La salud del presidente
Eran las 6:05pm del lunes 10 de enero pasado cuando el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, informaba a través de sus redes sociales que, por segunda ocasión, había salido positivo a Covid_19, por lo que, en un país tremendamente polarizado como México, comenzaron a correr todo tipo de comentarios al respecto, la mayoría deseándole su pronta recuperación, aunque los más críticos, aprovechando la ocasión para reprochar lo que han llamado negligencia en el manejo de la pandemia.
Y es que la salud de un presidente, sin duda, es un tema de seguridad nacional que ocupa y preocupa a todo un país, sean o no partidarios de su forma de gobernar, por todas las implicaciones que tiene en la gobernabilidad, la gobernanza, la estabilidad financiera de los mercados y, en resumen, la conducción de la nación.
En esta ocasión, inmersos en una avalancha informativa por la variante Ómicron que en la mayoría de los argumentos sobre ella se afirma que es menos nociva y letal que las anteriores cepas, con la normal preocupación por la salud del presidente, la noticia fue tomada con menor alarma que la primera ocasión en que el mandatario mexicano resultó contagiado.
El 24 de enero del 2021, fecha de su primer contagio, había menos información sobre el virus, su índice dañino era mayor y apenas iniciaba el programa de vacunación.
La primera vez, ante ese contexto, la noticia era un poco más preocupante, entre otras cosas porque el presidente tiene diversos factores que lo colocan dentro de la población vulnerable, aunque, igual que ahora, sus síntomas eran menores y contó permanentemente con toda la atención médica que debe tener el primer mandatario de cualquier país del mundo.
Por lo que suponemos y deseamos en verdad que López Obrador pronto supere esta segunda ocasión que tiene el virus y en cuanto le sea posible esté integrado 100% a sus labores.
Al observar las reacciones en los medios de comunicación masiva, en las redes sociales, en los grupos de mensajería telefónica y en los pasillos de cualquier sitio donde ha sido la nota más comentada desde el lunes pasado, apreciamos que afortunadamente más allá de filias y fobias políticas, somos un pueblo generoso y noble, con muy contadas y denigrantes excepciones, que desea ver a su presidente restablecido, sin dejar de lado la oportunidad para seguir polarizando sobre la forma en que México y su aparato gubernamental ha enfrentado la pandemia que lleva azotándonos ya casi dos años con todo tipo de consecuencias.
Por ello ha sido un mensaje que brinda mucha estabilidad, dentro y fuera del país, el ver al presidente mexicano conectado vía remota a la conferencia matutina de Palacio Nacional que tocó encabezar al secretario de gobernación, Adán Augusto López y en la que, López Obrador mostró empatía y un rostro humano al informar de sus síntomas, mientras se tomaba la temperatura y expresaba palabras de tranquilidad a la población, ante lo que ha considerado una cuarta ola que, si bien es más contagiosa, aparentemente no causa tantos daños como las anteriores, por lo que nos invita a los ciudadanos a seguirnos cuidando, sin caer en pánico.
Que si López Obrador usaba cubrebocas antes o después de su segundo contagio, que si ahora sí el gabinete presente en la mañanera se colocó el protector, que si ha habido irresponsabilidad o negligencia y argumentos similares, con todo respeto para quienes han basado su narrativa en esos temas, me parece que en realidad son aspectos irrelevantes en un momento donde somos nosotros mismos los que debemos saber cómo cuidarnos y qué hacer ante la pandemia.
Tras casi 24 meses de vivir con ella, debemos cambiar la mentalidad ante una realidad innegable y enviar mensajes de aliento que nos indiquen que, sin dejarnos de cuidar, hoy sabemos que esta enfermedad quizás haya llegado para quedarse y debemos de saber seguir cohabitando con ella sin alarma, sin pánico y sin seguir causando estragos en nuestras vidas cotidianas.
¿Hemos aprendido o no hemos aprendido nada? Esa es la pregunta que debe permear en cada uno de nosotros, dejando de buscar a quien responsabilizar o culpar de las circunstancias.
En materia de comunicación, al menos por lo visto el martes en "La Mañanera", evidentemente sí hubo un cambio y aprendizaje de cómo emitir mensajes al respecto de la salud del presidente, comparado con el episodio del 2021 en que no teníamos tanta información sobre la enfermedad como ahora y en un contexto completamente diferente.
En aquella ocasión, en la que por cierto me tocó acompañarle como vocero y comunicador de la entonces secretaria de gobernación, Olga Sánchez Cordero, cuando cubrió "La Mañanera" por las dos semanas de ausencia del presidente, las condiciones parecían muy diferentes a las de ahora: había menos información científica del virus, existía aún un clima de alarma, apenas iniciaba la vacunación y nadie sabía cómo habría de reaccionar el organismo de un hombre perteneciente a la población de riesgo.
La instrucción del presidente era muy clara entonces (como seguramente lo es hoy), a través del vocero presidencial, Jesús Ramírez Cuevas: "La Mañanera" debía seguir el mismo orden de las secciones diarias que ya están establecidas de manera permanente, la Secretaria de Gobernación moderaría las conferencias y, tras participar de las reuniones diarias de seguridad previas a las ruedas de prensa, se anotarían los temas de coyuntura que posiblemente pudieran surgir en el día.
En acuerdo con Ramírez Cuevas, se agregarían temas propios de la secretaria Sánchez Cordero en los que ella tendría amplio dominio de la materia y, cuando se tratara de otros asuntos, de estar presentes los y las servidoras públicas responsables, serían quienes darían respuesta a las preguntas de los periodistas.
Una diferencia radical de aquella ocasión al presente, sin duda, ha sido que entonces se mantuvo un hermetismo casi absoluto sobre el estado físico y los síntomas del presidente, abriendo vacíos informativos con sus respectivas consecuencias, por lo que en la versión 2022 de la enfermedad del titular del ejecutivo, es un acierto total que haya salido él mismo, de manera remota, a informar sobre su condición y a hablarle de frente al pueblo de México.
Para el presidente, como para todas las familias y personas que están padeciendo la cuarta ola del Covid_19, deseamos con toda sinceridad su pronta recuperación total, mientras que para nuestro querido México anhelamos que las duras lecciones del pasado nos hagan mejores personas en el presente, rectifiquemos lo que antes se haya hecho mal, y mostremos solidaridad y corresponsabilidad ante esta pandemia y en todos los asuntos que afectan la vida de los seres humanos.