La invasión a México, según EU

Lincoln se oponía.
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Washington, D.C.

Visité en el Museo Nacional de Historia Estadounidense una sala sobre la invasión de México de 1846 a 1848, llamada Guerra Mexicana (Mexican War), tal como es conocida en este país.

RESCATAR A LA BANDERA

Entre los objetos expuestos destaca, por su alto valor simbólico, una bandera mexicana parcialmente desteñida y deshilachada, con el águila de frente, sustraída como trofeo de guerra por voluntarios del batallón de Baltimore y Washington, la cual debería ser recuperada por nuestras autoridades con motivo del bicentenario de las relaciones México-Estados Unidos, como muestra de amistad por parte del pueblo estadunidense al pueblo mexicano.

Se expone un cartel publicado en Boston que convoca a voluntarios a renovar el movimiento de independencia, el Espíritu del ´76, para unirse al ejército de Estados Unidos en la guerra contra México.

A cambio se ofrece un buen adelanto económico, salario generoso, uniformes, armas, provisiones, además de 160 acres de tierra. 

Llama la atención la belleza de un fino sarape que fue propiedad del general Zachary Taylor, tejido en zigzag y en rombos ocres y rojos con fondo blanco, antiguo diseño hoy en desuso.

EXHIBEN AFRENTA A MÉXICO

Se exhiben objetos militares de los dos países como una casaca azul de teniente de artillería, así como una carabina de caballería .75 de chispa de fabricación inglesa, ambos del Ejército mexicano; un grabado de Carl Nebel sobre la entrada triunfal al zócalo de Ciudad de México por el ejército de las barras y las estrellas, la más grande humillación que ha sufrido México.

El presidente James Polk, convencido de que la Unión Americana estaba destinada por voluntad divina a expandirse hasta el Pacífico, y como México se rehusó a vender el territorio desde Texas hasta California, encontró el pretexto para pedir al Congreso declarar la guerra cuando soldados mexicanos repelieron la incursión de militares estadunidenses en el norte del río Bravo, en el estado norteamericano de Texas, que México no reconocía, pero Polk arguyó que el derramamiento de sangre estadunidense ocurrió en su suelo.

LINCOLN SE OPONÍA A LA INVASIÓN

En la muestra se destaca la oposición a la guerra contra México del entonces representante Abraham Lincoln pues el incidente ocurrió cerca de la frontera en una zona de disputa entre ambos países.

Se informa que México no se rendía a pesar de las derrotas en el norte.

Sin embargo, para terminar la guerra, el presidente Polk siguió el consejo de su general en jefe, Winfield Scott, y envió un ejército para capturar la Ciudad de México.

Nombró a Scott para hacer un desembarco en Veracruz, quien siguió la misma ruta de Hernán Cortés siglos antes cuando conquistó a los aztecas.

Scott planeó y ejecutó una campaña brillante, se dice en la exposición, en la que derrotó consistentemente a las fuerzas más grandes del general Santa Anna, a través de tácticas superiores y maniobras audaces.

El Tratado de Guadalupe Hidalgo en 1848 puso fin a la guerra al ceder la mitad de nuestro territorio.

La exposición tiene el mérito de tratar de presentar una narrativa más o menos equilibrada, compuesta por opiniones de personajes mexicanos, pero también de actores estadunidenses, unos a favor y otros en contra del expansionismo yanqui, pero sin dejar de ser finalmente...

...la visión de los vencedores.

Se reproduce el texto publicado en Milenio, con autorización del autor.

Agustín Gutiérrez Canet

Periodista y Embajador de México en retiro. Licenciado en comunicación por la Universidad Iberoamericana. Diplomático de carrera, representó a México como embajador en Rumania (2013-2016), en Finlandia, concurrente en Estonia (2008-2013) y en Irlanda (1995-1996). Fue cónsul general en Hong Kong y en Macao (1991-1995), ministro y jefe de cancillería en España (1989-1991), consejero en Italia (1985-1986) y representante alterno ante la FAO en Roma (1986-1987). En la Secretaría de Relaciones Exteriores fue director general de Comunicación Social (1982- 1985) y subdirector general de Prensa Extranjera (1980-1982). De 2003 a 2005 fue coordinador de Información Internacional en la Presidencia de la República y director del Departamento de Estudios Internacionales de la Universidad Iberoamericana (1998-2002).