino y/o nocturno.
Un día mi papá y mi papá se pelearon porque mi papá quería criar un marrano (cerdo) en el patio de la casa. Yo tendría unos cuatro o cinco años.
Mi papá me tomó de la mano y me sentó en el cuadro de la bicicleta, arrancó hacia el poniente a toda velocidad (velocidad propia de la fuerza de las piernas de los descendientes de los pueblos originarios del noreste de México), pregunté que a donde íbamos y me contestó que al Canadá, hasta la ex hacienda El Canadá pensé, aproximadamente 25 o 30 Kms.
¿Por qué? Insistí, porqué ahí vamos a vivir.
¿Y qué nos va a dar de comer? Pregunté ya con miedo.
Tu abuela, me contestó.
La sazón de mis abuelitas era excelente, sin embargo mi mamá siempre llevó mano.
Sin pensarlo mucho atravesé mi pequeño pie derecho entre los rayos de la rueda delantera de la bicicleta y que allá te vamos, a rodar por el suelo y mi Papá quedó muy asustado revisando qué nos había pasado.
Yo quedé sentado en el suelo llorando y pensando qué iba a ser de mi pie.
Afortunadamente no pasó a mayores la cosa. Nos regresamos a la casa. Mi papá me cargó el kilómetro qué habíamos recorrido, ya a pie porque la rueda se enchuecó.
Mi papá le platicó a mi mamá, me volvieron a checar el pie y viendo que no había problema nos pusimos a comer ya muy contentos de que la cosa no pasó a mayores.
Los Beatles
Como dirían mi mamá y mi tía María, que en paz descansen, la devoción Beatlemaníaca se inició por ahí de de 1962 o 1963, cuando, estando en segundo de secundaria los compañeros Edgar Vega y Héctor Treviño, y más tarde Jesús Castilleja, durante el recreo y a la sombra de un rompeviento, sentados en una banca leyendo un cancionero, interpretaban a capela "She Loves you" o "I want to hold your hand".
Ya llevábamos clase de inglés y servía de práctica.
Me gritaban "Eh, pinche monaguillo, vente a cantar", sin saber que el maestro Hernández Gama me había desahuciado para el canto cuando hizo la selección para el coro de los monaguillos del Santuario de Guadalupe en la Colonia independencia.
Luego, en el barrio hacíamos reuniones semanales y bailabas con hermanas o primas y les dábamos vuelta a los discos.
"Please please me" y "Meet the Beatles".
Volviendo a Sir Paul McCartney, nos enteramos de su visita a Monterrey por ahí de junio del 2024 y una nieta se orientó a separar y comprar los boletos para asistir al concierto.
Aprovechando que tres prominentes miembros de la familia cumplimos años en noviembre, se acordó regalarnos los boletos para el concierto.
Quedamos distribuidos estratégicamente en la galería alta en dos grupos de 4 y 4 elementos por la parte norte del estadio de los rayados.
El problema fue el traslado; Rosita y yo nos fuimos en el Metro, después de una amplia deliberación de si usábamos nuestro carro, pedíamos un Uber o tomábamos el Metro.
Escogimos como ya señalé la última opción. Tomamos el metro en Tapia hacia el norte; transbordamos en Colón hacia el poniente a la exposición y de ahí caminamos al estadio.
Sonido cavernoso
Alrededor de las 19:30 ya estábamos en nuestros asientos, hubo retraso en el inicio de aproximadamente 2 horas y el sonido en nuestra localidad dejó mucho qué desear.
Seguramente la parte techada desencadena un eco tipo caverna que deforma el sonido de manera importante y no permite una acústica adecuada.
Probablemente trasladar el escenario al centro del campo o arriba a mediación de las gradas hubiera sido mejor opción.
Ahí les dejamos la chamba a los ingenieros.
El show de Sir Paul fue de primera.
En la selección de rolas me hubieran gustado "All my loving", "My love", "Till there was you", "Hope of deliverance", "Uncle Albert", "I'm a loser", "Help", "The long and winding road", "You're gonna lose that girl", entre muchas otras.
Por el lado de la raza, nuevamente nos lucimos con un coro tan entonado de más de 40,000 voces.
Ignoro si hay alguno mejor en el mundo, ahí nos tiene el Maestro Mc Cartney haciéndole coro en "Hey Jude", por un buen rato, seguramente hasta que pensó: "no me vayan a cobrar éstos indígenas" (oriundo de, significa indígenas) y ya nos soltó.
Se veía cansado, viejito, solo que muy complacido, alegre, jovial, cooperador e integrado a la comunidad.
Aparte, "casó" a unos camaradas en el escenario.
Bueno, dejamos las consideraciones sexoemocionales para mejor ocasión.
El regreso a casa, nos cobraba $3,000 pesos el taxi. Fuimos a casa de nuestros hijos en Uber y de ahí en carro a la nuestra.
Tengan un feliz domingo.