Reírnos para no aburrirnos
Hace un tiempo escuché de una persona que recomendó, como estrategia para destacar en un campo particular, enfocarse en aquello que por lo general le resulta aburrido a otros, o que como decimos ahora, “les da hueva”.
Me atrevo a afirmar que al grueso de la población, la política nos aburre o nos da hueva, lo cual causa que haya un gran desinterés por el tema.
Me cuento en ese grueso de la población, y lo que me ha ayudado a salir de ese marasmo de desinterés es la risa. Desde niño soy un gran consumidor de programas de sátira y comedia política.
Hay una gran diferencia entre escuchar a personajes como Brozo, Chumel Torres o en este caso a Marco Polo y permitir que formen nuestra opinión política.
En mi caso, su comedia despierta mi interés por el tema y creo que eso es ya una gran ventaja.
Los políticos son sosos y acartonados. De ahí el éxito de personajes sui géneris como AMLO o el Bronco que vienen a romper el molde del aburrimiento.
TODOS SON IGUALES
Pero incluso estos políticos “atípicos” son iguales en el fondo a sus compañeros más tradicionales.
El desinterés es una gran estrategia política. Qué bueno que al ciudadano le aburra o le dé hueva la política, así no interviene.
Y este es el riesgo que veo ante medidas como la demanda de Clara Luz a Marco Polo.
La candidata podrá argumentar que lo hace por una cuestión de discriminación de género.
Permítanme dudar, pues en época electoral cualquier acción tiene tintes de estrategia.
Pero suponiendo que así fuera; creo que hay otras formas de expresar indignación, sobre todo cuando pesan sobre la 4T acusaciones de bloquear la libertad de expresión.
La cancelación no es la respuesta ante la inequidad. Se lo digo yo que pertenezco al grupo de las personas con discapacidad; la cancelación oculta la realidad, disminuye el desarrollo de un criterio propio y oculta la basura bajo la alfombra.
En efecto, parodiar estereotipos arraigados puede perpetuarlos y normalizarlos, pero ahí surge las preguntas:
¿Y entonces dónde queda nuestro criterio?
¿Somos de verdad tan inmaduros aún que la única solución es entonces erradicar las expresiones artísticas que nos parecen ofensivas o discriminatorias?
La candidata podrá argumentar que lo hace por una cuestión de discriminación de género.
Permítanme dudar, pues en época electoral cualquier acción tiene tintes de estrategia.
Pero suponiendo que así fuera; creo que hay otras formas de expresar indignación, sobre todo cuando pesan sobre la 4T acusaciones de bloquear la libertad de expresión.
La cancelación no es la respuesta ante la inequidad. Se lo digo yo que pertenezco al grupo de las personas con discapacidad; la cancelación oculta la realidad, disminuye el desarrollo de un criterio propio y oculta la basura bajo la alfombra.
En efecto, parodiar estereotipos arraigados puede perpetuarlos y normalizarlos, pero ahí surge las preguntas:
¿Y entonces dónde queda nuestro criterio?