¡Aquí vamos, París 2024!
Como muchos mexicanos, yo los veo como fuente de inspiración de lo que la voluntad de hierro, la disciplina y el amor al deporte pueden hacer para vencer cualquier obstáculo y superar toda adversidad.
Desde que de niño me fascinó ver en los Juegos Olímpicos de la Ciudad de México al “Sargento” Pedraza entrar al Estadio Olímpico en su prueba de caminata y al “Tibio” Muñoz ganar una medalla de oro en natación, quedé enganchado para siempre con la Olimpiada.
Les confieso que no me apura tanto medir el valor de los atletas mexicanos por el número de medallas que obtengan.
No me dice gran cosa el medallero olímpico, dominado por ultradeportistas de las grandes potencias que llevan sus conflictos geopolíticos al foro deportivo.
Prefiero el sabor inigualable de la competencia leal, el impulso competitivo genuino, el sudor natural (no las hormonas ni los suplementos químicos mágicos) y la caballerosidad en cada competencia, como la medida del éxito independientemente de si el atleta gana o no una medalla olímpica.
Por supuesto, ganar una medalla es probar la gloria, pero medir el esfuerzo deportivo exclusivamente por el número de medallas obtenidas es perder la esencia del olimpismo: la competencia es el triunfo, competir a nivel olímpico es haber ganado de antemano.
Viajaron a París 107 atletas mexicanos, en su mayoría mujeres, quienes participarán en 27 disciplinas deportivas.
Entre ellos, hay 13 medallistas olímpicos de anteriores competencias.
En una encuesta del periódico El Heraldo (Poligrama-Heraldo Media Group), de las personas entrevistadas, el 55% expresó que esperan más medallas que en Tokio 2020 (cuatro medallas).
La gimnasta mexicana Alexa Moreno fue señalada por el 24% de los entrevistados como la deportista que será la figura mexicana en los juegos olímpicos, por delante de otros atletas como Alejandra Valencia y Matías Grande, tiradores de arco.
Será inevitable para los atletas mexicanos mezclar el deporte con la política.
Su asistencia a París 2024 se da en medio de una ola de surgimiento de figuras y movimientos políticos populistas, ultranacionalistas y desafiantes de la democracia en Europa, algo similar a lo que ocurre en América Latina.
El olimpismo será sometido a una durísima prueba en París 2024 en tanto sus valores de fraternidad humana, espíritu de competencia leal y respeto a las reglas del juego son, precisamente, lo opuesto a lo que pregonan los movimientos populistas europeos.
Además, los atletas mexicanos ya han saboreado ese populismo en su propio país bajo el gobierno morenista de López Obrador, su proyecto de la Cuarta Transformación y sus propuestas contrarias a la democracia liberal.
“La política de promoción deportiva bajo el gobierno de Andrés Manuel López Obrador se ha caracterizado por cuatro elementos: restricción presupuestaria, destrucción de iniciativas que habían funcionado, desorden administrativo y atención a las federaciones deportivas de acuerdo con su alineación política”.
Escribió recientemente Francisco Báez Rodríguez, periodista y académico (en su capítulo para el libro coordinado por Ricardo Becerra, “El daño está hecho. Balance y políticas para la reconstrucción”, México: Libros Grano de Sal, 2024).
La hazaña olímpica ya se dio para México:
Es un milagro ver a los atletas aztecas en París compitiendo por medallas, a pesar del desdén por el deporte del gobierno morenista.
“Los atletas mexicanos salen a competencia en la justa olímpica”, afirma el columnista deportivo David Faitelson.
“Habrá que exigirles de acuerdo a lo que tienen. Creo que cualquier resultado, ante las condiciones que les rodean, es, casi, un milagro”. (El Norte, 26/07/2024).
Finalmente, los olimpistas mexicanos pueden animar con su ejemplo a una población mexicana mayormente alérgica al deporte, al cual prefieren ver desde el sofá:
En 2022, según datos del INEGI sólo el 42% de la población adulta dijo hacer algún tipo de ejercicio físico, pero nada más el 23% lo hizo con el nivel requerido para mejorar la salud.