¿La ilusión se acabó?
Yo tenía 4, corcholatas, yo tenía 4, corcholatas...
Una se la llevó Amlo:
De las 4 que quedaban, solo me quedaron 3.
De las 3 que quedaban, otra se uno se perdió, en campaña por el país....
Nada más me quedan dos.
De las 2 que yo tenía, una se quedó en Palacio Nacional, para apoyar y no traicionar al presidente
¡Ay!, que solo queda Una. Una. Una...
La corcholata que me quedaba, la corcholata que me quedaba, se...
Se han recibido opiniones en el Incide de que sectores de la oposición al oficialismo han planteado que puede apoyar a una corcholata, que vaya por Morena, y ese es Marcelo Ebrard Casaubon; otros agregaban que, por la CDMX, Ricardo Monreal Ávila, los últimos acontecimientos y las declaraciones y actuaciones de Monreal que nos dio pie a citar la cancioncita de “yo tenía y solo queda“.
Otro grupo se encandila que teniendo como partido ancla Movimiento Ciudadano, y como presidenciable Marcelo Ebrard, se encabezaría la oposición de varios partidos.
Existe en la realidad política de México, hasta hoy, en la oposición al oficialismo de Morena, una incapacidad para conocer lo que está en la mente de los electores y para acceder a las acciones que colmen las esperanzas y anhelos de las mayorías, por lo que es imperioso que asuman las consecuencias de no satisfacer estas esperanzas, anhelos e ilusiones y tendrán que reconocer, más temprano que tarde, la escasez de un proyecto de nación, el cual oponer al oficialismo de la 4T.
Como parte de la indigencia está el eslabón primordial del actuar protagónico y ególatra de algunos personeros del poder económico que pretenden dirigir a la oposición.
Hay que tomar en cuenta que tanto la ausencia de una propuesta que represente y acoja la ilusión que de las mayorías, una parte de los opositores han mostrado su discapacidad e impericia, que también la acompañan con la soberbia, ya que momento a momento de los últimos años han hecho evidente el mal cálculo, la hipótesis inviable, el extravío y desorientación de la estrategia y las tácticas a implementar, la obstinación de creer tener el reconocimiento absoluto del cómo hacer política, y sumado al descontrol de su actuar psíquico, que aunadas a las malas prácticas políticas y comunicacionales, que pueden conducir al fracaso.
Además, se hacen visibles en este sector de la oposición la fragilidad, la torpeza, la cobardía, la confusión... tal vez por el aturdimiento por el griterío de los seguidores del poder.
Sobretodo el comportamiento de algunos componentes de la “sociedad civil”, especialmente cuando golpean directamente a su ego, de aquellos que se aventuran y creen merecer tener todo el reconocimiento y obediencia, ya que ellos tienen todo el conocimiento y saber de una campaña exitosa, y claro, decidir quien encabece la sucesión.
Estas alucinaciones que les son propias, no son más que el espejo de los que están en el poder y que prefiguran un estado de cosas igual o peor, de actuaciones futuras, que también nos inquietan y alertan.
Error e ilusión parasitan la mente humana desde la aparición del homo sapiens. Cuando consideramos el pasado, incluyendo el reciente, sentimos que ha sufrido el dominio de innumerables errores e ilusiones.
Marx y Engels enunciaron justamente en La Ideología Alemana que los hombres siempre han elaborado falsas concepciones de ellos mismos, de lo que hacen, de lo que deben hacer, del mundo donde viven.
Pero ni Marx ni Engels escaparon a estos errores.
La incapacidad para aceptar, tanto al error y la ilusión, de no asumirlos para corregir las consecuencias de la de no conocer lo que está en la mente de los hombres y mujeres del país.
La ilusión es una emoción que protege el desarrollo emocional de quien la siente. Esto no debe entenderse erróneamente y vincular la ilusión a la ingenuidad propia de una persona «ilusa» ni a la pasividad de quien simplemente espera con deseo y expectativa a que algo suceda.
Tener ilusión es tener ganas y afrontar la vida con más optimismo y energía, teniendo la visión de que podemos conseguir aquello que tanto deseamos, siempre teniendo los pies en la tierra y sobre todo siendo proactivos.
Nadie va a llamar a nuestra puerta ofreciéndonos ilusiones, debemos buscar las nuestras propias y una vez las tengamos movernos en dirección a conseguirlas.
“Desear lo mejor, construir estrategias, recelar lo peor y tomar para modificar lo que viniere”: si atendemos este principio, y en lugar de encadenarnos a solo a perspectivas sin acciones, estrategias tácticas, que no son tomadas, de lo que está en la mente de los votantes; por lo que hay que actuar según las cosas van viniendo, fluiremos mucho mejor en el torrente caótico de acontecimientos que llamamos vida política.