Los retos del gobierno federal
La causa de todo es la herencia recibida por el antecesor.
El país entra en convulsión, lo mismo por la inseguridad que explotó al máximo en la figura de un coche bomba, que por la cancelación del estado de derecho y el riesgo democrático o por el peligro de ahuyentar la inversión por parte del sector privado.
El gran reto para la presidencia y en el cual se engloban los demás está en encontrar como desmarcarse del pasado, asumir personalidad propia y lograr la construcción de puentes con los grupos políticos opositores, el sector productivo y los grupos de poderes blandos como la iglesia y otros de la sociedad civil.
Aún no es urgente, pero debe haber mensajes claros de un cambio en el rumbo, de no ser así, la luna de miel puede acabar antes de los cien días que señalan los expertos como tiempo para alcanzar el desencanto con un gobernante.
La inseguridad creciente no es causa del segundo piso en la 4T, por el contrario, se pagan las consecuencias por vivir seis años en la permisividad de un gobernante quien pareciera coludido con los grupos de poder ilegal.
La presencia de un coche bomba en un municipio de Guanajuato no es a causa del segundo piso, pero sí manda un mensaje del crecimiento en violencia colectiva.
Acerca al país a los límites de Estado fallido y acelera los procesos de descomposición social.
Junto a la inseguridad, la gobernabilidad se ve afectada por el desgaste presente como consecuencia de las reformas al poder judicial.
En este momento la presidencia responde al amparo judicial contra la aplicación de las reformas y queda ante un amplio sector de la sociedad como un acto de autoritarismo, de rompimiento con el republicanismo y el equilibrio entre instituciones.
Esta reacción de intolerancia algunos la ven como tirana; las consecuencias están en que habrá inversionistas, financieros y empresarios quienes compren la idea de un gobierno unidireccional y opten por alejar sus proyectos empresariales del suelo mexicano, de nuevo, más ingobernabilidad ante una eventual catástrofe en la macroeconomía.
Quizá haya en el círculo rojo del actual gobierno federal quienes alienten los arrebatos, la intolerancia, el desaire a los diferentes; es cierto, las decisiones políticas del país no requieren consensos pues se tiene una mayoría que abruma, pero en política no siempre se gana ganando, con frecuencia se triunfa cediendo.
Necesita el círculo rojo más moderados y menos radicales, más constructores y menos destructores, más conciliadores y menos personas frontales.
A vista de los propios endurecer la política oficialista pareciera un triunfo, pero es oportuno recordar que hasta el más firme concreto requiere agua mientras está fraguando porque se puede quebrar.
La forma de hacer política en el primer piso de la 4T era propia del arquitecto de ese nivel, pero no siempre las mismas estrategias funcionan en personas diferentes.
Pareciera que el tiempo se acelera para el gobierno federal y deben encontrar su propio estilo o terminarán edificando un segundo piso como los del jefe de gobierno López Obrador, esos que se colapsaron en la ciudad de México.
Los retos para la arquitecta del segundo piso se reflejan en la inseguridad, la ingobernabilidad, el peligro de ahuyentar capitales y una potencial crisis de carestía en la economía familiar, pero todos se solucionan resolviendo el reto mayor: