¿Cómo aprender a pasar las olas?

Cosas que nunca te dije y me hubiera gustado que supieras

Ana Laura Martínez DETONA: Somos una vez en la vida, pero si se vive con plenitud, una vez es suficiente.

Deberíamos habernos encontrado en otros tiempos, quizá en mares más calmos o en tempestades lejanas. Pero llegaste a tiempo, Emperador.

Antes, habría querido conocerte en libertad, sin restricciones, sin límites ni complejos. Después, con la serenidad de aguas tranquilas, con paciencia y la sabiduría que otorga la experiencia.

Te conocí a tiempo, justo cuando las olas del destino nos empujaron juntos, para saber que existías, para llenarme del eco de tu voz y del roce de tu piel.

Nos encontramos en el mismo océano y bajo el mismo cielo, para sumergirnos mutuamente en la profundidad de nuestros deseos, para tocarnos y ser tocados.

Para que supieras que yo estaba aquí, aguardando ser envuelta por tu oleaje, y que me dejaras navegar en tus mareas.

El mar nos arrojó a este encuentro, en el vaivén de las olas hallé tu presencia, en el murmullo del agua reconocí tu esencia.

Nos fundimos en la espuma de nuestros anhelos, en el tumulto de las corrientes hallamos nuestro refugio.

En el oleaje, tu piel y la mía se buscaron, se encontraron, se reconocieron.

Soy de aquellos que el mar llama, aquellos que encuentran en el fondo de las olas la verdad de sus sueños.

Y en tus mareas, hallé la inmensidad de lo que podía ser, la profundidad de lo que deseábamos.

Juntos, nos dejamos llevar por la corriente, sin miedo a los naufragios, abrazados por la promesa de lo eterno en cada ola.

Entre las olas que susurran en el mar infinito, busco el equilibrio y la paz, en mi ilusión, un anhelo de reconciliación Emperador, bajo nuevas condiciones que nos permitan una relación más armoniosa.

 Estoy inclinada hacia un nuevo inicio, sí, pero sé que se necesitarían cambios significativos para alcanzar un equilibrio verdadero y una armonía duradera.

La relación, tal como fue, se asemeja a un mar agitado que no puede sostenerse, pero el deseo de renovar y transformar nuestra conexión en mí, sigue presente, latente como el murmullo constante de las olas.

Nadie me advirtió que extrañar es el derivado de los oleajes que se convierten en recuerdos, recuerdo de buenos momentos.

Creí que mi sed se extinguiría y rompí el vaso, lo destrocé. Tus caricias eran olas suaves que me envolvían, tus susurros eran el murmullo del mar en mi oído.

Tenías una forma de acariciarme, de susurrar pequeñas delicias mientras me besabas, en cada beso, el oleaje de la pasión me arrastraba, dejándome a la deriva en un océano de anhelos y sueños.

Y así, en medio del vaivén de nuestras emociones, encontré en ti la inmensidad del amor y el deseo que tanto anhelaba.

No volveremos a experimentar esta etapa de la vida, ni vivir este mes de junio, ni ser quienes somos en este momento.

Pertenezco a instantes fugaces y vívidos de intensidad emocional, pero pertenezco a esos momentos, no a las personas. Mi última muestra de amor fue renunciar sin insistir más.

Escribo como si mis palabras pudieran salvar vidas, quizás la mía propia. Y no digas que no te amé, pues intenté comprenderte incluso cuando me heriste.

Las olas del mar traen consigo los recuerdos de lo que fuimos, se llevan promesas rotas, medejan con la sal en la piel y el eco de lo que una vez fue.

Cada ola que rompe en la orilla susurra historias de amor y despedida, y en ese murmullo, encuentro la verdad de nuestro adiós.

La marea sube y baja, llevando consigo la certeza de que, aunque las olas nos separen, siempre quedará la espuma blanca de los momentos compartidos. 

También Emperador, hay belleza en las olas que nos arrastran hacia lo más profundo del mar. Después de todo, la muerte es solo un indicio de que la vida fue vivida.

Tengo certeza de que expresar mis sentimientos nunca arruinará una conexión genuina.

