Atrapada
Es un personaje trágico, encadenado a la deuda de poder que tiene con López Obrador y ante la necesidad de impedir que el país y el régimen se le deshagan entre las manos.
En el discurso que pronunció en el Zócalo con motivo de los 100 días de su mandato, ella misma –con toda sumisión– se encargó de confirmar su esclavitud política.
“¿Por qué le llamamos segundo piso de la cuarta transformación?, porque los cimientos y las bases las puso el mejor presidente, Andrés Manuel López Obrador y a nosotros nos toca consolidar(lo)…”.
Es decir, Claudia llegó al gobierno, se puso la banda, vive en Palacio Nacional, se sienta en la silla presidencial, administra, no gobierna, porque quien tiene el poder se llama Andrés Manuel López Obrador.
El factor Trump ha endurecido el encarcelamiento de la presidenta.
El ser o no ser.
- Atender a AMLO a atender a Trump.
- La presentación del Plan México es también un acta de confesión.
- Un alarido para decir que el régimen necesita desesperadamente de recursos, de inversiones, para poder sobrevivir y salvarse.
¡Qué paradoja!
La 4T con todo y su falso nacionalismo podría llegar a ser el gobierno más supeditado a las decisiones de Estados Unidos.
Un déficit fiscal de dimensiones históricas, una deuda pública exorbitante, un nulo crecimiento económico –herencia de AMLO– colocan a Sheinbaum en una posición de enorme debilidad ante el imperialista y amenazante Trump.
Y es que no solo se trata de evitar una crisis económica.
Lo que más preocupa al grupo gobernante es que la debacle económica acabe con la Cuarta Transformación, que ya no pueda seguir asignando el 30 por ciento del presupuesto a los apoyos sociales para garantizar el voto de los más pobres.
En el mensaje de los Cien Días y en el Plan México no solo hay una contradicción, por cierto, esquizofrénica, sino dos tipos de modelo de país totalmente opuestos.
En el Zócalo la presidenta se comprometió a reciclar el obradorato, el estatismo, la centralización del poder y ante los empresarios ofertó un México abierto a la inversión que exigiría “mandar al diablo” el legado reformista del tabasqueño.
La reforma al Poder Judicial es un grillete atado a su pie.
Ella debería entender que mientras no cancele el proceso para elegir a jueces, ministros y magistrados no habrá confianza plena para invertir.
Que su gobierno seguirá fuera de la esfera democrática y dentro de la órbita de las dictaduras.
Sheinbaum es candidata a convertirse en un personaje de tragedia griega.
A no quedar bien con nadie, en medio de una crisis nacional, a ser vista por el partido de su jefe como un estorbo y como un factor de desconfianza para la inversión internacional.
Quedar bien con López Obrador y atender el interés nacional no es lo mismo.
Más bien son dos cosas opuestas.
¿Qué prefiere el autoritarismo represivo y centralizador, el estatismo, o la democracia?