La división destruye a México
Es urgente que los políticos lean algo de historia del siglo XIX.
La separación con España en 1821 se consigue gracias a la unidad de las fuerzas políticas en la época; esa misma unidad contra el autoimpuesto emperador logró la formación de la república y el nacimiento de México en 1824.
Insurgentes, ejército, sectores de la iglesia y grupos de poder económico se unieron para cortar el cordón umbilical con España, así vivimos tres años de transición en donde se unieron realistas, republicanos monarquistas y republicanos demócratas para establecer un gobierno provisional y convocar al primer congreso republicano en 1823 desde el cual surge el Acta constitutiva de enero de 1824 y en octubre del mismo año ve la luz la Constitución de la república democrática, representativa y federal.
Todo se logró gracias a la unidad nacional en bien de los mexicanos.
Los convocantes a la unidad eran quienes ocupaban el poder político en el momento, a tal que debió formarse un triunvirato para lograr los consensos.
En el momento que vive México es urgente la unidad, todos sin excepción, grupos de poder político, económico y poderes blandos unidos en bien del Estado y la república.
Los convocantes deben ser quienes detentan el poder político, es decir, Morena y sus gobernantes en el poder legislativo, el ejecutivo, en el judicial y los llamados poderes autónomos.
Para tener la autoridad moral y legítima de convocar a la unidad se debe tener además del poder legal, la capacidad de ceder para sumar, negociar para conciliar, ofrecer disculpas para unificar.
A partir del gobierno de Guadalupe Victoria (1824), las divisiones entre los grupos políticos se presentaron, los derrotados monarquistas (absolutistas y constitucionalistas) no tuvieron la humildad de entender que no eran la principal fuerza, por el otro lado, los liberales republicanos demócratas eran sordos a la conciliación y no mediaron, bueno, un grupo sí vio la mediación como la forma de integrar al país.
Mientras los masones escoceses practicaban golpes de Estado y los masones yorkinos imponían su verdad, en 1826 surge el rito nacional mexicano de masones moderados; representantes de escoceses y yorkinos se unen para construir y no destruirse entre ellos.
México en el siglo XXI necesita una fuerza política similar al rito nacional mexicano de 1826.
Es urgente la humildad de izquierdistas igualitaristas y de liberales de derecha para que abandonen sus radicalismos y se pronuncien por la unidad política, social y económica del país.
En 1826 los liberales de izquierda (desde el siglo XX no existen los liberales de izquierda en México y casi en ningún lugar del mundo) se propusieron construir una nación de leyes y respeto a las libertades, esto llevó a más de cuarenta años con luchas intestinas donde todo fue pérdida para el Estado mexicano y ganaron los extranjeros.
Necesitamos jefes de Estado, estadistas, políticos de verdad, de esos dispuestos a negociar (hasta con el diablo, decían los clásicos), gobernantes dispuestos a despojarse de la soberbia de saberse intocables y con capacidad de no imponer su verdad a costa del sacrificio de los diferentes.
México clama por unidad, unidad que unifique a los diferentes.
El llamado debe salir desde las entrañas del poder.
La política del garrote y de las visiones unilaterales ya han costado mucho.