Comprendo que anhelabas mis momentos buenos, mis sonrisas, los días radiantes.

Querías la estructura de mi vida y el caos de mi cama, abrazos que culminaban en éxtasis y besos que despertaban anhelos en las profundidades.

Tus manos buscaban entrelazarse con las mías, tus piernas sobre las mías, nuestros cuerpos fundidos, y mis pies señalando el camino que alguna vez soñé recorrer juntos.

Pero no deseabas caminar a mi lado.

No anhelabas lágrimas ni cielos nublados.

No pretendías calmar tormentas, ni abrazarme cuando soy un huracán.

Solo querías que te escribiera sobre el amor, pero no te atreviste a amarme.

En el murmullo del mar encuentro la verdad de tu desdén. Las olas llevan y traen los restos de un amor que nunca supiste comprender. Y mientras el mar ruge, yo escribo, dejando que la marea se lleve lo que nunca fue nuestro.

 Querías ser marinero Emperador, pero te conformaste con el temor de las mareas. Así que decidiste no intentarlo. 

No temo quedarme sola, estoy acostumbrada a soltar aquello que creí haber amado. Pero aun así en mi anhelo, pienso que una conversación profunda y una disculpa de ambas partes a tiempo, pueden resolver muchas cosas.

Somos extraños de nuevo, pero esta vez con recuerdos.

Amo profundamente y con compromiso, pero también busco equilibrar mis emociones y sanar de viejas heridas. 

En mi ilusión, en ese retorno ficticio en mi mente, en esa reconciliación que se escribe como un futuro anhelado, creo esencial abordar la relación con comprensión y paciencia, reconocer los desafíos emocionales, comunicarnos abierta, sinceramente, y ofrecer apoyo mutuo para superar el dolor y la resistencia al cambio.

Solo así podremos fortalecer nuestra conexión y abrir el camino hacia una posible reconciliación. 

Siento que nuestra historia no tuvo un cierre adecuado, extraño la completud que me dabas, la claridad y realismo que traías a mi vida, la dirección, control y determinación que sentía a tu lado. Me ayudabas a avanzar y a dejar atrás problemas.

Valoro profundamente lo que aportabas a mi existencia, pero también me encuentro en un estado de indecisión sobre cómo seguir adelante, porque una vez más, esto solo es producto de mi imaginación. 

Deseo avanzar positivamente y ofrecerte estabilidad. Una relación justa y equilibrada, donde podamos dar y recibir equitativamente, mostrando generosidad y apoyo mutuo.

Cualquier reconciliación debe estar basada en la equidad y la justicia, abordada con madurez y compasión.

Soy consciente de que se necesitaría un cambio radical, el cual estoy dispuesta a deconstruir lo que no funciona para construir algo mejor.

La clave para una relación equilibrada y justa es la paciencia y el equilibrio.

Busco la armonía, ofrezco colaboración y trabajo en equipo, dispuesta a hacer cambios significativos para construir algo sólido y duradero. 

Yo no escribo recuerdos Emperador, escribo lo que me está sucediendo. Y si de algo estoy segura, es que a medias, nada. 

¿Y si después es nunca?

¿Ya es ese nunca?

Es evidente que todo se está derrumbando, y no existe otra manera, porque una vida nueva me costará la vida vieja.

Sanar lleva su tiempo, tiempo de proceso cíclico, como olas que se mueven dinámicas.

No es lineal; es un pulso continuo y vivo. Sostenido si eres consciente, constante y paciente.

A veces, el destino se parece a una tempestad de arena que cambia de dirección sin cesar.

Intentas evitarla, cambias de rumbo, y la tormenta también cambia de dirección, siguiéndote.

Vuelves a cambiar de rumbo y la tormenta vuelve a cambiar de dirección, como antes. Y esto se repite una y otra vez.

Esta tormenta, en definitiva, eres tú. Es algo que se encuentra en mi interior. Allí solo hay una arena blanca y fina, como polvo de huesos, danzando en lo alto del cielo. Imagínate una tormenta como esta, y yo, en verdad, la atravesaré, claro está.

