Un Actor Malo / México, 2023
Un Actor Malo es una obra trágica sobre una película, dentro de una película donde todo el montaje se viene abajo cuando la estrella de la realización (Fiona Palomo) revela que en una escena íntima el actor (Alfonso Dosal), ha tenido un contacto impropio con ella en la cama.
La cruda realidad de la película es el estado de indefensión en la que se encuentran casi la totalidad de las víctimas de actos de violación.
Sí, el director Jorge Cuchi opta por elevar esa tragedia en la que sufren las mujeres al verse doble o triplemente victimizadas.
El realizador peca un poco en presentar su película dentro de una película en forma de largos masters: tomas muy largas que parecen más dignas de un montaje teatral en estructura, para hacernos pensar que estamos ahí como testigos.
La realidad es que sí sucede algo, y la realidad es que se trata de una forma u otra de minimizar o exagerar a como van de la mano los intereses que rodean a la afectada.
Lo que me incomodó es que hasta el final final se sabe que el tópico real de la película es lo que sucede en la industria del cine mexicano, las situaciones impropias que ocurren a veces durante escenas demasiado íntimas.
Pero el problema es que la industria nacional se ha ganado a pulso una mala fama de ser demasiado explícito, con películas como Batalla en el Cielo (2005), donde el director Carlos Réygades filmó una escena de sexo oral tal cual… pues a lo mejor todo lo que vemos en pantalla sucede y es consensual.
Qué bueno que por fin ponen a un lado lo que quieren vender mediante publicidad y lo que sale a la luz que ocurre y que filman las cámaras.
Y que bueno que la industria ha decidido demasiado reciente, 2022, autorregularse con políticas de vigilancia en este tipo de escenas.
Lo que es la odisea que vive Sandra (Palomo) y el infierno que le toca a Daniel (Dosal) es una danza macabra de intereses y legalidades (me encantó la abogada de Daniel, con cara cínica de “voy a ganar”), pero todo lo montado se viene abajo con un último acto demasiado desbocado.
Tal cual Daniel es un actor malo detrás de las cámaras, clásico victimario que se quiere hacer la víctima.
Uno que “sufre”, pero el error cometido “es que pensé” y demás excusas y rollo se queda escrito en piedra.
La película es demasiado larga y repetitiva, aunque se luce Fiona Palomo en una escena donde narra lo ocurrido, ya es una de muchas veces que lo sueltan y llega un punto donde parece un comercial del Instituto Nacional de las Mujeres repetido demasiadas veces en TV y redes.
Sí, es la cruda realidad si se enfoca una en las miles y miles de mujeres abusadas que quedan en el desamparo de un limbo infernal.
Y la cruda realidad es que la industria del cine ya encontró una solución.
Mientras tanto, la cruda realidad en el mundo real… todo sigue igual.