Claudia Sheinbaum, vicepresidenta
Al día siguiente de la jornada electoral del domingo 2 de junio, el presidente Andrés Manuel López Obrador no solo felicitó a su candidata ganadora, Claudia Sheinbaum, en la conferencia matutina, sino que empezó a darle instrucciones: el actual Secretario de Hacienda, Rogelio de la O, repetirá en el cargo en el próximo gobierno, ordenó.
“Eso va a facilitar la transición, que no sea como antes que había crisis, eso no pasará porque se va a fortalecer”, dijo AMLO en declaraciones recogidas por El Financiero en una nota convenientemente cabeceada como “AMLO se adelanta a Sheinbaum...” (3 de junio).
Justificó el presidente su declaración diciendo que “Rogelio es un servidor público ejemplar en el mundo financiero que da mucha tranquilidad en lo económico”.
No paró ahí la cosa. Sobre el tema de la mayoríamorenista en el Congreso y el Plan C, Andrés Manuel agregó que “nos tenemos que poner de acuerdo porque no quiero yo imponer nada”.
Claudia se enteró, probablemente, de todo esto al ver la televisión porque AMLO dijo que “nos vamos a ver cualquier día que ella pueda” para planear la transición de gobierno, es decir, lo de la continuidad del Secretario de Hacienda lo dijo antes de hablar con la candidata ganadora.
Al día siguiente, anunció el presidente lo siguiente: “formalmente a partir de que sea presidenta electa nos reuniremos, seguramente vamos a elaborar un plan para la transición... vamos a ir juntos a ciertas obras y revisar algunos programas”.
En una entrevista para la BBC, en mayo pasado, a Claudia le preguntaron sobre si ella era simplemente una extensión sobre el proyecto de López Obrador, a lo que respondió que “esa es la opinión de la oposición. Me siento segura de mí misma... soy del mismo movimiento de López Obrador, luchamos más de 20 años juntos... yo voy a vivir un momento diferente en la historia, vamos a tener nuestros propios objetivos”.
No se tiene, al momento de hacer este comentario, el resultado del conteo final de los votos y las impugnaciones presentadas, pero Andrés Manuel ya dio muestras públicas de lo que viene para Claudia desde ahora: una cohabitación incómoda con el presidente, una sombra de cogobierno durante la transición y más allá del 1 de octubre, cuando ella asuma el cargo presidencial.
¿Será quizá para Claudia el papel de una “vicepresidenta informal” lo que le espera?
Como contexto, la figura de vicepresidente no existe en México.
Sabemos que en Estados Unidos es una figura legal y tiene funciones precisas: asesorar y aconsejar al presidente, ejercer la presidencia en caso de incapacidad o muerte del ejecutivo, e intervenir en el Senado para resolver situaciones de empates de votos entre senadores.
Kamala Harris es la actual vicepresidentea en funciones para el Presidente Biden.
Los intentos de cogobierno o de influencia de expresidentes en el mandato del presidente en funciones, es decir, la mera idea de compartir el poder incluso entre políticos afines del mismo partido o movimiento, han terminado siempre mal en México: en el exilio político para el expresidente.
No es un tema menor el de la relación entre Andrés Manuel y Claudia a partir del 3 de junio.
Al contrario, es el asunto clave que definirá el rol de la futura mandataria en la vida pública mexicana y condicionará su éxito o fracaso.
A Claudia la persigue todavía la sombra de la dependencia política total de Andrés Manuel, pues a él le debe la candidatura presidencial y la campaña electoral ganadora apoyada con recursos públicos. No ha proyectado una personalidad independiente ni un lenguaje diferente.
La “carga de la prueba”, como dirían los abogados, de su independencia en el poder y de la ausencia de un cogobierno con AMLO en la que sería la “vicepresidenta” informal, le corresponde a ella.