Siete Puntos

¿Cómplices tolerantes?

El escenario, entonces, de impacto universal, ha servido para que se visibilicen causas que van más allá de una cancha y de un partido de futbol.
1.

Como cada cuatro años, gran parte de la humanidad se vuelca sobre el futbol.

La respectiva Copa del Mundo, hospedada en esta ocasión por Qatar, ha arrojado toda serie de críticas, desde su misma designación. Ya en 2010, cuando se optó por el país árabe, surgieron las acusaciones de corrupción, y años después se descubrió la entrega de sobornos por casi cuatro millones de dólares a 30 miembros de la FIFA para asegurar el voto favorable al hoy anfitrión.

Una vez conseguida la asignación, continuaron los escándalos.
2.

Revisando lo que el emirato rico en petróleo y gas invirtió en su polémica candidatura, se descubrió que a diferencia de los otros contendientes -Australia con 43 y EUA apenas con cinco- gastó casi 200 millones de dólares. Muchas confederaciones fueron salpicadas por el dinero qatarí, con no pocas irregularidades, lo que costó las cabezas de el expresidente suizo de la FIFA Joseph Blatter, y de Michel Platini, entonces mandamás de la UEFA.

Conforme se acercaba la fecha de la inauguración las controversias seguían, pero ahora de corte social.

3.

Según el periódico británico, The Guardian, murieron desde 2010 alrededor de 6,500 trabajadores, de los cientos de miles contratados para terminar a tiempo los lujosos estadios.

Además, las ancestrales discriminaciones de ese país hacia las mujeres y los miembros de las comunidades LGTB+, dieron al evento una atmósfera semejante a la sufrida en Argentina, en 1978, y en Rusia hace cuatro años, justas caracterizadas por la falta de respeto a los derechos humanos en esas naciones.

Lo sucedido en Qatar, entonces, no es novedad.

4.

Y es que la enorme maquinaria corporativa que ha impulsado al futbol para pasar de ser un deporte a una mercancía, como ha venido sucediendo en las últimas décadas, ha convertido en pecuniario lo lúdico, y lo que importa es incentivar un negocio cada vez más lucrativo.

Este fenómeno no es exclusivo del balompié: otras disciplinas sufren la misma paradoja. Pensemos en el SuperBowl: ¿alguien cuestiona, ahora en que se ha convertido en un show familiar, el que se lleve a cabo en un país con graves episodios de racismo y asesinatos de niños en sus escuelas?

5.

Pero, en medio de tantas sombras, surgen luminosos desplantes, críticos de estos gobiernos ajenos a la inclusión, como el silencio de los iraníes en el partido contra Inglaterra protestando por la muerte de Masha Amini; la rodilla en el pasto de los jugadores ingleses en apoyo al movimiento Black Lives Matter; el brazalete de capitán con los colores lésbico-gay, que están utilizando varios jugadores, etc.

El escenario, entonces, de impacto universal, ha servido para que se visibilicen causas que van más allá de una cancha y de un partido de futbol.

6.

¿Qué hacemos? ¿Boicoteamos el mundial en señal de repudio, apagando el televisor? ¿O nos convertimos en cómplices tolerantes, como afirma la filósofa británica Sasha Mudd? Porque: ¿qué tan culpables somos del calentamiento global, al beber agua en un recipiente de plástico? Y el pollo que nos comemos: ¿visitaremos la granja en que fue criado para comprobar su alimentación, que deberá ser ajena a fertilizantes?

Por lo pronto, comprendo a quien opta por disfrutar del suceso mundialista, y critica el enajenamiento comercial en el que se ha convertido.
7.

Cierre icónico.

Cuando era un profesor joven y demasiado exigente -me arrepiento de ello- uno de mis alumnos, de los más ingeniosos y creativos, me bautizó como Paco Milanés. Soberbio, pensé que me adjudicaba el apellido de Pablo por mi manera de cantar y tocar la guitarra. No. En un arranque de ira, le despedacé las hojas de su proyecto de tesis.

A partir de ese momento, y hasta la fecha, cada vez que me ve susurra imitando al cubano: “Rompe todos mis esquemas…”.

Descanse en paz el cantautor. De los mejores.
Padre Paco

El sacerdote José Francisco Gómez Hinojosa (Monterrey, México, 1952) es el actual Vicario General de la Arquidiócesis de Monterrey. Es diplomado en Teología y Ciencias Sociales por el Departamento Ecuménico de Investigaciones de San José, Costa Rica, y doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. Ha sido profesor en el Seminario de Monterrey, en la UDEM, el ITESM, la Universidad Pontificia de México, el Teologado Franciscano, el EGAP (Monterrey) y la Universidad Iberoamericana (Centro de Extensión Monterrey).