Achichincles
Si bien es cierto que todo líder necesita coequiperos solidarios para sacar adelante sus iniciativas, proyectos y tareas, pocos entienden que ser un buen coequipero y ser solidario implica también tener el valor de decirle al líder “Está usted equivocado” y así evitarle las consecuencias de cometer un error que cause más estragos que beneficios.
Pocos se atreven a contradecir al líder o pocos saben cómo hacerlo con fundamento lo suficientemente razonable como para convencerle de modificar su decisión.
Es entonces que por tanto querer servirle, no le sirven.
Dicen por ahí que “Al jefe no se le dice no” sin correr el riesgo de quedar marginado o incluso de ser despedido en represalia por insubordinación.
Este amordazamiento jerárquico depende mucho de la calidad de jefe que se tenga y muchos no quieren ni averiguarlo; especialmente si gozan de sueldazos, oportunidades y posiciones de privilegio en la pirámide del poder.
Pocos son los que están dispuestos a renunciar antes de prostituir sus convicciones convirtiéndose en viles achichincles.
La palabra “achichincle” designa de forma despectiva a la persona que acompaña a otra de manera incondicional, adulándole y obedeciéndole en todo.
"El licenciado vino con su achichincle".
En inglés se les conoce como “yes-sir man”.
Sí, de esos que “les besan las patas a los de arriba y pisotean a los de abajo”; esos que forman un cerco que impide al acceso al líder, esos que –por quedar bien- se dedican a encontrar excusas y pretextos para evitar que el líder vea con claridad la realidad, alimentando su ego y embriagándolos de poder.
Independientemente de si las personas cuentan con los más altos títulos académicos y son egresados de las más prestigiosas universidades, o si son elegidos por compadrazgos y otros compromisos para ocupar puestos importantes cercanos al líder, los achichincles aparecen por todas partes.
¡Hay achichincles de lujo!
Y mientras más intereses personales y privilegios impliquen la posición que ocupan, más propensos serán a volverse achichincles.
Esto sucede tanto en la iniciativa privada como en el servicio público; resulta curioso que se olvide el hecho de que, mientras en la iniciativa privada el jefe es el patrón, en el servicio público el patrón es el Estado y el pueblo; no el mandatario…Porque el mandatario también es un servidor público.
Saber decir “no”, o señalarle un error al jefe en tiempo y forma, es un arte difícil que requiere de mucho valor, tacto y exposición de argumentos bien sustentados.
Aun así, decirle que "no" al jefe siempre será un riesgo que no está exento de consecuencias.
“Saber decir “no” es una destreza que, junto a la asertividad, constituyen las dos principales habilidades sociales.
Decir no requiere entrenamiento, no es una capacidad innata, puesto que no sólo se trata de decir no, sino de saber cuándo y cómo hacerlo, de ahí que se hable de “las técnicas para decir no” y de aprender a decir no, que forman parte de los aprendizajes en habilidades sociales avanzadas.”
Pero, en esto precisamente estriba la diferencia entre ser un mero achichincle al servicio de una persona...