Y cuando la tormenta de arena haya pasado, no comprenderé cómo he logrado cruzarla con vida.

Ni siquiera estaré seguro de que la tormenta haya cesado de verdad. Pero una cosa quedará clara: la persona que surja de la tormenta no será la misma que penetró en ella.

Ahí estriba el significado de la tormenta de arena. Ahí nacerá mi nuevo yo. 

Pudimos haber sido todo. Para mí, lo has sido, y ahora, estás y estarás por siempre dentro de un libro.

Nos encontramos como extraños nuevamente, con recuerdos que nos atan y nos disgregan.

Anhelo la liberación del control, soltar los apegos que nos encadenan a las sombras del pasado. Necesito sentir la estabilidad emocional que nos permita navegar juntos sin el temor constante a los naufragios.

Busco la claridad y la transparencia, respuestas que iluminen el horizonte de nuestras incertidumbres.

 Una relación libre de toxicidades, de patrones oscuros que nos arrastren al abismo del mar.

Espero en mi anhelo, señales de felicidad y luz, que nuestra relación pueda ser una playa serena y prometedora.

Estoy esperando que muestres claridad, transparencia y una visión positiva para considerar la reconciliación.

Anhelo una relación equilibrada, estable y saludable. Una relación donde las olas no nos derrumben, sino que nos impulsen hacia la orilla de una nueva oportunidad.

El mar ruge con la intensidad de nuestras emociones, olas que se alzan como testigos de nuestros anhelos y miedos.

En el vaivén de las aguas, busco la paz y la certeza de un amor que no se ahogue en la tormenta, sino que encuentre su fuerza en la calma después del oleaje.

Escribo porque la insatisfacción me arde en el pecho, porque no estoy conforme, porque no estoy dormida, ni ciega, ni muerta.

¿Hay algo más tortuoso que la espera? ¿Olvidarte? Te llevo en los huesos, y tu silencio es un rugido ensordecedor.

Somos una vez en la vida, pero si se vive con plenitud, una vez es suficiente.

Estuve aquí y me acordé de nosotros, Emperador, porque te amo con una intensidad que desafía la razón.

Y si hay que empezar de nuevo, se empieza porque yo no escribo recuerdos, escribo lo que me está sucediendo.

Ninguna ola vino para quedarse. Eres más poderoso estando en calma. Me encanta la gota que derramó el vaso, el punto exacto donde se producen los cambios más importantes.

En mi ilusión, abres tus sentidos al diálogo, mi emperador, porque en nuestras palabras se encuentra la llave que puede abrir el camino hacia la serenidad que anhelo.

La mitad de tu belleza radica en tu extraña manera de pensar. No temas las olas ni el rugir del mar, pues en ese oleaje se esconde la pasión y el amor que nos pueden llevar a un nuevo comienzo.

Naveguemos juntos, sin miedo, hacia la claridad de un horizonte compartido, donde las aguas calmas nos envuelvan con la promesa de un amor renovado y eterno.

Porque, Emperador, quiero que sepas que estás anclado a mi alma, y en cada ola que rompe en la orilla, en cada rugido del mar, encuentro la fuerza y la pasión para amarte y para que, juntos, encontremos la serenidad que tanto anhelamos, porque ninguna ola, llegó para quedarse, y tú si llegaste para anclarte a mi alma.

Ana Laura Martínez

Reconocida escritora, artista conceptual y oradora de TED Talks, se destaca como fundadora de la comunidad global literaria "Ana Laura Libros" y del innovador proyecto "ATELIER". En este laboratorio mexicano, fusiona sus habilidades artísticas y literarias para transformar emociones en procesos artísticos. A través de su incursión autodidacta, Ana Laura ha ampliado su enfoque, sumando el título de ARTISTA CONCEPTUAL a su faceta de ESCRITORA. Su creatividad se manifiesta en proyectos como Deconstrucciones Decorativas, Maison Tables, Denim Statements, Caligraphy Art, 28x21 Arte, Editorial ALL, Ingeniería To Go y Letras al Vacío Salinas, reflejando la diversidad de su talento en el mundo artístico y literario.