Las palabras de nuestros líderes sí importan
´The words of our leaders do matter´….(las palabras de nuestros líderes sí importan)
Estas palabras las dijo Wesley Shultz, líder de la banda "The Lumineers" en un concierto en Colorado antes de cantar su canción Charlie Boy, donde cuenta que nunca conoció a su tío Charlie ya que éste, al escuchar las palabras de Kennedy, decidió enlistarse en el ejército y servir a su país en la guerra de Vietnam, decisión que le costó sus sueños, su vida.
Gran verdad. Las palabras de los líderes importaron entonces como importan ahora.
Los sucesos del pasado 6 de enero en el Capitolio respaldan ésta tesis, ¡claro que importan!
Importan para insertar valores y roles modelo, como importan para deteriorar la cultura, la emoción y la temperatura de una ciudadanía.
Eso fue lo que pasó en EU; durante los últimos dos meses, Trump introdujo teorías de conspiración basadas en falsos sustentos de un fraude electoral.
Los seguidores impulsados por estas ideas, alentadas desde la cuenta de twitter del mandatario americano, llegaron a invadir al Capitolio; en fin, todos conocemos la historia.
Los memes y las frases no se hicieron esperar; inundaron las redes promoviendo la burla, el humor y la risa.
Me llamaron mucho la atención los surgidos en Latinoamérica dando a EU la bienvenida a las repúblicas bananeras.
Entendí, pero no me dieron risa estos en especial, ni los que decían que ahora México y Canadá pedirían y pagarían el Muro. Para empezar, el muro ya lo estamos pagando, pero esa es otra historia.
Yo viví ese día en Estados Unidos, como todo el mundo, en total desconcierto e incredulidad ante los hechos.
Pero, muy dentro de mí, sabía que no llegaría a mayores, que no pasaría de un intento estúpido de insistir en lo injustificable.
Para la nación americana fue un día de vergüenza, donde pusieron a prueba su democracia y su sistema de valores, con un saldo muy doloroso en costo personal para las víctimas de ese ataque, y mucho más en el subtexto; pero esto será tema para otro artículo.
Sin embargo, esa corazonada que tuve resultó ser cierta; se detuvo el asalto al recinto, se restauró el orden y se resumieron actividades, las cuales intentaban anular.
Una corazonada que no surge de la nada, sustentada en observar y atestiguar la fortaleza del sistema americano y sobre todo de conocer que al pueblo vecino hay una cosa que le importa más que cualquier personaje, partido o empresa: sus libertades, su adorada Constitución y los fundamentos de su democracia.
No los venden a un billonario venido a presidente que inundó de falsas ideas a sus ilusionados -¿y alucinados?- seguidores.
Sentí alivio, y también nostalgia por mi País, nostalgia de algo que jamás ha existido pero hoy menos que nunca: este tipo de certezas.
Vi en el Senado y en la Cámara americanas, la corroboración de estas ideas que fundamentaron mi corazonada: la fortaleza de sus instituciones representadas en las personas que las conforman.
Así, actores políticos de ambos bandos tuvieron el valor de criticar, denunciar y de calificar correctamente los hechos como violentos.
Atentado alentado desde la cúpula, y un comportamiento totalmente anti-americano, fueron los comunes denominadores de los discursos de ambos bandos, a excepción de algunos personajes que se jugaron sus carreras políticas apostando a conservar esa base para futuras elecciones, me imagino.
Además de todo, empresas privadas de redes sociales tuvieron el valor y el poder para bloquear las cuentas del mismito Trump.
Es cierto, se pueden debatir las implicaciones. Sin embargo, regresamos que es un país donde puede haber ámbitos en donde la ciudadanía representando empresas tenga el poder de callar a un Presidente y rectificar una mentira o alegación.
Pero, a pesar de esto, nos burlamos y bromeamos para querer acercarlos a nuestro mundo. Regresando a los memes y mi falta de sentido del humor.
¿Qué estamos diciendo cuando nos da risa que nuestro vecino se convierta en República Bananera? ¿Nos alegramos que ahora estén igual de amolados que nosotros?
Entonces entendí (recordé una vez más) lo que pasa en México.
Así somos. Si no podemos estar bien, que los demás estén igual o peor de mal que nosotros, aunque sigamos mal.
Parece trabalenguas, y son trabas mentales, culturales, que nos han costado y hoy más que nunca nos están costando el progreso, el desarrollo y el bienestar.
Porque mientras logramos hacer que todo esto alcance para todos los mexicanos, muchos mexicanos prefieren que ya no alcance para nadie, y por eso votan.
Estas bases son las que han sido alimentadas y nutridas con retórica y mentiras abiertas, con cinismo y descaro sin reparar si ayuda o no al país, si ayuda al poder, y es todo lo que importa.
Y las bases de quienes se fortalecieron no los cuestionan pues mientras se empareje la cosa -todos igual de mal- con eso se dan por bien servidos.
Así, los memes que pretenden ofender a quienes caen o descienden peldaños y niveles ya sea de poder y ´privilegios´, económicos y políticos -de los adversarios, claro- no se dan cuenta de que se ofenden más a sí mismos.
Es lo que me parecieron los memes que dan la bienvenida a las repúblicas bananeras a un país en donde no acababan de circular los mensajes de burla, cuando ya habían controlado la situación y los actores políticos recuperaron credibilidad y restauraron lo más importante para la población: sus instituciones, la confianza en su democracia.
Los memes solo lograron ventanearnos a los mexicanos
¿Podremos soñar con que eso pasará en nuestro senado y cámaras?, ¿que dejen de servir a personajes y partidos y sirvan de manera honesta a nuestra hermosa Nación?
¿Podremos pedir palabras responsables, fundamentadas en la verdad y asumiendo responsabilidades?, ¿que eduquen y no dividan?
¿Podremos dejar de escuchar cantos de sirena y exigir y pedir la verdad?
Porque las palabras de nuestros líderes sí importan, para bien y para mal.
Saquemos nuestras conclusiones.