Deportes y pago por ver

El fútbol que es un deporte sencillo en su practica y el cumplimiento de sus reglas en lo fundamental, se hace elitista cada vez más.

La historia deportiva de nuestro país no es especialmente brillante, principalmente en los deportes por equipo.

Es cierto que se han conquistado triunfos en juegos olímpicos y mundiales infantiles y juveniles de futbol, así como algunos grandes momentos en el béisbol infantil, en Williamsport; aunque son los deportes individuales en donde México cuenta con algunos grandes momentos como en el boxeo, taekwondo recientemente y atletismo fundamentalmente.

Para el aficionado, el futbol soccer y el boxeo fueron históricamente las grandes aficiones mexicanas; los ídolos nacionales en los deportes han sido fundamentalmente boxeadores y futbolistas.

Durante los noventa, el arribo de la televisión por paga y posteriormente pago por evento, hizo del boxeo, un deporte que exige sacrificio y un castigo al cuerpo notable donde sus practicantes han sido históricamente personas con situaciones socioeconómicas precarias, un espectáculo elitista, es decir, poder seguir y observar una pelea de box, se hizo un evento sumamente caro, y el procurarlo a través de una transmisión televisiva exigía tener un sistema de pago de televisión por cable y desembolsar dinero extra para ver en directo dicho evento.

Lo mismo ha sucedido con el fútbol.

En estas semanas que se vive el mundial, la captura por parte de cadenas televisivas que desembolsan enormes cantidades de dinero por los derechos de transmisión amenazan la popularidad de este deporte.

Ya en 2010 se puso de manifiesto este secuestro, donde las televisoras tenían un limitado número de minutos y solo poderlos reproducir limitadamente dichos eventos, exhibieron el riesgo de que admirar el futbol se convierta en un espectáculo elitista.

Ante este evento, se han tomado algunas flexibilidades como permitir que los partidos de las selecciones nacionales puedan ser transmitidas en televisión abierta sea casi obligatorio, no así los partidos de las selecciones más relevantes y los partidos de las fases finales del torneo, los cuales será necesario desembolsar una cantidad de dinero significativa para poder verlos.

DATO IMPORTANTE: En nuestro país, 25% de la población no tiene internet y 15% todavía tiene una televisión análoga.

Además, para observar ciertos partidos de futbol, cuesta poco más de $1,000 pesos mensuales, lo que incluye la suscripción a distintos canales de streaming y el costo del internet.

Es cierto que el internet y las redes sociales han ofrecido una mayor relevancia a estos espectáculos y con ello se genera más dinero, pero también es cierto que el fútbol que es un deporte sencillo en su practica y el cumplimiento de sus reglas en lo fundamental, se hace elitista cada vez más.

Generar dinero se ha vuelto un imperativo, sin embargo, restringir su acceso podría generar el efecto contrario: la compra de playeras del equipo y jugador favorito puede caer drásticamente, con lo que los ingresos del club se ven seriamente amenazados.

Encontrar un punto de equilibrio es complicado, asegurar su disfrute resulta reconocer que se necesita capitalizar el dinero que se genera alrededor de esta industria, pero también evitar que esta necesidad de protegerlo se traduzca en un monopolio que condicione su desarrollo y que con la bandera de mantenerlo como popular impida el arriba de nuevos agentes o se fomente la explotación del deportista.

Alberto Martínez Romero

Licenciado en Periodismo y Comunicación Colectiva por la UNAM. Tiene un MBA por la Universidad Tec Milenio y cuenta con dos especialidades, en Mercadotecnia y en periodismo de investigación por el Tec de Monterrey. Tiene diversas diplomaturas en Habilidades Gerenciales por la Universidad Iberoamericana y se ha especializado en Relaciones Públicas y Atención de Crisis en Comunicación. Ha sido reportero y editor en medios como Reforma y El Universal. Fue corresponsal en Centroamérica para Reforma y Notimex. Colaboró en la realización del libro “La Huelga del Fin del Mundo”, de Hortensia Moreno y Carlos Amador, primer libro que se escribió sobre la huelga estudiantil de 10 meses en la UNAM en 1999.