Las reglas del grupo
El pasado fin de semana y lo que va de ésta, seguramente ante el tercer aniversario de gobierno de Andrés Manuel López Obrador, mis grupos de whatsapp han estado muy activos y cada vez más polarizados, a favor y en contra de la Cuarta Transformación.
Tanta actividad en mi dispositivo móvil me hizo reflexionar en esta nueva forma de comunicarnos a través de los chats grupales de los cuales los más comunes son los de WhatsApp, que en mi caso, este fin de semana mientras daba clases, en algunos llegué a acumular más de 500 mensajes sin leer, en poco más de cuatro horas.
Pensé para mis adentros, luego de ver la cantidad de mensajes acumulados, que es prácticamente imposible seguir cada chat en tiempo real o en línea y algunos ni siquiera la oportunidad de ponerme al corriente, asumiendo que si hubiera algún texto por alusión personal o dirigido a mi persona, encontraría alguna alerta en mis charolas individuales y consciente de que me estaría perdiendo gran parte de la conversación de todo lo que no pude leer, seguramente muy interesante, o quizás no.
En esta curiosa y nueva forma de comunicarnos, muy efectiva para convocar a varios a la vez, pero al mismo tiempo muy impersonal, se dan todo tipo de temas y asuntos a tratar.
En mi caso, pertenezco a un par de grupos de periodistas y comunicadores de la Ciudad de México, estoy incluido en por lo menos tres de analistas, periodistas, comunicadores y políticos de Nuevo León, cuatro de mis ex compañeros de la preparatoria e infancia, uno de exatecs y como cuatro de familia cercana.
A estos, hasta hace seis meses agregaría como 10 más de los quehaceres de comunicación social de la SEGOB, los que sumados de mi último encargo público y mis temas personales daban como 24 grupos de chats diversos, con la complejidad y falta de tiempo para atenderlos todos y lo que ello representa.
Imposible tener atención y energía reales para atender 24 chats a la vez por lo que, como todo en la vida, se ponen prioridades y algunos se convierten en los favoritos y otros tantos viven en la ignorancia o se revisan muy de vez en cuando.
Porque además de estar en el celular, hay muchas cosas más que se hacen en la cotidianidad de la vida y también requieren tiempo.
En mi celular, usted podrá encontrar en medio de todos estos chats, lo mismo boletines oficiales de prensa y cualquier cantidad de síntesis informativas, así como reflexiones, buenos deseos, memes, fake news, real news, encuestas, propaganda, publicidad, alertas amber, imágenes de adultos, invitaciones, felicitaciones, artículos de interés, resultados deportivos, emojis, versículos bíblicos, los buenos días y noches de mi padre, recuerdos familiares, fotografías y por supuesto debates de todo tipo y muchos de igual o mayor intensidad que en la vida real de casi todos los temas, lo que nos lleva a suscribir un gif que circula y dice “ni en Netflix se ve lo qué pasa aquí”.
Por ello soy partidario de que cada uno de estos grupos debe tener sus reglas bien claras porque muchas veces se convierten en auténticas Torres de Babel donde no solo “se arrebatan la palabra” (escriben al mismo tiempo) sino que se abordan tres, cuatro o hasta cinco conversaciones diferentes en el mismo grupo.
Como en una fiesta donde uno elige en cuál mesa estar, pero todas al mismo tiempo.
Hay grupos donde uno no quisiera estar pero en cuyos nuevos cánones no escritos de esta forma de comunicación, son como la mafia, en la que nadie puede salirse, así qué hay que estar, poner en silencio el celular y participar ocasionalmente para no ser criticado, porque, sí, estos grupos también hacen juicios y estigmas.
Por supuesto siempre hay uno o dos participantes muy intensos, beligerantes y disruptivos, mientras que los populares y los líderes son fácilmente identificables, igual que los tímidos o los que no escriben casi nada, por los motivos que sean.
He sido testigo de amistades que se han roto o familias que se han distanciado por causa de discusiones en estos grupos.
También he sido objeto de filtraciones a los medios masivos de algunos comentarios que pensaba hacía a un grupo de personas discretas y maduras y al día siguiente aparecen publicados en alguna columna o en manos de algún periodista, fuera de contexto y con dolo.
Muchas veces abundan los pantallazos, no hay ética o respeto y mucho menos códigos claros y cada grupo tiene subgrupos en los que todo puede suceder.
Soy de los que aplaude las bondades de la tecnología cuando la usamos para mejorar procesos y acortar distancias, pero mucho cuidado en que ésta sea utilizada con fines destructivos o nocivos.
En mis años de estudios superiores jamás imaginé un fenómeno como éste que, no es cosa menor y del que hay mucho que aprender aún, antes de que surja Sodoma y Gomorra digital.
Mejor que las reglas del grupo sean claras y que, como dice un amigo, no es obligación estar ni participar, cada quien elige donde y cuando quiere aparecer.
Para otro artículo seguimos con la polarización de estos grupos en torno a López Obrador, por lo pronto checaré las decenas de mensajes sin leer en este día.