Frías las esposas y abrumador el silencio
•El periodista une historias y las problematiza para analizarlas y, si la suerte está de su lado, entenderlas
El periodista nunca es protagonista de las historias, lo que exponemos nunca debe tratarse de nosotros.
Tras 16 años de carrera profesional, estoy acostumbrada a dar voz a quienes sufren los abusos, a quienes tienen una historia para contar.
Nunca había sido yo la víctima, nunca había sido yo la protagonista de una noticia.
El pasado 14 de marzo, fui esposada y desalojada de la Presidencia Municipal de Cadereyta Jiménez, en Nuevo León, en un evidente abuso de autoridad del alcalde Carlos Rafael Rodríguez Gómez, tras cuestionarlo por la adquisición de unidades para la Policía Municipal y que evadiera responderme.
En minutos pasé de la molestia y la inconformidad, a la angustia, el miedo y el asombro.
Me ha sido abrumador ver y reconocer la forma en la que sucedieron los hechos y las personas, funcionarios públicos, que se vieron relacionados en esta arbitrariedad.
La normalización de la violencia, los sesgos que nos atraviesan me han quedado en evidencia cuando viví de primera mano un pisoteo de mis derechos como ciudadana y como comunicadora y que a pesar de mis argumentos, nadie fuera capaz de alzar la voz conmigo.
Qué soledad tan honda es la de defenderse ante quien no comprende la gravedad de lo que hace
Recuerdo la colocación de las esposas, jamás había tenido unas puestas.
La sensación de asombro, angustia y miedo que me invadía en ese momento, fue interrumpida por la sorpresa de lo frías que eran.
El contacto del metal con la piel de mis muñecas, me sorprendió, me indignó profundamente y de alguna manera que aun no comprendo me llenó de valentía para seguir evidenciando que lo que sucedía era un abuso de poder, un delito.
El hecho cobró relevancia a nivel nacional y yo que siempre he sabido que “el periodista nunca es la nota”, me convertí en la protagonista de una noticia que fue dada a conocer en los medios de comunicación que tengo años leyendo, escuchando y analizando.
El periodista es un consumidor voraz de información, porque yo podré no desayunar, pero siempre sé cuáles son “las de ocho” de los periódicos.
El periodista une historias y las problematiza para analizarlas y, si la suerte está de su lado, entenderlas.
Desde ese día, he sido blanco de una campaña de desprestigio en mi contra, desde el Gobierno de Carlos Rodríguez Gómez, han sostenido que yo no soy periodista, a pesar de que tengo una carrera que me respalda.
Además, he sido blanco de violencia digital, y aunque los videos son muy claros, hay quienes no comprenden el porqué de mis preguntas, incluso he sido calificada como: irrespetuosa por tener una voz enérgica; altanera, por exigir una respuesta; mal educada, por atreverme a cuestionar.
Me queda claro que esto es una visión sexista de los hechos.
Si un compañero periodista hubiera cuestionado de la forma que yo lo hice, sería valorado como un periodista astuto, sagaz y de rápido de pensamiento, pero al ser una mujer quien cuestiona, las críticas a mi persona se reducen a ser una señora que busca llamar la atención, mal educada e irrespetuosa.
A días de lo ocurrido, he podido reflexionar, ver y contrastar las notas que me han escrito con los hechos que viví.
Después de analizar varias perspectivas me es muy triste reconocer la complicidad de quienes no hablaron. Su silencio me sigue pareciendo abrumador
Creo firmemente que todos tenemos historias que merecen ser contadas, esta es una de las mías y desde hoy me uno al equipo de DETONA para evitar abonar al abrumador silencio de la complicidad.
En DETONA he venido a compartir opiniones con quienes hablan el mismo idioma que yo: el de la libertad, el de la transparencia.
Escribir en DETONA me significa un reto personal y profesional, pero sobre todo una ilusión.
Confío en brindar un espacio de denuncia, pero también un lugar en el que podamos contrastar opiniones, analizarlas, problematizar las situaciones, para, como escribí anteriormente, con un poquito de suerte, entenderlas y atenderlas.